miércoles, 30 de diciembre de 2009

Entre el despotismo legal y la democracia progresista

Por Héctor Vera */ Dante Castillo **
Con Piñera se produciría una situación de despotismo legal, debido a una serie de factores. A los poderes que tiene la derecha de control económico y de los principales negocios de Chile y de los medios de comunicación de masas, se le agregaría el control del Poder Ejecutivo.


Domingo 27 de diciembre de 2009 | | Blog Columnistas
El siguiente análisis se fundamenta en el método Mactor, o Matriz de Actores, ideado por el francés Michel Godet, que sistematiza la comparación entre los protagonistas políticos, sus recursos y sus alianzas estratégicas y sus objetivos, para lograr configurar los escenarios posibles que puedan derivar en recomendaciones a éstos. El Mactor ha demostrado sus virtudes como método prospectivo, en la medida que anticipa y describe los escenarios posibles o probables, basado en el comportamiento histórico de los actores, en los intereses que defienden, las alianzas posibles y deseadas y en los contextos en los que se mueven. Este procedimiento, de manera resumida, arrojó el siguiente resultado sobre qué es lo más probable que ocurra política y socialmente en Chile si sale elegido Sebastián Piñera o Eduardo Frei.
Escenario político con Piñera
Todos los chilenos sabemos que para la Presidenta Michelle Bachelet no sería un agrado personal entregar la jefatura del Estado a Sebastián Piñera. A esta situación hay que agregar que el escenario para los ciudadanos del país se presentaría con una tremenda concentración de diversos poderes públicos y privados en manos de la derecha. Avanzaríamos fuertemente a una sociedad unidimensional, como lo ha descrito Marcuse. Los opositores estarían condenados a una participación secundaria, en que la diversidad alcanzada con los nuevos diputados comunistas se pulverizaría con un dominio completo del bloque Coalición para el Cambio.
Se produciría una verdadera situación de despotismo legal, debido a una serie de aspectos y factores. En primer lugar, a los poderes que tiene la derecha de control económico y de los principales negocios de Chile y de los medios de comunicación de masas, se le agregaría el control del Poder Ejecutivo. Eventualmente, también podría tener mayoría en el Poder Legislativo, si logra dividir a la Democracia Cristiana. Y este gobierno tendría ante el Poder Judicial una enorme influencia, dado que esta esfera ha demostrado en el pasado ser altamente vulnerable a las presiones políticas, como ocurrió durante la dictadura militar.
Por otra parte, no es necesario argumentar sobre la influencia de Piñera y de su sector sobre el mercado, especialmente el financiero y de los servicios como transporte, salud o educación, donde las contradicciones entre capital y trabajo tenderán a favorecer, naturalmente, al capital en un gobierno ardientemente partidario del mercado y del lucro.
Del mismo modo, se sabe que hay sectores en la Democracia Cristiana que, ante una eventual derrota de Frei, buscarán alianzas con el gobierno de Piñera. Esto significará el quiebre de la Concertación tal como existe hasta ahora e implicaría que el actual estado de correlación de fuerzas entre la Alianza y la Concertación, se rompería favorablemente para la derecha. En este contexto, si Marco Enríquez-Ominami desea tener un liderazgo, sin tener ninguna representación en el Parlamento, sólo tiene ciertas posibilidades haciendo un trabajo en terreno de oposición al gobierno de Piñera que le permita mantener la posibilidad de ser una alternativa para la próxima carrera presidencial del 2014. Junto a lo anterior, la escasa diversidad de voces existentes hasta ahora en los medios, como es el caso de la presencia de la Concertación en el diario La Nación y en Televisión Nacional, terminarán. La derecha impondrá un control casi total. Los medios del Estado o de mayoría estatal se transformarán en las mismas voces que hoy se expresan en El Mercurio, La Tercera, en Chilevisión o Megavisión. Desaparecerá del sistema medial la visión de los partidos de la oposición que, de todas formas, serán cercanas al 50% del electorado. Será un golpe duro al pluralismo democrático en Chile, sin precedentes históricos.
