¿Creen Uds. posible recuperar al PS para el socialismo?
¿Cuáles son los escollos al interior del Partido y en la sociedad chilena?
En la Red Congreso_PS y a propósito del refugio concedido a Galvarino Apablaza, se ha debatido sobre muchos aspectos de la vida partidaria.
Pero un tema ha estado ausente: La evolución hacia atrás del PS para transformarse en un partido más del sistema capitalista y las posibilidades de cambiar su rumbo.
El Partido Socialista se fundó como un partido comprometido con el cambio social y culminó su lucha al lograr en el gobierno de la Unidad Popular en los años 1970-73, con el compromiso del Presidente Allende de crear un área social de la economía respetando el sistema democrático chileno. Posteriormente el PS ha devenido en un partido que no cuestiona el sistema capitalista que impera en Chile. Más bien navega con satisfacción en sus aguas y corrientes.
Dos antecedentes previos son indispensables antes de responder a las preguntas:
No hay ningún partido socialista a nivel mundial que habiendo adoptado los principios socialdemócratas, basados en mejorar por etapas al sistema capitalista, compitiendo por llegar a los gobiernos solos o en alianza con otros partidos, ha podido mantener o recuperar sus principios revolucionarios y replantear el cambio social.
Son ejemplos notables, por haber mantenido en su seno corrientes izquierdistas y marxistas, el partido laborista inglés, el PSOE español, el partido socialdemócrata sueco y el partido de izquierda alemán (the link).
Algo similar ha ocurrido con los partidos comunistas, que sin adherir al ideal socialdemócrata, han perdido crecientemente su influencia entre las masas populares,
Así , el PC francés (3% en la última votación presidencial) , el PC italiano , disuelto en una coalición izquierdista, el PC portugués ( el único que conserva cierta tradición ortodoxa y votación popular) y el PC chileno , que no llega al 5% en la votación presidencial última.
Una recuperación del PS de Chile para una linea revolucionaria y de cambio social, sería un caso único en la historia contemporánea y sin precedentes a niveles teóricos o prácticos.
Los antecedentes adicionales a tener en cuenta, son los factores internos y externos que dificultan la recuperación política del PS de Chile.
Internamente está el deterioro de la política, como actividad ideológica y de principios éticos, ya que la política se ha convertido en una fuente más de ingresos personales para muchos militantes. La carrera por llegar al Congreso Nacional ( ingresos de más de 10 millones de pesos mensuales), la de funcionario público de confianza ( grados 5 o superiores de la administración pública : 3 millones de pesos líquidos mensuales), o la de compartir directorios de empresas públicas o privadas , usando la influencia política en los sucesivos gobiernos , ha hecho estragos en la moral de la militancia. La competencia por adquirir estatus y respetabilidad les ha hecho cambiar su manera de pensar. Sólo una minoría de militantes históricos y jóvenes incorporados a la militancia al calor de la lucha, mantiene su lealtad a los principios y forma de vida ligada a la tradición obrera y popular.
La desaparición del llamado campo socialista vinculado a la Unión Soviética , el mantenimiento de regimenes comunistas en Cuba , Vietnam, China y Corea del Norte con dictaduras y hegemonía de un solo partido , sin democracia participativa y con fuerte desarrollo de privilegios y burocracia parasitaria, que alejan a la población chilena de esos modelos.
La incapacidad del Partido Socialista de señalar un modelo alternativo de sociedad que cumpla con los ideales socialistas de igualdad de oportunidades, eliminación de las diferencias de clases sociales, un modelo exitoso de economía productiva y distributiva, que asegure el crecimiento y la modernidad de la vida social asegurando una importante dosis de felicidad para cada ser humano .Finalmente, hay que aceptar que la composición social en Chile ha sufrido modificaciones importantes : La clase trabajadora que estaba integrada mayoritariamente por trabajadores manuales de la minería , la industria y el campo, se ha abierto a una nueva clase trabajadora , integrada por un sector de trabajadores manuales e incorporando a cientos de miles de trabajadores del comercio , la banca y el sector financiero que integran además a empleados públicos y privados del sector técnico -profesional , que constituyen la base de las llamadas capas medias chilena.
Con estos antecedentes previos, repito la pregunta :¿es posible recuperar el partido para el socialismo?.
