viernes, 13 de septiembre de 2013

El Ateneo de Madrid, repleto en el homenaje a Salvador Allende


Salvador-Allende
“No esperábamos que fuera a llenarse de esta manera. Las cifras redondas siempre convocan a más gente, pero no hasta este punto“, decían los responsables del Ateneo de Madrid. Y es que el salón de actos estaba abarrotado de gente que asistió al homenaje a Allende en el 40 aniversario de su muerte, que estuvo organizado por varias asociaciones chilenas. En el acto, conducido por el periodista José Manuel Martín Medem, participaron Comisiones Obreras, UGT, Jesús Caldera, como representante del PSOE, y Cayo Lara por Izquierda Unida. Sin embargo, fueron las intervenciones del antiguo rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa, y la del sociólogo y escritor chileno Marcos Roitman las más aplaudidas por el público por ser las más comprometidas y las más críticas con la realidad del golpe.
Berzosa destacó la similitud de las consecuencias que tuvo en Chile el neoliberalismo impuesto a partir de la dictadura de Pinochet con las de la sociedad española actual. “Desigualdad, concentración de la riqueza, pérdida de derechos… esta es una experiencia que surgió en la dictaduras latinoamericanas bajo el mandato de los señores de las finanzas y que estamos repitiendo hoy aquí“ . También quiso destacar que, a pesar de las diversas lecturas que se han hecho del golpe de Estado, la más acertada fue la de Pedro Vuskovic en su libro “Acusación al Imperialismo“. “No hay otra explicación posible al golpe de Estado chileno que el dominio estadounidense para satisfacer sus intereses. Este es uno de esos libros que hay que releer y no dejar de tener presente nunca“.
Marcos Roitman fue el encargado de cerrar el homenaje. A pesar de que el auditorio estaba cansado, después de las casi dos horas que llevaban en el acto, fue capaz de volver a revitalizarlo con un discurso que señaló culpables y reivindicó la importancia de preservar la memoria, por encima del olvido y del perdón. “Hubo más de mil quinientos centros de tortura en Chile. Los cuerpos fueron violados, la gente fue torturada, pero el pueblo chileno nunca perdió la dignidad“, explicó.
Roitman también leyó las palabras que le dedicó el ministro de Exteriores de Bachelet al dictador chileno. “Pinochet tuvo el mérito de anticiparse al proceso de globalización“. Con su concepto de economía, “hizo una incorporación histórica al país y ha cambiado el modo de vida de los chilenos para bien. Este hecho sitúa a Pinochet en un alto lugar dentro de la Historia de Chile“. También denunció las palabras del director del diario El Mercurio que, en defensa de la amnistía, esgrimió que “no podemos estar contando muertos toda la vida“. Dos actitudes que le sirvieron a Roitman para recordar que “este es el Chile del siglo XXI“, un país aún dominado en parte por cómplices o afines a los genocidas chilenos.
Uno de los momentos más emocionantes del acto tuvo lugar cuando Martín Medem leyó el último mensaje radiado que Allende lanzó a su pueblo cuando ya sabía que iba a morir. “Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición“. Este párrafo final del discurso del presidente provocó que el auditorio se pusiera en pie entre aplausos, lágrimas y gritos de “Viva Chile, Viva Allende“ durante alrededor de cinco minutos.
Chile hoy
La Asociación de chilenos y chilenas Violeta Parra era una de las organizadoras de este homenaje. Su presidente, Marcos Susarte, explicó a La Marea cuál era la situación actual de Chile respecto al proceso de justicia y verdad. “Recién ahora esta saliendo en Chile una verdad que se oculto al país durante 40 años, incluso con los gobiernos en democracia. Los medios han entregado ahora la otra visión y se ha creado la sensación en el pueblo de haber estado sometido a una gran mentira“, explicaba.
En la misma línea de lo denunciado por Berzosa y Roitman, Susarte considera que “los principales instigadores del golpe de Estado en Chile fueron Nixon y Kissinger y el gobierno estadounidense de la época“. También recalcó que “no hubieran podido llevarlo a cabo sin la complicidad de la aristocracia que forjó a los patrones que existen hoy día en Chile, y que son los únicos beneficiados de todo este sistema neoliberal que se instauró. Y por supuesto las transnacionales, que ha vaciado nuestro país y han sacado riquezas como nunca“. A pesar de que considera que Estados Unidos debería formar parte del proceso de restitución de la memoria y la justicia en toda Latinoamérica, es consciente de que “no tenemos como procesar a una nación capaz de intervenir en cualquier parte del mundo sin darle explicaciones a nadie, ni siquiera a la ONU, que es donde se deberían consensuar las decisiones de ámbito internacional“.
Tanto Susarte como el presidente de la Casa Chile en Madrid, Gabriel Ávila, consideran que Michelle Bachelet es la opción menos ante las próximas elecciones chilenas, el 17 de noviembre. Ambos denuncian que, durante el tiempo que estuvo en el poder, no fue capaz de cambiar la Constitución que rige el país, y que fue impuesta por Pinochet en 1980, así como tampoco el modelo neoliberal que se forjó durante la dictadura. Sin embargo, ahora parece que se ha comprometido públicamente a modificar es sistema que aún hoy sigue sin convencer a los chilenos.
Sin embargo, Ávila, insiste en la desconfianza que esta promesa de cambio le suscita. “Mientras seamos empleados del capitalismo, no solo estadounidense sino también europeo, mientras sean sus empresas las que impongan los sistemas de producción y las condiciones de explotación, va a ser imposible que los cambios sean profundos“. Y, aunque cree que a los chilenos les gustaría protagonizar un viraje económico similar al que ya encabezaron Ecuador, Bolivia o Venezuela, tampoco cree que vaya a hacerse realidad a corto plazo. “Las heridas del golpe de Estado y del asesinato de Allende aún no han cicatrizado. La gente se quedó con el miedo de volver a caminar por una calle y ver gente muerta, de saber que un amigo esta desaparecido o que lo han visto flotando en un río. No creo que, de momento, nadie atreva todavía a reivindicar este cambio de sistema“.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Los entierros de Salvador Allende

