Eleazar Garviso Gálvez La Serena Con 66 años, Rolando Calderón es considerado un histórico en el Partido Socialista. Muchos admiten que era considerado un delfín de Salvador Allende. En los '60, seguidor del Che Guevara y la revolución cubana, pero en 1970 un defensor acérrimo de la vía democrática para conquistar La Moneda. De la misma forma se la jugó hasta el final por la opción del plebiscito para evitar el golpe de Estado. Estuvo a punto de morir en un atentado mientras estaba asilado en una embajada en Santiago. Salió exiliado. Tras el retorno a la democracia se transformó en senador por Magallanes y el 2006 la propia Presidenta Michelle Bachelet lo eligió su gobernador en Elqui. Con ese currículum llegó a la zona. Sin embargo, para la mayoría era un desconocido. Pero no para los partidos políticos. Ni menos para la mandataria. Durante los cuatros años que estuvo en el cargo dio contadas entrevistas. Cuando accedía las circunscribía estrictamente a la función a la cual había sido encomendado. Sólo hizo una excepción cuando recién llegó y al término de su gestión entre la primera y segunda vuelta presidencial. A pesar de su peso político evitaba al máximo referirse a su accionar en los '60 y '70. Menos emitir juicios políticos. Su rostro aún denota las secuelas que dejó el atentado del que fue víctima en diciembre de 1973. Este es un tema sensible. De hecho, durante años quisimos contrastar las informaciones que se entregaron en su oportunidad sobre este incidente, pero él siempre declinó. Hasta ahora. En una extensa entrevista con diario El Día repasó su accionar como líder de la CUT, su postura en la convulsionada década de los '60, el giro que experimentó a principio de los '70, el atentado, el exilio y su aporte tras el regreso a la democracia. Pero su mirada no sólo se queda ahí. También habla de su visión crítica tras la derrota de la Concertación en las últimas elecciones presidenciales y su paso por la Gobernación. Una especie de memorias políticas. El mismo reconoció que algunas confesiones no las había contado nunca. No obstante, durante todo el encuentro pidió encarecidamente que cada uno de sus planteamientos fuesen asimilados en su contexto. Para él este hecho es clave. Esto porque asegura que en algunas situaciones se han cometido errores históricos que lo han perjudicado. En los '70, Rolando Calderón era el tercer hombre del Partido Socialista. Tenía un fuerte ascendiente en las bases lo que lo hacía generar apoyo en las elecciones internas. Pero no sólo eso. Se transformó, con 26 años, en el ministro más joven del gabinete de Allende. "Yo no publicito eso, pero fui el ministro más joven en la historia de Chile". Pero su mayor reconocimiento estuvo en el sector campesino. Este ascendiente lo llevó a ganar posiciones al interior de la Central Unica de Trabajadores, cuando esta entidad era fuerte en Chile. Con una votación histórica se transformó en secretario general a principios de los '70. Muchos tildaron a Calderón como el segundo Carlos Altamirano. Un duro. Sin embargo, él se ha encargado en todos los tonos de precisar que a finales de los '70 efectuó un giro a su accionar cuando advirtió una posibilidad clara de que Salvador Allende podría llegar a La Moneda por la vía democrática. También se le ubicaba en el grupo de los Termocéfalos. Una corriente radical al interior del PS que propugnaba la vía armada. El no oculta que en los años '60 concordaba con las posiciones que tenía la juventud latinoamericana que consideraba "que el cambio social era utilizando todas las formas de lucha. En los años '60 la revolución cubana fue y jugó un gran impacto en el continente. Se luchaba por la tierra. Se me ligaba porque era natural, porque me cautivaba el Che Guevara y esa postura tan noble de la Revolución Cubana y el continente estaba lleno de eso. Pero después, cuando se produjo la posibilidad de ganar, cambié mi posición y fui el que decidí la propia candidatura de Allende porque era un fenómeno social. El pueblo estaba con él. La legitimidad del gobierno de Allende era gigantesca". Su vinculación con el sector campesino le permitió conocer de