viernes, 15 de octubre de 2010

Rescate de los mineros

Editorial de El Popular, Uruguay.

“¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas? En los libros se mencionan los nombres de los reyes. ¿Acaso los reyes acarrearon las piedras? Y Babilonia, tantas veces destruida, ¿quién la construyó otras tantas? ¿En qué casas de Lima, la resplandeciente de oro, vivían los albañiles? ¿Adónde fueron sus constructores la noche que terminaron la Muralla China? Roma la magna está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los construyó?¿A quiénes vencieron los Césares? Bizancio, tan loada, ¿acaso sólo tenía palacios para sus habitantes? Hasta en la legendaria Atlántica, la noche que fue devorada por el mar, los que se ahogaban clamaban llamando a sus esclavos”. (De Bertolt Brecht “Preguntas de un obrero que lee”)


Luego de más de dos meses fueron rescatados los 33 mineros chilenos atrapados 700 metros bajo tierra en la mina San José de la empresa San Esteban. Nos alegra profundamente: por los trabajadores y sus familias, y además porque demostró una enorme solidaridad del pueblo chileno que tomó el rescate como una causa común. Algo nada despreciable en el país de América en el cual se aplicó más profundamente la estrategia neoliberal, que desde el punto de vista ideológico apuntó a la exacerbación del individualismo y a la falta de solidaridad. La entereza demostrada por estos 33 obreros conmovió a la población mundial y su situación puso sobre el tapete las condiciones de trabajo en las que viven miles cada día. Esto sucedía en el Chile mostrado como ejemplo de “crecimiento económico” aunque allí aún subsisten leyes laborales creadas durante la dictadura militar. Algo demasiado oprobioso para ser mostrado tal cual es y que era necesario- para los intereses de las clases dominantes- desembarazarlo de su profunda injusticia y utilizarlo en beneficio propio. La industria del consumo, de la información morbosa, impactante y superflua, ha pretendido hacer de lo que es un canto a la vida, a la esperanza y a la capacidad del ser humano de sobreponerse a las peores circunstancias, un nuevo reality-show. Asistimos a una transmisión en directo de cada uno de los rescates. Los mismos eran anunciados con flashes previos (generando la expectativa), con una presentación superficial de cada protagonista y en los que se aclaraba previamente que podía existir la posibilidad del fracaso y por lo tanto la muerte del minero (la pizca de morbo). Dirigiendo este espectáculo montado por los medios encontramos al presidente de Chile que no perdió la oportunidad de mostrarse como un mandatario involucrado con la situación de su pueblo, algo que estaba garantizado al ser la televisión chilena la única habilitada para transmitir desde el lugar de los hechos (vaya como anécdota que fue casi imposible encontrar una foto para ilustrar este número que no tuviera a Piñera en primer plano). Desde la pantalla varios comunicadores relataban como natural las enfermedades pulmonares de algunos de los mineros (que son producto de su trabajo y que se podrían evitar) o de que alguno de ellos haya comenzado a trabajar a los 12 años. El enfoque superficial y hasta ignorado de la lucha de estos obreros por sobrevivir y que generó la empatía de millones sirvió también, lamentablemente, para ocultar el conflicto mapuche (huelga de hambre de por medio), la represión contra el movimiento estudiantil y la huelga de trabajadores del sector público. Los lectores que gustan del buen cine seguramente se acordarán de una hermosa y cruda película francesa basada en un relato de Emile Zola: Germinal. Situada a mediados del siglo XIX, cuenta la historia de una familia de mineros, en la que todos trabajan (incluso niños y ancianos) en pésimas condiciones (en una escena se ve cómo escupe carbón un anciano que ha bajado a la empresa desde niño). Los reclamos de los trabajadores surgen a partir de que la empresa no quiere gastar en los entablados para mantener las galerías de las minas y esto provoca el derrumbe de la misma. ¿Qué ha cambiado? ¿Cuál es la diferencia entre esta situación de los trabajadores del siglo XIX y estos mineros chilenos de comienzos del siglo XXI? Han cambiado las técnicas pero la explotación del trabajador permanece. Al modo de producción capitalista no le interesa el bienestar de los explotados. Recordemos los intereses económicos que se mueven detrás de la explotación minera y cómo se opusieron a la nacionalización llevada adelante por Salvador Allende y por tanto cómo apoyaron el golpe de Estado de Pinochet. El derrumbe del 5 de agosto fue producto de una empresa que no cumplía con las normas de seguridad necesarias y de un gobierno omiso en primer lugar al habilitar la explotación en estas condiciones y posteriormente al no controlar si se aplicaban las normas laborales. Mientras que las acciones transcurrían para rescatar a los mineros las empresas aún no han pagado los salarios atrasados a los 300 trabajadores que se salvaron del derrumbe. La CUT (central obrera chilena) ha denunciado que en este “país modelo” la precariedad de los trabajadores es una constante. El 23% están sin contrato y el 40 % no cotizan a la seguridad social. Hasta el día de hoy Chile no ha ratificado el convenio 176 de la OIT relativo a la higiene y seguridad en el trabajo minero. Algunas de las declaraciones de los mineros rescatados han puesto el tema de las condiciones de trabajo nuevamente arriba de la mesa. No sabemos qué difusión tendrán las expresiones que contradigan el discurso dominante o cómo afrontarán estos obreros ser el centro de atención del conjunto del país. Lo que sí sabemos es que los trabajadores mineros han escrito con su lucha muy importantes páginas de la historia de nuestra América. La presencia de Evo Morales en este acontecimiento va más allá de que uno de los rescatados sea boliviano; obedece seguramente a un reconocimiento a los trabajadores mineros. La COB (central obrera boliviana) ha estado presente en las luchas contra la aplicación del neoliberalismo en Bolivia en la década de los noventa y permitieron al MAS obtener el gobierno. Incluso muchos de sus compañeros cocacoleros habían sido antiguos mineros. En particular en Chile los mineros estuvieron en los orígenes del Partido Socialista Obrero que posteriormente sería la base del Partido Comunista. Tradición de lucha que se mantuvo en todas las circunstancias apoyando a Allende o enfrentando a la dictadura. Nuestro saludo al rescate de los 33 mineros, es también un reconocimiento a la tradición de lucha que llevan sobre sus hombros. Este hecho que ha conmovido al mundo nos llama a impulsar medidas que mejoren las condiciones de los miles de trabajadores que día a día bajan “al infierno”. En las minas sin duda bajando; en muchos otros casos “subiendo” en andamios sin protección o librados a la falta total de seguridad que deberían brindar empresas que por no hacerlo son inescrupulosas. Aun teniendo en cuenta que la necesidad imperiosa de trabajo lleva a muchos obreros inexperientes a asumir riesgos de vida. Pero el capital –con las excepciones que se logran por la lucha sindical- no atiende esos problemas. Como bien decía Bertolt Brecht, en todo caso, “cuando se ahoga clama por sus esclavos”. Pero si los esclavos se ahogan, apenas constituyen accidentes. Eso sí: si se salvan tendremos a esos representantes del capital recibiendo en un abrazo que incluso desplaza a segundo plano el de los familiares. Es el show montado que ninguna solidaridad auténtica puede dejar de identificar.

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