Oscar Soto Guzmán, el que fuera médico personal de Allende, ofrece en exclusiva para nuevatribuna.es este artículo en el que de forma somera relata los acontecimientos que siguieron a la muerte del presidente chileno y a la confirmación, casi cuarenta años después, de que se trató de un suicidio. Autor del libro 'Allende en el recuerdo', Soto fue testigo del primer funeral ‘oficial’ que se celebró en Chile tras la dictadura y participó en la exhumación realizada en 2011 que despejó todas las dudas.


El día 14 de mayo del 2013, la Corte de Apelaciones de Santiago ratificó la resolución del ministro en visita Mario Carreño, que señaló que Salvador Allende Gossens se había suicidado el 11 de septiembre de 1973 en el Palacio Presidencial de la Moneda, de Santiago. No hubo intervención de terceros.

Comenzamos este relato por el final, porque en los casi cuarenta años que median entre ambos acontecimientos, incontables opiniones, afirmaciones, enfáticas declaraciones, acusaciones de culpabilidad y disparatadas cuestiones, no menores, enturbiaron la realidad, poniendo en duda las iniciales afirmaciones de quienes estuvimos junto al Presidente hasta sus últimos momentos.

El 11 de septiembre de 1973, a las 14:10 horas, minutos más o minutos menos, yo subí las escaleras de Morande 80; el Presidente me emplazó en los siguientes términos: “Doctor, que pasa”. Mi respuesta fue: “Presidente, los militares han tomado la primera planta del Palacio y nos dan 10 minutos que bajemos y nos rindamos”. El Presidente, que se encontraba, en la segunda planta, en un rellano donde la escalera terminaba, acompañado de su guardia personal y otros profesionales y asesores, dijo con expresión categórica: “Bajen en fila india, yo bajaré el último”. Así ocurrió. Aprovechando su situación de último de la fila. El Presidente se desplazó al salón Independencia, con la puerta entreabierta al pasillo, se sentó en un sillón y se disparó. Un par de médicos que eran los últimos tuvieron la sospecha, la sensación de lo que ocurría, pero el Dr. Patricio Guijón, que abandonó la fila y retrocedió, en busca de una máscara anti-gas que habíamos abandonado, alcanzó a visualizar la escena. Entró al salón Independencia y observó el cuerpo del Presidente con el cráneo destrozado, la metralleta entre sus piernas y el cuerpo semiinclinado. Guijón se sentó en una silla y esperó la llegada de un grupo de militares, encabezados por el General Javier Palacios que había dirigido las operaciones militares de toma de la Moneda. Es importante, para valorar opiniones posteriores, de singular significación, que durante todos estos minutos, ninguna persona civil o militar, chileno o extranjero, había subido a la segunda planta donde murió el Presidente. Testigo fundamental, el Dr. Guijón fue detenido y posteriormente enviado al Campo de Concentración de la Isla Dawson en el extremo Sur del país. El 21 de diciembre, en libertad con orden de arraigo, Guijón relató: “Vi una puerta y me asomé instintivamente. En ese preciso instante vi que el presidente, sentado en un sofá, se disparaba con una metralleta que tenía entre las piernas. Yo lo vi pero no lo sentí. Vi el sacudón de su cuerpo y como volaba la bóveda craneana".

