miércoles, 1 de septiembre de 2010

Discurso del compañero Osvaldo Andrade en el primer Pleno del Comité Central

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE,
COMPAÑERO OSVALDO ANDRADE LARA,
AL ASUMIR SU MANDATO.
Primer Pleno del Comité Central período 2010 – 2012
Santiago, 21 de agosto de 2010


Camaradas
No es posible iniciar estas palabras sin un reconocimiento a los 33 trabajadores que se encuentran atrapados en la mina San José de la Región de Atacama.  Ellos representan con crudeza este Chile tan contradictorio. En la actividad que mayor rentabilidad y ganancias produce, se cometen los peores abusos contra precisamente los que generan, con sus manos y sudor, esta riqueza.  Es la codicia, eso que muchos señalan como el motor activador del mercado, ese afán de riqueza descontrolada que no teme poner en riesgo la vida de los que viven de un salario para obtener ganancias más allá de lo razonable. Esperamos que pronto se pueda llegar donde están y que esta agonía termine. Nuestra solidaridad con sus familias y con todos los trabajadores mineros de Chile.
Queridos compañeros y compañeras,
Hoy,  estamos nuevamente concluyendo una larga jornada, llena de sentidos y razones.  Hoy, hemos reiterado nuestra condición de socialistas; hoy hemos dicho: esto es lo que somos!!, esto es lo que queremos ser!!.  Hoy, hemos encontrado, otra vez, el sentido de nuestras luchas, de nuestras banderas.  Hemos encontrado, así como lo hicimos en las épocas más duras para Chile, la fuerza que pusiera Salvador Allende en nuestras manos y hemos sido responsables, cuando, en el seno de nuestros propios miedos y temores, avanzamos con la cronología de la historia.
Siempre hemos sabido, que nuestra tarea fundamental, consiste en transformar una sociedad que estructuralmente es desigual.  Hemos buscado las herramientas teóricas que permitan nuestro despliegue práctico, nuestra acción, nuestro compromiso. En el pasado, nuestras luchas confluyeron en el objetivo esencial de detener las fuerzas conservadoras del Chile de los años `30;  fuimos capaces de conformar una alianza con las fuerzas mayoritarias de la izquierda para derrotar a Jorge Alessandri,  y fuimos parte constitutiva, con aciertos y errores, de la Unidad Popular.  Fuimos protagonistas y testigos de un régimen inédito en la historia de Chile, que atentó contra el sentido más profundo de la  humanidad; vimos como nuestros compañeros y compañeras, fueron detenidos, torturados, expulsados, ejecutados y desaparecidos y, sin embargo, luchamos todos esos largos años por conquistar  la justicia y la democracia.
Hoy, estamos nuevamente acá, queridos compañeros y compañeras, porque hemos hecho nuestra la esperanza y el anhelo de continuar transformando la sociedad.  Hemos sido Gobierno porque hemos entendido el instrumento, la idea y el concepto de esa transformación; porque hemos tomado en nuestras manos  el propósito que guiara los pasos de Eugenio Matte Hurtado: el simple propósito de hacer felices a los demás. Por eso somos socialistas!  Por eso estamos acá!  Por eso sentimos orgullo de lo que hemos hecho, del legado del presidente Allende y la propuesta de los presidentes Lagos y Bachelet y de la fuerza que nos siguen entregando, miles y miles de socialistas, que nos dan ahora la tarea de articular la oposición, lugar en el cual nos colocó el pueblo de Chile.
