Un estudio forense estableció que Tohá murió por “asfixia por estrangulamiento manual de naturaleza homicida” y no por suicidio por ahorcamiento como aseguró la dictadura.
Además de la exhumación del cadáver, la Justicia dispuso la recomposición del escenario de la muerte del político socialista, ocurrida el 15 de marzo de 1974 en el Hospital Militar de Santiago.
Tohá había sido trasladado al centro sanitario castrense tras debilitarse su salud por las torturas sufridas en prisión y en la Isla Dawson, donde la dictadura confinó a altos cargos del Gobierno depuesto en el golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
Ambas pericias, además de otras 25 diligencias, fueron resueltas por la Corte de Apelaciones de Santiago, que ordenó al juez del caso, Jorge Zepeda, reabrir la investigación, que el magistrado había cerrado sin llevarlas a cabo.
La hija de la víctima, Carolina Tohá, ex portavoz de la Presidenta Michelle Bachelet y actual presidenta del PPD, dijo que “hace tiempo venimos pidiendo estas diligencias con nuestro abogado Nelson Caucoto, que ahora el juez Jorge Zepeda debe realizar y que son muy importantes“.
“Hay muchos elementos contundentes que demuestran que la versión oficial del suicidio es falsa y que fue un homicidio. Pero como familia también necesitamos saber quiénes son los responsables. Esperamos ahora tener acceso a nuevos testigos que nos ayuden a esclarecer la verdad“, añadió.
“Hay muchos elementos contundentes que demuestran que la versión oficial del suicidio es falsa y que fue un homicidio. Pero como familia también necesitamos saber quiénes son los responsables. Esperamos ahora tener acceso a nuevos testigos que nos ayuden a esclarecer la verdad“, añadió.
A su vez la viuda del dirigente, Moy de Tohá, afirmó que “estas diligencias que finalmente se realizarán son una nueva luz de esperanza para establecer la verdad y demostrar que no fue un suicidio”.
Un informe forense realizado por el experto Luis Ravanal, basado en un estudio de la autopsia de Tohá, determinó que murió por “asfixia por estrangulamiento manual de naturaleza homicida”.
Este informe coincide con otro que en 1974 hizo el médico criminalista de la Policía de Investigaciones Alfonso Chelén, primero en ver el cadáver de Tohá, quien también determinó que no hubo suicidio sino “muerte por estrangulamiento con participación de terceros”.
Ese informe le costó a Chelén su expulsión de la Policía civil.
Otro elemento relevante, establecido por la Policía, es que las dependencias del antiguo Hospital Militar (hoy Hospital Metropolitano, de la salud pública) donde Tohá permanecía internado en malas condiciones físicas por las torturas sufridas, no han tenido hasta ahora alteraciones en su estructura, incluida la habitación 303, en la que él murió.
La investigación por la muerte de José Tohá está plagada de contradicciones y situaciones irregulares desde antes que la asumiera el juez Zepeda, según se ha podido establecer.
Entre ellas, la desaparición del expediente de la indagatoria realizada inicialmente por el fiscal militar Rolando Melo, quien declaró ante Zepeda que cerró rápidamente su investigación, “de acuerdo” con el dictador Augusto Pinochet, que también era el comandante en jefe del Ejército.
La autopsia de José Tohá fue practicada en condiciones anormales, puesto que se realizó en el mismo hospital y no en el Servicio Médico Legal, como correspondía y donde existían las condiciones requeridas para ello.
Hasta ahora sólo se han establecido responsabilidades penales por las torturas aplicada a Tohá en la Academia de Guerra Aérea (AGA), por lo cual están procesados los ex coroneles de la Fuerza Aérea Ramón Cáceres y Sergio Contreras.
Una versión, hasta ahora no confirmada judicialmente, apunta a que en los días previos a la muerte de Tohá se habría realizado una reunión de algunos generales de Ejército en la que se habría decidido asesinarle.
El homicidio se habría encargado a dos conocidos oficiales de la DINA que actualmente cumplen condena por otros crímenes.
Uno de ellos lo habría estrangulado y luego habrían levantado el cadáver de la cama para colgarlo de la barra de un armario con un cinturón.
Las fotografías de esa escena, tomadas cuando el médico criminalista Alfonso Chelén vio el cuerpo sospechosamente instalado en el armario, también desaparecieron en la investigación realizada por la justicia militar.
El Mostrador / EFE
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