Por la tarde se realiza un estudio balístico y forense del Servicio de Investigaciones y en la noche, en el recinto del Hospital Militar, con la presencia de los 4 jefes de los Servicios Médicos del Ejército, Marina, Aviación y Carabineros, se practica la autopsia y la reconstrucción de la cara. Este estudio Antomo-forense fue realizado por el Dr.Tomás Tobar Director del Instituto Médico-Legal de Santiago. Ambos estudios concluyeron que la muerte fue ocasionada por disparo, probablemente suicida. El informe técnico de Investigaciones no descarta la posibilidad de dos disparos hechos con la misma arma...

Al día siguiente, 12 de septiembre, por la mañana la viuda Hortensia Bussi, algunos familiares, acompañados del Edecán Aéreo del Presidente, Comandante Roberto Sánchez, viajaron con el ataúd, en un helicóptero para enterrar el supuesto cadáver de Allende en el Cementerio Santa Inés de Viña del Mar, en la tumba de la familia Grove-Allende. Hortensia Bussi, en ausencia de otras personas dijo: “Se entierra aquí al Presidente Constitucional de Chile”. Arrojó sobre la tumba algunas flores que había recogido en el entorno.

Transcurridos los largos años de dictadura pinochetista, en marzo de 1990 asumió la Presidencia de Chile, Patricio Aylwin. La Fundación chilena Salvador Allende, la familia del expresidente y sus allegados, organizaron el funeral que llamaron “oficial” para realizarlo el 4 de septiembre de 1990. Naturalmente contó con todo el apoyo del gobierno entrante. Se realizó por la noche, cumpliendo todas las disposiciones legales, la exhumación del cadáver en la tumba del Cementerio Santa Inés de Viña del Mar. José Antonio Guardiola, excelente documentalista de Televisión española, filmó sus aspectos más importantes. Allí apreciamos como un médico de confianza de la familia bajaba al hoyo donde se encontraban los restos y afirmaba que“efectivamente eran los que correspondían al Presidente Allende”. En la mañana del 4 de septiembre se realizó al borde de la tumba una ceremonia en que participaron su hijaIsabel Allende y el Secretario General del Partido Socialista de Chile Jorge Arrate. Un cortejo que avanzó rápidamente trasladó esos restos desde el cementerio a la Catedral de Santiago. Muchos fuimos sorprendidos porque la velocidad de los coches y del furgón funerario impidió el homenaje que miles de ciudadanos querían rendir a su Presidente y que desde la madrugada se habían instalado al borde de la carretera. Sólo hubo una transitoria detención en Santiago, en la calle Morande Nº 80, por donde habían sido sacados los defensores del Palacio el 11 de septiembre de 1973. Entre Viña del Mar y Santiago, hay alrededor de 100 Km de distancia.

En la Catedral, el Arzobispo de Santiago, Monseñor Carlos Oviedo Cavada, despidió los restos de Allende, que tuvo que señalar que el 3 de noviembre de 1973, en esa Catedral, el Presidente Allende, participó en una ceremonia ecuménica y no exclusiva de la Iglesia católica. Además gran parte de su discurso estuvo dedicado a la religiosidad de la madre del Presidente Allende. Éste, como todo el mundo sabía, era masón.

Antes de enterrarlo en el Mausoleo familiar del Cementerio General de Santiago,Clodomiro Almeyda, Michel Rocard, Patricio Aylwin y Hortensia Bussi, se dirigieron a los miles de personas que estábamos en esa ceremonia. El discurso de Aylwin, Presidente de Chile, fue varias veces interrumpido por pifias de la multitud al señalar que “si estuviera en las mismas circunstancias de 1973, su conducta sería la misma”.