Este acto eleccionario, propio por cierto, de la cultura socialista, reafirma nuestra vocación democrática. Quiero reconocer el esfuerzo, la dedicación y el compromiso de todas las fuerzas internas, de todas las corrientes de opinión, de todos aquellos y aquellas militantes que expresaron una idea, que fueron miembros de los Tribunales comunales y regionales, de los que fueron apoderados y apoderadas de sus respectivas listas, de los candidatos y candidatas, y de los más de 25 mil militantes, hombres y mujeres, que concurrieron a las urnas a expresar su voluntad.  El socialismo se ha hecho desde la diferencia, y desde la diferencia hemos sido capaces de construir y de soñar; esa diferencia que nos enriquece, que nos agrupa, que nos fortalece.  Pese a la inclemencia y la fuerza de la naturaleza, que azotó amargamente la zona centro-sur del país,  nuestros compañeros se organizaron, se movilizaron, se comprometieron. Fueron capaces de sobreponer el interés general, a la tragedia, el sentido y las razones de nuestras luchas colectivas, a las necesidades y deficiencias individuales.  Quiero agradecer en particular, a mi hijo Carlos por su dedicación y esfuerzo en mi campaña.
Hoy, estamos constituidos en el nuevo Comité Central del Partido Socialista de Chile, que conducirá los pasos del socialismo por los próximos dos años.  Este es el Comité Central del Bicentenario de la República, donde el pueblo de Chile nos ha puesto nuevamente en la oposición.
Nuestras luchas, queridos compañeros y compañeras, en los dos tercios de nuestra vida institucional, las hemos enfrentado en la oposición, o fuera del Gobierno.  Ser oposición no es algo nuevo para el socialismo, tampoco es algo dramático; es la condición que debemos enfrentar, críticamente, pero con firmeza y decisión, con la convicción de volver a ser mayoría.
Compañeras y compañeros
Entre diciembre y enero  perdimos la elección presidencial y, aunque a muchos ha costado en demasía entender el “por qué perdimos”, más les ha costado a otros entender que nuestro deber es ser oposición.  En cualquiera de los casos, siempre he dicho que es necesaria la autocrítica.  No hoy, sino siempre.  Siempre compañeros, pues la crítica es consustancial a nuestra condición de socialistas, pues el socialismo nació como una crítica al sistema capitalista, pues el socialismo es una crítica a esta sociedad desigual.  Sin embargo, me han parecido oportunistas los discursos que pretenden hoy día, presentarse como la salvaguarda moral de lo que somos, sin haber movido un dedo en el propósito de derrotar a la derecha, y que incluso facilitaron con sus acciones este triunfo.
Creo, como cualquier militante o ciudadano, que cometimos más de un error.  Qué duda cabe. Luego de haber sido capaces de construir un sistema democrático que aún mantiene inmensos desafíos, creo que la sociedad dejó de ser indulgente con sus gobernantes.  Cuando asumimos el año `90, el pueblo de Chile tuvo la madurez política para comprender que los cambios y transformaciones debían tener un decurso paulatino pero efectivo, y que, por tanto, debíamos acelerar nuestras políticas en la medida de los tiempos. Pero la sociedad chilena avanzó mucho más rápido que la clase política.  Nos quedamos atrás. Y, a pesar del exitoso Gobierno de la Presidenta Bachelet, hemos asumido nuestra condición de estar en la  oposición.
Varios fueron los factores que contribuyeron a ese resultado.
Perdimos la vocación de ganar, antes de perder la elección.
-          Perdimos las ganas de ganar, esa vocación de poder que es propia de la política, cuando en nuestra propia coalición, aparecieron las agendas personales y los proyectos individuales, cuando  se hizo más rentable un momento de pantalla, un minuto de fama o de aplauso, que cumplir con nuestra responsabilidad política de respaldar el Gobierno en todas las circunstancias, sobre todo en las más complejas y difíciles.
-          Perdimos las ganas de ganar, cuando algunos creyeron que conducir el país era una fiesta, y cuando pensamos que las circunstancias se bastaban a sí mismas.  Que el país debía entender nuestros tropiezos y considerar más nuestros avances.  Cuando al pueblo se le acabó la indulgencia y cuando nosotros empezamos a ser indulgentes con los nuestros, y dejamos de exigirles compromiso.
-          Perdimos las ganas de ganar, cuando de nuestras filas se apoderó la soberbia y la desidia;  cuando creímos que la meta era más importante que el camino, y que, con la habilitación ética que nos entregaba nuestra lucha frente a la dictadura, podía resultar imposible que ganaran esencialmente los mismos que en el pasado nos habían perseguido.