Suponiendo que aceptamos que el PS puede servir de base para el gran cambio en la política chilena y para reemprender la verdadera lucha por el socialismo .Que ese cambio en el PS es una tarea que abarcará a más de una generación y que implica grandes transformaciones dirigidas a la nueva militancia y a los aspectos programáticos a acordar hacia el futuro. Que nosotros sólo podemos y estaríamos comprometidos a iniciar este período de profundas transformaciones partidarias.
Invito a los compañeros interesados en participar en los debates previos al Congreso Nacional de los socialistas, a dar su opinión sobre estos temas utilizando esta tribuna
virtual que ofrece la red congreso_PS.
Tengo mi propia opinión, pero haciendo uso del privilegio de ser el militante de más edad en esta red, la voy a dar a continuación de Uds.(sólo don Manuel Almeyda es un par de años mayor)
Saludos fraternales de
Tito Benado
PREGUNTAS FORMULADAS POR ERNESTO BENADO. Por Héctor Vega
Bajo el título “Preguntas a mis compañeros” el compañero Ernesto Benado ha sintetizado al final de su escrito lo que a todas luces es su objetivo final.
Benado pregunta: “¿es posible recuperar el partido para el socialismo?” En un párrafo anterior argumenta acerca de “la incapacidad del Partido Socialista de señalar un modelo alternativo de sociedad que cumpla con los ideales socialistas de igualdad de oportunidades, eliminación de las diferencias de clases sociales, un modelo exitoso de economía productiva y distributiva, que asegure el crecimiento y la modernidad de la vida social asegurando una importante dosis de felicidad para cada ser humano”.
Siempre he pensado que los partidos políticos corresponden a la estructura de clases de la sociedad, asímismo sus alianzas, su existencia y su desarrollo –fin último de la búsqueda de Benado. Por eso me parece importante el párrafo del compañero Benado donde caracteriza la composición de clases del Chile de hoy, visión, que a mi juicio, con perspectiva histórica, merece ciertas precisiones.
Benado escribe: “Finalmente, hay que aceptar que la composición social en Chile ha sufrido modificaciones importantes: La clase trabajadora que estaba integrada mayoritariamente por trabajadores manuales de la minería, la industria y el campo, se ha abierto a una nueva clase trabajadora , integrada por un sector de trabajadores manuales e incorporando a cientos de miles de trabajadores del comercio, la banca y el sector financiero que integran además a empleados públicos y privados del sector técnico -profesional , que constituyen la base de las llamadas capas medias chilena”.
Sin un análisis de las clases dominantes y su inserción en el desarrollo del capitalismo mundial, el significado de la clase trabajadora en la evolución política del país queda trunco. La Unidad Popular coincide con la apertura de los mercados globales de capital en su versión propia a la segunda mitad del siglo XX y específicamente con el desarrollo del mercado de eurodólares y posteriormente los petrodólares. Ello coincide con nuevas alineaciones de poder en el conjunto de la sociedad y la economía. Es la crisis internacional que Nixon devela en junio de 1971 cuando declara la inconvertibilidad del dólar y con ello el fin de Bretton Woods y de las tasas fijas de cambio. Socialmente en Chile es el fin de la oligarquía agraria y minera de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, sustituida por la clase administradora de la renta financiera con un papel estratégico en el proyecto de poder de las burguesías locales aliadas a la gran burguesía transnacional. Veinte años más tarde, durante la consolidación del modelo neoliberal, desaparece la oligarquía como clase y con ella una clase media pauperizada. La clase media de los gobiernos radicales, de Jorge Alessandri y de Frei Montalva (1940 a 1970), con una base social de apoyo proletarizada, presta a embarcarse en proyectos de poder circunstanciales, ocupa una función negociadora que desaparece con el desarrollo de la renta financiera y los capitales transnacionales. La ascensión y logro social de sectores de bajos ingresos conforma, hoy, una masa, un contrapoder social que nada tiene que ver con la antigua clase media y su base social popular de apoyo, en su versión reconocida durante los 30 años que precedieron la Unidad Popular. Señalemos finalmente que sin una estructura social y de poder de recambio, el cuestionamiento fundamental a la política que significó la Unidad Popular naufragó en un vacío de poder.