Este funeral, llamado oficial, no contó con el homenaje Constitucional que las fuerzas armadas deben a los Presidentes electos. Augusto Pinochet era todavía el Comandante en Jefe del Ejército. Dos días antes, el ideólogo de la dictadura, Jaime Guzmán, había escrito en el diario “La Tercera”:

“El respeto a los muertos es patrimonio de toda cultura civilizada. Ello deberá manifestarse con motivo del traslado a Santiago de los restos del expresidente Allende. Sin embargo resulta ostensible el intento del allendismo de convertir esta ceremonia en un homenaje político a quien fuera su abanderado… No son los funerales del expresidente Allende, sino el traslado de sus restos desde Valparaíso a Santiago. Aquí no nos encontramos frente a un funeral de Estado que se verifique para sepultar a un expresidente de la República. Ello ya se hizo en su oportunidad”.

Todos los ciudadanos podemos tener nuestra propia opinión. Pero la inoportunidad de realizar esta ceremonia, recién restablecida la democracia; con Aylwin como Presidente, que había tenido una gran responsabilidad como Jefe del PDC en crear las condiciones sociales propicias al golpe militar en 1973, era sangrante para el allendismo. Además, no aprovechar la exhumación del cadáver para hacer un riguroso estudio médico forense, fue una omisión que se siguió pagando. La Fundación Salvador Allende editó un hermoso libro llamado “Por la Paz de Chile”, pero los hechos posteriores demostrarían que eso era un espejismo.

Desde el mismo 11 de septiembre de 1973, la versión del suicidio de Allende fue cuestionada, básicamente porque era también la versión de la Junta Militar golpista, y su autopsia había sido realizada en condiciones de clandestinidad y supervisada por profesionales que eran miembros de las fuerzas armadas chilenas.

En septiembre de 1973, Fidel Castro, en 1974 Gabriel García Márquez, en 1982Eugene Propper y Taylor Branch, entre los más significativos, dijeron o escribieron relatos falsos e inverosímiles sobre la muerte de Allende. En Chile la rumorología crecía y algún legista reanalizaba el informe médico primitivo y descubría“otros disparos de armas diferentes”. Incluso algún sector del partido Socialista chileno, y algún periodista con ánimo sensacionalista, hablaba de “acuerdos” entre los médicos y la Junta Militar para coincidir en una falsa versión y “salvar el pellejo” como vulgarmente se dice.

Todo este ambiente enrarecido, con versiones pasionales no objetivas, fue recogido por primera vez en 38 años por la fiscal Beatriz Pedrais, que lo planteó en la Corte de Apelaciones de Santiago. Este alto organismo del Ministerio de Justicia chileno designó al Ministro Mario Carroza para que investigara la causa de la muerte de Allende y de otros 725 casos de chilenos sin destino conocido.

La familia Allende accedió a la exhumación, sus hijas Carmen Paz e Isabel y su nietaMarcia Tambutti, dieron muestras de sangre para estudio del ADN. El 23 de mayo del 2011 se realizó la exhumación de los restos desde la tumba del Cementerio General de Santiago. El gobierno chileno puso los recursos para que un selecto grupo de científicos, de diversas nacionalidades, se reunieran en Santiago y dieran su veredicto.

Coordinados y dirigidos por el Dr. Patricio Bustos Streeter, Director del Servicio Médico Legal, los expertos chilenos Marisol Intriago, encargada de la Unidad de Identificación Forense, el Dr. Germán Tapia , médico legista, el Dr. Edgar Rueda Guevara, Odontólogo forense, Ángel Medina, antropólogo físico, Isabel Martínez, arqueóloga, el fotógrafo forense Agustín Hernández, se unieron a los peritos extranjeros Dr. Francisco Etxeberría Gabilondo, forense español, Dr. Douglas Ubelaker, antropólogo físico estadounidense, Mary Luz Morales, patóloga forense colombiana, David Pryor, perito balístico inglés y Luis Fonderbrider, antropólogo forense argentino y alto comisionado de la ONU en misiones humanitarias. No fue necesario esperar los resultados del ADN enviados a Suiza, porque yo aporté un estudio odontológico realizado a Allende en 1971, que permitió identificar los restos del cadáver con los del Presidente.

En la segunda quincena de julio del 2011, el Director del Servicio Médico Legal, el Ministro Mario Carroza y la Comisión de Expertos entregó su informe definitivo. Causa de la muerte: Lesión perforante de la cabeza por proyectil de arma de fuego de alta velocidad a contacto. Muerte instantánea (síndrome de corazón vacío). Forma médico legal de la muerte: Suicidio. Ausencia de otros traumas. Ausencia de signos de lucha. Consistencia balística- SS- balística 1973 con peritajes 2011.