-          Perdimos las ganas de ganar, cuando la Concertación enfrentó dividida eventos electorales y fuimos indolentes “al ir por fuera”.
-          Perdimos las ganas de ganar, cuando nos pareció indiferente el mundo popular; sus exigencias de mayor igualdad y de participación efectiva en las decisiones que afectaban sus vidas. Cuando llegamos a creer que ese mundo ya no era necesario, que los desafíos hoy estaban en otro lugar, en otro lado; cuando nos pareció prescindible un dirigente sindical, un dirigente vecinal o poblacional; cuando los movimientos sociales pasaron a formar parte del paisaje y no eran parte de la construcción de nuestra democracia. Cuando pensamos que la acción política sólo se hacía desde la burocracia y no desde la gente.
-          Perdimos las ganas de ganar, cuando dejamos que las decisiones las tomaran los “técnicos” y no  los políticos.
Sin embargo, compañeros y compañeras, yo no soy de los que se sientan a llorar.  Soy de los que luchan.  Por eso fui candidato y por eso estamos asumiendo esta tarea el día de hoy.
Ya lo he dicho reiteradamente. Somos oposición pura y simplemente;  sin apellidos, sin dobleces, sin matices.  Es nuestra tarea, nuestra función principal, y, como naturalmente lo entendemos, debemos cumplir con nuestro deber y permanecer el menos tiempo posible en esta condición. Mientras los “académicos” piensan Chile, nosotros debemos transformarlo.  Sigue siendo nuestro tiempo y nuestra hora; siguen siendo nuestros sueños los sueños de millones de chilenos y chilenas, de las mayorías desposeídas de nuestro país; siguen siendo los sueños de los trabajadores, los que aun esperan, los que aún luchan, los que aún persisten.  Ser oposición es hacer oposición.   Ser oposición es ser alternativa de Gobierno.
Los socialistas sabemos servir al pueblo de Chile desde todos los espacios, desde todas las condiciones. Las condiciones que engendraron el socialismo chileno aún subyacen en las capas de la estructura social, por ello el socialismo sigue en pie, sigue en la lucha.  Este nuevo proceso que comenzamos a vivir nos impone nuevas responsabilidades y nuevos desafíos.  Este Comité Central será el responsable de dar la conducción política necesaria para hacer del Partido Socialista de Chile el eje de la nueva oposición, y  ser intérpretes comprometidos de los desafíos que el país nos demanda.
Compañeras y compañeros
Somos testigos del regocijo de la derecha, en tanto se han hecho del  país, tomando el control económico, de los medios de comunicación, y el control político, no trepidan  en asegurar el enriquecimiento de unos pocos en desmedro de  muchos.
Es la misma derecha de siempre, que desprecia la política, que no admite la diversidad, que no tolera la disidencia, que sabe mandar pero no gobernar, que le reconoce al mercado un poder absoluto y que sólo aspira a su despliegue incontrarrestable, que rechaza lo colectivo, que cree en la predestinación, que reconoce al consumidor y no al ciudadano, que entiende el desarrollo sólo desde el crecimiento y no en la distribución equitativa de la riqueza, que cree en la caridad del empresario y no en la negociación colectiva, que cree en los beneficios y no en los derechos sociales, que cree que la persona está en el mundo para competir y no para colaborar. Que entienden que los responsables de la situación de los mineros atrapados en la mina San José son los fiscalizadores y no los dueños de la empresa, expresión máxima de la codicia sin límite, y del abuso a los trabajadores. Dónde está la SONAMI que nos deleitaba el año antepasado con la propaganda televisiva de “los mineros de Chile”, ¿¿la recuerdan??. ¿¿Dónde está la C.P.C.,  siempre orgullosa del empresariado nacional??  ¿¿Por qué no denuncian  a los infractores si ellos los conocen mejor que nadie??