El Poder Judicial en Chile ha dado largas muestras de su debilidad y su falta de autonomía: en el pasado actuó en favor de la dictadura y en desmedro de la lucha por los derechos humanos. El asesinato de Eduardo Frei Montalva muestra que este modo de conducta del pasado puede prolongarse en un eventual Chile con Piñera de Presidente. En estos días, un juez, de dedicación exclusiva, con seis años de investigación, ha determinado que hay homicidio cometido por agentes de los servicios de inteligencia del gobierno de Pinochet.
Hoy, los abogados defensores de los acusados están logrando lo mismo que se hizo contra el juez Juan Guzmán: inhabilitarlo, obtener recursos de amparo y -con muchas probabilidades- dilatar el juicio hasta que se dé la completa confusión sobre lo ocurrido y traiga por consecuencia la impunidad de los culpables. El Mercurio ha hecho una cuidada campaña editorial en este sentido, poniendo en cuestión el desempeño del juez Madrid y ha proclamado la falta de pruebas para configurar el delito cometido.
¿Si está ocurriendo una desconfiguración de la investigación de un juez con el caso de un Presidente, en un juicio emblemático, cuando aún está en el gobierno una Presidenta que ha defendido los derechos humanos, qué podría esperarse de un Poder Judicial en un marco político dominado por gentes que colaboraron con la dictadura militar?
En síntesis, una situación como la descrita, con una hiperconcentración de los poderes públicos y privados en pocas manos, con un Parlamento mayoritariamente de apoyo a la derecha, necesariamente agudizaría las contradicciones con el mundo laboral y con la sociedad civil, con lo que aumentarían considerablemente los conflictos laborales y sociales.
Escenario político con Frei
En primer lugar, la llegada a la Presidencia de Eduardo Frei, se haría sobre la base de un giro de la Concertación hacia la izquierda, porque es de ahí donde obtendrá los votos que permitirían ganar a Piñera. Una continuidad de la orientación poco asertiva tenida en la primera vuelta, lo llevaría directo a la pérdida de la elección. En esto coincide con lo que afirma el comando de la derecha: que la candidatura de Frei se izquierdiza. Efectivamente no le queda otra opción, si desea ganar en la segunda vuelta.
El escenario político de Chile con Frei será complicado por la búsqueda de alianzas en el Parlamento y muy interesante porque este gobierno deberá impulsar profundas reformas tributarias, en educación, en salud y en resguardo de los consumidores de productos y servicios de las poderosas empresas que controlan sectores clave de la economía.
Si Marco Enríquez-Ominami quiere tener una opción de liderazgo, tendrá la oportunidad de hacerlo por vía de los medios masivos, no por el Parlamento, donde no tiene ninguna representación y puede, en momentos precisos, ser importante en el debate nacional si toma la opción de apoyar a Frei o simplemente será un personaje secundario durante los próximos años.
La oposición de la Alianza a Frei será mucho más intensa y aguda que la que ha hecho en todos los precedentes gobiernos de la Concertación, porque el nuevo gobierno de Frei tendrá bases sociales y políticas con posiciones más firmes para regular mejor el mercado y darle un rol más activo al Estado en beneficio del desarrollo social y en desmedro de las utilidades excesivas de los sectores que manejan el capital.
Posiblemente no se logrará reformar la Constitución Política del Estado porque faltará el quórum calificado que se exige para este tipo de decisiones y esto provocará mucho malestar en las fuerzas progresistas que han permitido a Frei su triunfo como candidato.
La fuerte oposición política de la derecha al gobierno de Frei tensionaría los debates en todos los niveles de la sociedad y habrá conflictos entre el gobierno y los empresarios y con los medios de difusión masiva que mantendrán, en su mayoría, una fuerte vigilancia y crítica del mundo político, especialmente cuando se trate de reformas que afectan los intereses empresariales.
Habrá una recomposición de las fuerzas políticas que apoyan o critican al gobierno desde la izquierda (Arrate) , los ecologistas, los humanistas, los comunistas y los sectores que fueron interpretados por Marco Enríquez-Ominami. El comportamiento de la Democracia Cristiana será clave para permitir u obstaculizar la formación del frente democrático y progresista que requiere el nuevo gobierno.
* Periodista y doctor en Comunicación Social
** Sociólogo.
Ambos son académicos de la Escuela de Periodismo de la USACh.




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