En la Conferencia de prensa en que se dio a conocer el resultado con importante apoyo documental y fotográfico, David Pryor, perito balístico británico afirmó que el arma que Allende apoyó bajo su mentón para dispararse era un rifle AK-47, regalo deFidel Castro a Allende en 1971.

¿Han sido superadas las dudas? Sí, para quienes buscan la verdad en testigos, estudios científicos y disposición personal de Allende.

No, para quienes buscan la desinformación, el sensacionalismo, las media-verdades y un protagonismo que los propios hechos desmienten.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Invitación Conmemoración 40 años del golpe de estado en Chile


martes, 3 de septiembre de 2013

Ni Colorín ni Colorado. El desgarrador poema del afamado Mario Benedetti que refleja a los bebés robados en las dictaduras de América Latina

Por Oscar Reyes P.

En 1976, dos niños uruguayos fueron secuestrados junto a sus padres en Buenos Aires por militares argentinos. Los padres de Anatole y Eva Lucía (foto reciente) de dos y cuatro años, fueron asesinados:

Roger Julian (el papá) en el mismo operativo represivo y Victoria Grisonas, (la mamá) en un lugar de exterminio en Buenos Aires.
Ambos niños quedaron huérfanos.

Por ese brutal "intercambio" de bebés robados de las dictaduras del cono Sur de América, los pequeños Anatole y Eva, llegaron a Chile. A Valparaíso.

A vivir a la casa de un marino o militar, cuya esposa no podía tener hijos.

Pero la mujer  del uniformado -aún desconocida- no los quiso adoptar en forma irregular, porque "estaban muy crecidos" y los botaron y abandonaron en una plaza de Valparaíso. Un auto con los vidrios polarizados los dejó en la Plaza O´Higgins del puerto.

Luego de deambular en plena dictadura por centros de menores, ambos niños fueron adoptados en forma legal y normal por un médico y su esposa que no tenían relación con la dictadura chilena.

Anatole hoy es abogado y fiscal en la Quinta Región y su hermana, Eva es sicóloga.

Ambos, en Uruguay y Argentina son personas de renombre. Sus abuelas los encontraron y les pidieron volver a Uruguay. Pero ellos decidieron seguir en Chile y vivir en nuestro país.

El afamado poeta Mario Benedetti les dedicó esta poema. Se llama "ni Colorín ni Colorado":

Fue en Valparaíso donde reaparecieron
en pleno año internacional del niño
por fin sanos y salvos
con escasa y suficiente memoria

Eva Lucía y Anatole
niños del siglo veinte
habían mediado las naciones unidas
y fotógrafos, embajadas, arzobispos
y una vez confirmadas las identidades
y obtenido el aval indispensable
de burócratas y estados mayores
desde Montevideo fue a buscarlos la abuela
y es posible que todo vuelva a su cauce

pero ni colorín ni colorado
el cuento no se ha acabado

Valparaíso de terremotos y escaleras
donde cada escalón es una casa en ascuas
Valparaíso de marineros y mercados
y costas de agua helada y transparente
había acogido a Anatole y Eva Lucía
cuando en diciembre del setenta y seis
aparecieron en la plaza O´Higgins
a la deriva y tomados de la mano

Valparaíso de acordeones y tabernas
y olor inconfundible a sal y muelles
con un mar que complica los adioses
pero se encrespa con las bienvenidas
la ciudad de las proas les dio pan y cobijo
y también una esponja con la ardua misión
de borrar los poquísimos recuerdos

pero ni colorín ni colorado
el cuento no se ha acabado

Anatole sí recuerda a la madre caída
no ha olvidado aquella sangre única
ni al padre escondiéndolos en la bañera
para salvarlos del oprobio y los tiros

pero ni colorín ni colorado
el cuento no se ha acabado

lo cierto es que Montevideo y Valparaíso
tienen más de un atributo en común
digamos la bruma y la nostalgia de los puertos
y esta oscura piedad en homenaje
al pobre año internacional del niño
que dentro de unos meses se termina

así pues no sería de extrañar
que antes de que culminen las celebraciones
y a fin de que la lástima sea simétrica
aparecieran en la plaza Zabala
o en villa dolores o en el prado
dos pequeños chilenos desgajados del mundo
y por fotógrafos, embajadas, arzobispos
comprobadas las identidades y obtenido
el aval de burócratas y estados mayores
viniera a recogerlos algún abuelo
a fin de reintegrarlos a su Valparaíso
que seguramente los habría de esperar
sin primavera sin canciones sin padres

pero ni colorín ni colorado
el cuento no se ha acabado.