La antigua clase media, forma parte, hoy, junto con sectores de bajos ingresos, en ascenso y logro social continuo, de un contrapoder social –trabajadores urbanos y rurales, temporeros, empleados, profesionales, pequeños industriales y agricultores, profesores, estudiantes, dueñas de casa, pueblos originarios empobrecidos, artesanos urbanos, minifundistas, pirquineros, pescadores artesanales, inmigrantes, pobres del campo y la ciudad…– alejado de aspiraciones de poder, políticamente neutralizado frente a la burguesía local aliada a la burguesía transnacional en el convencimiento que su eventual disidencia tendrá destino dentro del sistema. Las Fuerzas Armadas, en su rol corporativo forman parte de la burocracia estatal…ello sin excluir alguna intervención (aventura) futura.
Los partidos de la Concertación y la Alianza se han repartido sus roles por dos décadas según el plan político de Jaime Guzmán, consagrado en el plebiscito del 30 de julio de 1989. Esta nueva clase política representa a una clase dominante que busca consolidar su inserción en el mercado global. Su origen son las privatizaciones del régimen, la apropiación y manejo de la renta financiera en las AFP, las nuevas leyes impositivas (fundamentalmente el impuesto a la renta retención y crédito), la Ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras (y su base jurídica de concesión plena y apropiación de los yacimientos cupríferos por las transnacionales), el DL 600 de inversiones extranjeras (base jurídica de la inversión transnacional). La clase política es garante del sistema. En lo fundamental su función es neutralizar la política, ordenar los actores, constituirse en protector de esa masa informe de aspiraciones que anida el contrapoder social, como lo fueron las FFAA con respecto a la clase media cuando ésta se vio confrontada a la decadencia del poder hegemónico de las oligarquías. La Concertación cumplió parte de su empeño cuando llamó a la ciudadanía a votar favorablemente el plebiscito de julio de 1989. La masa confiada en la recomendación cumplió con su cometido y votó por un 91,25% a favor de la Constitución acordada con el pinochetismo.
¿Cómo entonces confiar en un Partido Socialista, en hombres y mujeres, que en 20 años de gobierno institucionalizaron la práctica política del pinochetismo? Puesto que para ello era necesario dejar de ser socialista. Trámite que oficializaron mediante el plebiscito de 1989. Esta traición impide confiar en su papel de epónimos de “un modelo alternativo de sociedad que cumpla con los ideales socialistas de igualdad de oportunidades, eliminación de las diferencias de clases sociales, un modelo exitoso de economía productiva y distributiva, que asegure el crecimiento y la modernidad de la vida social asegurando una importante dosis de felicidad para cada ser humano (Benado)”.
No puedo confiar en hombres y mujeres que tan ligeramente alienaron el futuro de un proyecto popular. Es más, la crisis que hoy contemplamos en el mundo con millones de ciudadanos protestando en las principales ciudades de Europa, precisamente contra el modelo que Alianza y Concertación nos recetaron en 1989, nos obliga a repensar ideas, utopías, símbolos, alianzas…y confianzas.
Estimado compañero Héctor ,
Si te entiendo bien , aunque no lo dices textualmente, tu opinas que el PS es irrecuperable para el socialismo
y que la batalla en su seno es una pérdida de tiempo . Asumo que si quieres seguir luchando buscarás otra
tienda política.
Agradezco la síntesis de mis argumentos con los cuales no noto ninguna diferencia sustantiva, sólo
tu absoluta desconfianza hacia los que condujeron el proceso en los últimos 20 años.
Un abrazo fraternal
Tito Benado
RESPUESTA AL COMPAÑERO ERNESTO BENADO. Por Héctor Vega
Muy estimado Ernesto,
Así es. Pienso que el PS es irrecuperable para el socialismo. El pasado del grupo que hoy dirige el Partido Socialista impide siquiera pensar en un programa socialista. Habiendo acordado con el pinochetismo en 1989 la Reforma a la Constitución de 1980 los dirigentes del partido de la época clausuraron la vía democrática y se embarcaron en la institucionalización del pinochetismo.
