sábado, 12 de diciembre de 2009

Muchos en el entorno de Piñera no han entonado el mea culpa por su cercanía a Pinochet»

Actualizado Sábado , 12-12-09 a las 06 : 22
 

Poco antes de las primeras elecciones presidenciales que se celebran en Chile tras la muerte de Augusto Pinochet, de que la ayer se cumplieron tres años, el embajador Heraldo Muñoz describía así al dictador en una entrevista con ABC: «Era ante todo pragmático, no un ideólogo, algunos dirían un oportunista. Sumiso con sus superiores y duro con sus inferiores. Mediocre, pero con un enorme talento político».
Con palabras similares, el político socialista y diplomático hace un perfil del gobernante chileno (1973-1990) en su libro «La sombra del dictador» (Paidós), que presentó recientemente en Madrid acompañado del juez Baltasar Garzón. De la lucha clandestina contra el régimen militar, la militancia socialista y la docencia, Muñoz (Santiago de Chile, 1948) pasó a ser vicecanciller y ministro portavoz con su amigo Ricardo Lagos. En su retrato de la dictadura desmitifica sus reformas económicas frente a las violaciones de los derechos humanos.
 
—¿Puede explicar el título de su libro, «La sombra del dictador»?
—Pinochet tuvo un impacto en Chile y en el resto del mundo mucho más profundo que cualquier otro dictador latinoamericano. No fue un Somoza cualquiera. Si bien fue una dictadura brutal y él un criminal en materia de derechos humanos, encabezó un proceso de cambios económicos profundos. La mayor parte de las dictaduras de la región no se distinguieron por el buen manejo de la economía. Al contrario. Su fantasma reaparece de vez en cuando, cada vez menos, en la medida en que nuestro país va siendo más próspero y más democrático. Sus seguidores representan una expresión mínima. Si bien Sebastián Piñera (candidato de la derecha) es un hombre de gran fortuna que afirma que votó por el «no» en el referéndum de 1988, en contra de Pinochet, su entorno está constituido todavía por muchos políticos que no han entonado un mea culpa respecto a su asociación con la dictadura.
 
—¿Está preparado Chile para un posible primer triunfo de la derecha tras la dictadura de Augusto Pinochet? (Las últimas encuestas indican que este domingo, Piñera y Eduardo Frei Ruiz-Tagle pasarán a la segunda vuelta del 17 de enero).
—Es una elección reñida por lo que sugieren las encuestas. La ciudadanía es la que tiene que decidir si está preparada o no para votar por la derecha, por la Concertación o por un candidato independiente que procede de esta última coalición (Marco Enríquez-Ominami). Seguramente habrá una segunda vuelta, de la que es muy difícil predecir el resultado. 
 
—¿Puede valorar el papel de la Justicia española, que en 1998 logró que Pinochet fuera detenido en Londres?
—Aunque esa detención tuvo un efecto de odio y de polarización en Chile, a la larga contribuyó a que el tema de derechos humanos fuera puesto de nuevo entre las prioridades y a que la Justicia adquiriese un mayor dinamismo. Nos recordó que había asuntos pendientes. Pese a las discrepancias que existían entre el gobierno chileno con el británico y el español, respecto a la soberanía de jurisdicción territorial, a la larga contribuyó a impedir la impunidad para ex jefes de Estado y de gobierno, y a que se establezcan reglas claras, que creo que están cristalizadas en la Corte Penal Internacional. El punto era la defensa de un principio y no la defensa de Pinochet. 
 
—¿Cree que su legado de violación de los derechos humanos primará sobre el modelo económico que implantó en Chile?
—Sí porque en la medida en que Chile es cada vez más próspero y democrático, el aporte de Pinochet en materia de reformas económicas se va haciendo cada vez más irrelevante. El crecimiento económico de hoy es producto de las políticas de una Concertación que ha gobernado durante casi veinte años. El verdadero milagro económico chileno fue hecho en democracia, a partir de 1990, cuando las tasas de crecimiento duplicaron lo logrado por Pinochet, cuando la pobreza de casi el 40 por ciento que heredamos se ha reducido a un 13,3 por ciento. El verdadero milagro económico ocurre en democracia porque el crecimiento económico se hace con inclusión social y con un Congreso, partidos y sindicatos que funcionan, con la prensa activa, con una sociedad civil que se expande. Eso es un milagro. Lo de Pinochet es injustificable. El tratar de perdonar, como pretenden algunos, las violaciones a los derechos humanos por las reformas económicas que se han hecho, es injustificable desde todo punto de vista y particularmente el ético. Para la historia primará su imagen de violador de los derechos humanos en vez de un visionario económico. 
 
—¿Le sorprendió cuando se reveló el enriquecimiento de la familia Pinochet?
—Nos sorprendió a todos los chilenos porque estábamos acostumbrados a que todos los jefes de Estado, incluido este dictador, no se enriquecieran mientras ocupaban el cargo. Algunos incluso salieron más pobres. En el caso de Pinochet se suponía lo mismo, aunque no lo sabíamos por la naturaleza de una dictadura, que lo oculta todo. Cuando se descubrieron las cuentas en el Riggs y en otros bancos, cuando se supo que Pinochet estaba moviendo sus cuentas bancarias de un lugar a otro y que su fortuna ascendía como mínimo a 37 millones de dólares, terminó por derrumbarse su imagen, incluso entre sus partidarios. Irónicamente, algunos no podían aceptar esta evidencia de corrupción y lo sentían más que las propias violaciones a los derechos humanos.
 
—Y nunca se arrepintió...
—Nunca entonó un mea culpa y eso revela de modo transparente cómo era. Demostró que no tenía la altura de haber reconocido, aunque fuera en los últimos momentos, los crímenes que cometió. Pero estudiando y conociendo al personaje, no me extraña que se haya resistido hasta el final.
 
—¿Puede hacer un balance de la presidencia de Michelle Bachelet, que deja el poder con una popularidad inimaginable por cómo comenzó su mandato?
—Su gestión económica ha sido muy buena en un momento de crisis y se la ha jugado por la protección social. Sale con un enorme capital político, que no sólo se debe a sus condiciones personales.
 
—Como presidente de la comisión de la ONU que investiga el asesinato de la que fue primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, ¿puede decirnos si ha habido avances destacados?
—Estamos avanzando. Se supone que tenemos que tener preparado el informe para el secretario general antes del próximo día 31, vamos a ver si es factible. Ha sido la tarea diplomática a mi cargo más compleja, por lo que es Pakistán en estos momentos, porque el asesinato ocurrió hace más de un año y medio, y porque el mandato está restringido a establecer los hechos y las circunstancias del asesinato. No somos un tribunal que tiene que establecer responsabilidades penales. 
 
 ABC

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