Por otra parte, le pedimos al Gobierno seriedad.   El país no es un teatro, y La Moneda no es un escenario. La altura de Estado a la cual nos acostumbraron nuestros Ex–Presidentes, seguramente remarca aún más la diferencia, y mientras la derecha aún se revuelca en el barro de su felicidad, de volver a La Moneda después de 20 años, y después de prácticamente 50 años, democráticamente, nosotros sabremos cumplir con nuestro deber.
Le pedimos al Gobierno que cumpla con sus obligaciones, que se dedique a gobernar, que no sólo se limite a anuncios sonoros, que se haga cargo de cumplir lo prometido. Le exigimos que cumpla con la Ley, que nos entregue el plan de reconstrucción pues el plazo legal está próximo a cumplirse.
Le pedimos al gobierno que exponga su agenda, que no se oculte tras el terremoto, que no siga mirando al pasado para encubrir sus incompetencias.
Le pedimos al Presidente que resuelva sus problemas de intereses, que aclare estas situaciones, que se libere de sus rezagos y asuma sus pendientes. Que ha pasado mucho tiempo para esto y  que las explicaciones ya no son razonables, ni siquiera para el sentido común.
Le pedimos al Presidente que de una vez por todos se dedique a gobernar.
El liderazgo de la Presidenta Bachelet hace temblar a la derecha.   Pues claro, si todo lo que hoy es la Presidenta Bachelet, es precisamente, lo que no es la derecha.  Su cercanía con la gente, su llegada; su condición de mujer luchadora, su vocación por los más débiles, por los más pobres; y sobre todo, por la impronta, el sentido y la dirección de su Gobierno que instauró un sistema de protección social robusto y poderoso.
Seguramente, hoy la gente se olvida.  Pero existió un Chile sin seguro de cesantía. El seguro de cesantía no es perfecto, claro está, pero el hecho es que antes no existía.  La derecha se opuso, y hoy dicen estar de acuerdo con perfeccionar el instrumento.  Existió un país sin Plan Auge, y estamos de acuerdo que no es perfecto y que debemos mejorarlo, pero recordemos que en Chile no existían tales garantías de salud. La derecha se opuso, y hoy bregan por incluir más patologías. Existió un país que no protegía a su gente: hoy tenemos un sistema de protección social. Una reforma previsional que garantiza pensiones aun cuando la trayectoria laboral no admita contribuciones.
La derecha ha llegado atrasada 20 años siempre a todos estos debates. Luego de que ya lo hicimos, ahora les parece razonable.  Es correcto, otra cosa no podemos esperar del mundo conservador y confesional.  Así son, así han sido siempre.  Son los herederos de Pinochet y  aunque hagan todo lo posible, no pueden ocultarlo.
Compañeras, compañeros
Estas diferencias, nos empujan a pasar de lo que somos a lo que debemos ser.  Bien sabemos que el mundo y Chile han cambiado; que hemos sido testigos y protagonistas de importantes transformaciones sociales y culturales. Porque hemos avanzado, enfrentamos nuevos retos.
Hoy vivimos un Chile cuya democracia ha permitido la emergencia de todo -o casi todo-. Hemos sido parte de esa construcción y estamos orgullosos de ello.  
Queremos un Chile que respete la diferencia, que sepa escuchar al más débil, que lo defienda, que lo proteja. Queremos un Chile que defienda con gallardía sus fronteras, pero que sea capaz de derribarlas si así es necesario.  
Hoy, los invito de nuevo a soñar.  El país nos convoca, el país nos requiere, el país nos llama. El pueblo nos interpela. Todos son bienvenidos en la construcción socialista, los que se fueron y los que aún requieren una señal, o una muestra.  Pues esto es, aquí estamos de pie, con nuestros símbolos y nuestras banderas. Aquí estamos de nuevo; desde lo que somos les hablamos a los jóvenes, a las mujeres, a los trabajadores, a las grandes mayorías desposeídas de nuestro país.