Esta operación fue planeada luego que el PRODEN el 4 de septiembre de 1983 organizara la primera manifestación masiva contra la dictadura en la Avenida General Velásquez donde concurrieron más de 120 mil personas. El PRODEN, estaba dirigido por Jorge Lavandero, Fabiola Letelier, Mario Insunza, Engelberto Frías, Diego Portales, Sergio Páez, Jaime Hales, Matilde Urrutia, Carlos Dupré, Sergio Arellano, José Monares, Mario Farías, Gonzalo Taborga. Algunos de éstos eran militantes demócrata cristianos –Dupré, Páez y Monares– quienes fueron compelidos por la directiva DC a renunciar al PRODEN – temían que el conjunto de organizaciones sociales –más de 200– y políticas que lo formaban le hiciera sombra a la recientemente formada Alianza Democrática. El PRODEN entendía que sin consolidar los espacios democráticos en ese momento, cualquiera negociación sería irrelevante y se prestaría para engaños, subterfugios y manipulaciones de Pinochet. El fortalecimiento de las organizaciones sociales –exigencia fundamental del PRODEN– era la única garantía posible que los acuerdos fueran respetados. En cambio, la Alianza Democrática eligió la vía cupular y se entró de esa manera en la lógica de la transición concebida por Jaime Guzmán. De allí surge el sistema electoral binominal, donde la derecha, históricamente minoritaria, hace valer el tercio del electorado por un 50%, el mismo 50% que el centro y la izquierda obtiene con dos tercios del electorado; el Consejo de Seguridad Nacional (importado del bordaberrismo uruguayo); el carácter garante de la constitucionalidad de las FFAA; las leyes orgánicas constitucionales relativas al cobre y a la educación, el sistema de AFP, el sistema tributario y el DFL 600 de inversiones extranjeras. Es la fórmula que les ha permitido a Alianza y Concertación, administrar conjuntamente el poder durante estos 20 años, con exclusión de toda otra fuerza social.
Ya constituido como partido de gobierno el Partido Socialista, junto con el resto de los partidos de la Concertación negó al pueblo la posibilidad de expresar su voluntad mediante la consulta plebiscitaria prevista en el Art. 5° de la Constitución de 1980. Durante Pinochet el pueblo, de diferentes maneras fue consultado en cuatro ocasiones, incluyendo la fraudulenta Consulta Nacional de 1978; el plebiscito para la aprobación de la Constitución de 1980; el plebiscito de 1988 (SI o NO) y finalmente el plebiscito de 1989 para aprobar la reforma a la Constitución de 1980. Gráficamente es apropiado decir que tiraron la escala para que el resto no subiera.
En los 20 años que siguieron, los socialistas Lagos y Bachelet, perfeccionaron y aplicaron sin contemplaciones la ley antiterrorista de Pinochet. Los gobiernos de la Concertación, con la activa colaboración del PS, desnacionalizaron el cobre; parlamentarios socialistas votaron favorablemente el “royalty” de Piñera; la directiva socialista condenó mediante sus votos en el parlamento al gobierno de Chávez con motivo de las elecciones del 26 de septiembre; contribuyeron mediante sus votos en el Congreso a la especulación de la renta financiera llevada a cabo por las AFP y a la ley procesal penal, redactada en el gobierno de Lagos por la ONG Paz Ciudadana de Agustín Edwards. Con sus votos han contribuido a la invariabilidad tributaria y al llamado royalty (simple impuesto a la renta bis). Han guardado silencio cuando se atenta contra el Estado Docente y la carrera profesional docente. Nada han dicho cuando se ha ignorado el principio sindical básico que “el salario se fija según la función que se realiza”. El partido ha sido incapaz de impulsar una política exterior destinada a resolver el problema de la mediterraneidad de Bolivia. Al igual que el resto de los partidos de la Concertación confundió la política exterior con la firma de tratados de libre comercio a troche y moche, etcétera, etcétera…
El poder corrompió a la izquierda y destruyó el Partido Socialista. No creo que los mismos que enterraron el partido estén dispuestos a soltar el poder y romper con lo que ya se transformó en una forma de vida. La prueba está en que las resoluciones que buscaban democratizar el partido en el Congreso de Concepción fueron enterradas y olvidadas. Volver al mismo ejercicio me parece una ingenuidad.