Hoy, vamos a seguir insistiendo en el fortalecimiento de la democracia. Por eso, tal como en el pasado eliminamos los senadores designados, hoy queremos cambiar el sistema binominal por uno proporcional y el voto para todos los chilenos, por cierto a los que viven fuera de nuestras fronteras, sin condiciones.  Porque creemos que el voto es un derecho y también un deber.  Por eso, creemos necesaria una amplia y profunda reflexión respecto de la Constitución Política que necesita Chile.  Por eso, no le tememos a la voz del pueblo, y creemos necesario instaurar primarias reales, ciudadanas y vinculantes para definir nuestros candidatos, en todos los niveles  Por eso, aunque suene aún complejo y difícil, debemos trabajar por el tránsito de una democracia representativa a una democracia participativa. A una auténtica descentralización y desconcentración del poder. Al plebiscito, a la iniciativa popular de Ley, a la revocación.  Por eso, y justamente por eso, estamos convencidos de que el pueblo sabrá comprender el profundo alcance de nuestra política.
Pero debemos enfrentar otro flagelo. La pobreza nos interpela brutalmente. No se sostiene un país, no se cautela la democracia, no se logra la paz social, si no se superan las profundas brechas de desigualdad que aún persisten, especialmente respecto de los jóvenes y las mujeres. Los socialistas no podemos aceptar como un hecho inevitable que el sistema económico genere desigualdades y las políticas sociales se hagan cargo de los postergados. Sólo se enfrenta la pobreza desde la dignidad del trabajo. Sólo se sale de la pobreza con un trabajo decente y con un salario justo. El 64% de los pobres son asalariados.
Por esto, una verdadera  reforma laboral, con centralidad en la sindicalización y la negociación colectiva, una reforma tributaria para que los que más tienen contribuyan más, una educación pública de calidad que genere auténticas oportunidades y un sistema de protección social que garantice derechos esenciales, constituyen los pilares de la propuesta socialista para enfrentar la pobreza y disminuir las desigualdades vergonzantes que aún persisten en Chile.
Más democracia y más justicia social son  los ejes ordenadores del proyecto socialista, hoy más vigentes que nunca.
Camaradas de tantas luchas
Hoy, estamos aquí, para rescatar la política.  No es tiempo para reproches, ni para tibias declaraciones.  Es la política la que nos permite avanzar; es la política la que nos entrega las herramientas;  es la política la que nos permite construir desde la diferencia.  No se trata, queridos compañeros y compañeras, a propósito de un debate bizantino, de si somos de las nuevas o de las viejas generaciones: se trata de nuestras ideas, de nuestros sueños, de nuestros ideales.  La atalaya desde donde hoy miramos el país, los incluye a todos y a todas.  Reitero,  a todos y a todas.
Vamos a seguir bregando por el fortalecimiento de la Concertación, por la necesidad de sus ideas, por la exigencia de su expansión.  Vamos a seguir insistiendo en recuperar la vocación para ganar, vamos a seguir creyendo que en la alianza entre el centro y la izquierda se larva todavía la posibilidad de nuestra victoria, y que nuestras convicciones se encuentran plenamente vigentes.
Es por eso, que nuestras tareas son variadas y profundas, y debemos saber siempre diferenciar lo urgente de lo importante.
1.             Debemos hacer oposición como corresponde a nuestra cultura democrática.  La cultura democrática que pertenece al patrimonio de la Concertación, por lo que luchamos, por lo que nuestros compañeros y compañeras dieron la vida.  Por ello, somos y seguiremos siendo políticamente responsables e intelectualmente audaces.
2.             No debemos volver a perder la vocación para ganar.  La Concertación es una alianza que une el centro político con la izquierda, y sigue siendo el instrumento necesario para ganarle a la derecha.  Clodomiro Almeyda decía que la consigna avanzar sin transar era una consigna esencialmente antipolítica, puesto que evitaba la idea de que la política era el ejercicio de articular las diferencias, y construir una posición común. La Concertación requiere reforzar su identidad desde la diferencia, y debemos entender que nuestro objetivo es derrotar a la derecha;  que nuestros adversarios están allá, y no en la Concertación.  Del mismo modo será nuestra tarea ampliar esta convocatoria para configurar una mayoría nacional, social y política que considere a todos aquellos que tienen como propósito común desplazar a la derecha del Gobierno.
3.             Debemos volver a conectar al Partido Socialista con el mundo popular.  De ahí es de dónde venimos, eso es lo que somos, eso es lo que representamos. Debemos seguir siendo la hebra que une las demandas sociales en una posición política, en una mirada de mundo, de sociedad. No queremos el poder por el mero propósito de administrar sus recursos o sus instituciones; queremos el poder para transformar, queremos el poder porque sabemos que somos el crisol donde se funden las esperanzas de miles y miles de chilenos, queremos el poder porque sabemos que nuestras ideas siguen siendo eco de las grandes ideas de justicia social, de igualdad.
4.             Nuestra tarea es derribar los personalismos que pretenden relucir por sobre la tarea colectiva. Ya lo vimos durante el Gobierno de la Presidenta Bachelet, como algunos compañeros empeñaron sus pasos en la tarea chica, pequeña; en la rencilla, en la pantalla y, finalmente, en la descalificación de aquel que pensaba distinto. Nosotros fuimos leales a la Presidenta Bachelet, trabajamos por ella, trabajamos con ella.  Ella representó un anhelo insustituible de la razón socialista, y sigue siendo una llama, un clamor, un futuro.
5.             De ahí que nuestros objetivos prácticos dicen relación con el proyecto municipal, parlamentario y presidencial.  Debemos corregir los errores que contribuyeron a la derrota de Diciembre y Enero.  Nuestra vocación requiere la conexión con la ciudadanía; necesitamos un nuevo impulso, una nueva idea.  Más candidatas mujeres! Más candidatos jóvenes! Más política en los desafíos que tenemos, compañeros y compañeras!!!
Queridos compañeros y compañeras,
¿Qué Partido queremos? ¿Qué Partido estamos dispuestos a construir? Tenemos el desafío de hacer el Congreso que el Partido requiere, donde tengamos el espacio de discusión, reflexión y deliberación, democrático y fraterno, tan necesario e importante para nuestra organización. Tenemos desafíos internos, orgánicos y estatutarios, indudablemente. Todo ello encuentra su sentido fundamental en las tareas políticas que nos corresponde asumir y son el vehículo para la política: la reflexión ideológica, la discusión programática y de proyecto que nos ordene, la estructura territorial, el tribunal supremo, las funciones administrativas, las reglas y los procedimientos, la valorización del COMUNAL como el actor central de nuestra política, el controvertido padrón, en fin tantos temas. El Congreso del Partido es una oportunidad a la vez que un instrumento, no es la solución general a nuestros problemas, como algunos creen.
El Congreso debe ser también una oportunidad de escuchar a los ciudadanos. Los congresos comunales deben ser una oportunidad de escuchar a dirigentes sociales, estudiantiles, sindicales, de mujeres, es decir de escuchar, por crudo que sea, a todos aquellos que tienen algo que decirnos y que mucho nos ha faltado oír.
El Congreso es la oportunidad de retejer esa vieja relación que caracterizó a los socialistas con el mundo popular, con los trabajadores y con las nuevas expresiones de asociación, tan diversas en nuestro país pero tan ricas en activismo y lucha.
Compañeras y compañeros
Hoy, nos encontramos nuevamente con nuestra propia historia.  Puedo mirar el futuro con optimismo, porque puedo saber que cuento con el Comité Central del Partido Socialista, que me ha dado su respaldo, para enfrentar los nuevos desafíos que el país nos impone.  Somos más que ayer; tenemos que ser  mejores.
Gracias, queridos compañeros, gracias queridas compañeras. Hoy empieza una nueva etapa. Sé, que desde hoy, represento a todos los socialistas; a los que votaron y a los que no votaron.  Entiendo la responsabilidad que recae sobre mí. Seguiré luchando por Chile, como lo he hecho toda mi vida.
¡¡¡Viva el Partido Socialista de Chile. Vivan los trabajadores!!!

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