Los que retomaron el poder en 1990, son los mismos que no entendieron el desafío que planteó Allende en la política chilena. Allende lo dice claramente en su Segundo Mensaje Presidencial cuando dirigiéndose al país expresa que el gran desafío político del período es que las instituciones de la República sean capaces de contener, en democracia, las grandes transformaciones sociales y políticas que el gobierno de la Unidad Popular proponía al pueblo de Chile. De allí surgen las propuestas centrales del Área de Propiedad Social, la Reforma Agraria y la Nacionalización del cobre. Volver con los mismos personajes que tuvieron 16 años y 6 meses para entender y enmendar sus errores y no lo lograron, me parece que no corresponde.
Uno de los errores más notables es no haber entendido que la magnitud de las propuestas exigía la incorporación masiva de los trabajadores al programa de la UP. En 1970, la fuerza trabajadora se cifraba en 2 millones 982.670 trabajadores, de los cuales 392 mil 323 correspondía al sector moderno e intermedio de la economía, sectores en su mayoría monopólicos, con una masa trabajadora participante de la negociación del status quo social con las clases dominantes de la sociedad. 1 millón 338.736 trabajadores de la masa trabajadora pertenecía a sectores tradicionales de la economía, talleres artesanales, pirquineros, inquilinos, campesinos temporeros, mano de obra esencialmente precaria, minifundistas…todos los cuales no participaban en la negociación social, y por ende no entraban directamente en los beneficios del programa. A ese contingente habría que sumar 600 mil trabajadores sub-empleados, desempleados disfrazados. En resumen aquellos que quedaban fuera del Programa sumaban 1 millón 938 mil 736 trabajadores, es decir 65% de la fuerza de trabajo. Agreguemos que a fines de 1970 ODEPLAN estimaba en 150 mil trabajadores los que buscaban empleo por primera vez y en 260 mil los desempleados. En aquella época la oligarquía nacional de base agraria había desaparecido desde sus bases de poder y la composición de clase de la sociedad chilena correspondía a una clase dominante urbana que sentaba las bases de la administración de la renta financiera donde ya no cabía la negociación social anterior a 1970. El ejército en sus múltiples intervenciones del siglo XX (1924, 1925, 1929, el Ariostazo de 1939, el tacnazo de 1969, el fallido intento del coronel Souper y finalmente el golpe de 1973) demuestra el ensanchamiento de la base productiva urbana, los nuevos manejos de la renta financiera y su carácter de estrato social protector de la clase media en el momento en que ésta se ve confrontada a la decadencia del poder hegemónico de las oligarquías.
(Un estudioso de la sociedad chilena -Alain Joxe autor de "Las Fuerzas Armadas en el sistema político de Chile". Editorial Universitaria, 1969- señala la consistencia del protectorado de clases en la Inglaterra del siglo XIX, ejercido por la Aristocracia; situación que en Francia ejerce la burocracia monárquica en la época de la Restauración).
Así como en la época de la Unidad Popular la izquierda no entendió la correspondencia entre la base económica en transformación y las clases sociales, que exigía la incorporación masiva de los trabajadores, tampoco ahora, y particularmente el Partido Socialista, entiende las exigencias de democratización de ese enorme contingente social representado por un contrapoder multiclasista, donde las capas medias ya no juegan el papel que jugaron en los 30 años que precedieron la Unidad Popular.
La lectura que desde el gobierno de la derecha y los empresarios hace Piñera, en casi 8 meses de gobierno, es la del populismo, que en su fase actual significa ponerse a la cabeza de la demanda de decisiones del contrapoder social. Es decir, a su manera, llenará los espacios que los partidos de la Concertación no vieron o no quisieron ver en 20 años de gobierno.
Ernesto, mi opinión, la que expongo ahora y ya hace muchos años, ha sido compartida por un gran número de militantes. No es un acto individual, ni nunca ha pretendido serlo. Es más, se ha traducido en un programa que sistemáticamente ha sido dado a conocer a través de las páginas de Fortín Mapocho (edición electrónica www.fortinmapocho.com ) y en sucesivas visitas a provincia. Por eso pienso que quienes tenemos un pensamiento crítico debemos aunar fuerzas y buscar el escenario propio a ideas y objetivos comunes. Es a mi juicio lo que corresponde al pueblo socialista que desde hace 20 años busca denodadamente nuevos espacios democráticos. Es el momento de unir fuerzas en el sitio que corresponde. Un fuerte abrazo. Héctor