primera mano el proceso de Reforma Agraria que impulsó Eduardo Frei Montalva y luego profundizó Allende. Su análisis es que existían grandes extensiones de tierras, pero que no proporcionaban beneficio a la gente, "eran improductivas. El avance de la modernización de la agricultura que hay ahora se debe precisamente a la Reforma Agraria existente en su tiempo, tanto la de Frei Montalva como la de Allende. ¿Quién no era partidario? La Iglesia tuvo una idea muy positiva en ese sentido". Calderón también recuerda que en los '60 y principios de los '70 había elementos de mucha injusticia. "La ley de Reforma Agraria fue un punto de muchas luchas del campesinado. En lo que participaron a favor de ellos, fundamentalmente, demócratacristianos y socialistas. En algunas partes yo fui partidario de tomas de tierras y de luchas reivindicativas, de marchas. Esa era mi forma de actuar. Eso lo consideraba absolutamente justo y era necesario hacerlo y fue vital hacerlo para el desarrollo del país. Sin hacer eso no se habría avanzado nada en la agricultura futura". CHAIHUÍN: EL EPISODIO QUE EL PS QUISO OLVIDAR Cuatro meses antes de la elección de Salvador Allende, el ambiente político se remeció con el desmantelamiento del campamento de instrucción guerrillera de Chaihuín. Era mayo de 1970. Este recinto se ubicaba en medio de una selva valdiviana donde se cumplía una secreta preparación militar. En la oportunidad, Carabineros detuvo a seis jóvenes acusados de organizar una guerrilla en la selva austral. Fueron vinculados al Partido Socialista. Sin embargo, el entonces jefe del Partido, el senador Aniceto Rodríguez, se apresuró en afirmar públicamente que "ninguno de ellos es militante". Este tema complicó al socialismo. Temían que afectara la candidatura presidencial de Salvador Allende quien buscaba llegar a La Moneda por la vía democrática. Esto ocurría en Chile, mientras en el resto de Latinoamérica, la izquierda marxista postulaba mayoritariamente la vía armada para lograr el poder. Sin embargo, en nuestro país se consolidó una alianza (UP) que finalmente triunfó en las urnas. Los detenidos pertenecían al sector más radical del PS. Una corriente que no confiaba en que el proceso democrático sería respetado, principalmente por Estados Unidos. Tras el giro que experimentó el partido, sobre todo ante la derrota de Allende en 1964 y a partir de 1967 luegodel Congreso de Chillán donde un sector adoptó la tesis de avanzar sin transar, todo influenciado por los focos guerrilleros y la imagen del Che Guevara, estos jóvenes alcanzaron una importante posición al interior del PS. El estreno fue la toma del fundo San Miguel de San Felipe que produjo un duro enfrentamiento entre campesinos y fuerzas policiales. Esta facción fue conocida como Organa y de acuerdo a escritos de la época era liderada por Rolando Calderón y Exequiel Ponce. Pero, junto con el episodio de Chaihuin, el Partido Socialista quería olvidar la controvertida desaparición de Jorge Federico Barraza Barry ( 27), estudiante de quinto año de Economía en la Universidad de Chile. El Kiko, como lo llamaban, era quien más conocía el lugar y la forma de acceder a este recinto. En mayo de 1970, este ex cadete naval viajó al sur con la orden de desmantelar el campamento. En el PS había informaciones indicando que sería allanado por fuerzas militares. Si bien llegó al lugar y cumplió la misión, su rastro desapareció. Nunca más se supo de él. Pese a que internamente se le reconocía como un socialista, el partido evitó hablar públicamente sobre su desaparición. A Calderón se le vinculó como el líder que estaba a cargo del grupo de Chaihuín. Cuando periodistas del CIPER (Centro de Investigación Periodística) , quien efectuó una extensa investigación sobre las últimas horas del ex cadete, contactaron a Calderón mientras ejercía como Gobernador de Elqui, éste declinó hablar sobre esta materia. Sin embargo, en entrevista con diario El Día se refirió lacónicamente y dejó en claro que es un episodio del cual le cuesta hablar, "ese es un tema delicado". Pero después de un largo silencio afirma que "Kiko Barraza era un infiltrado dentro de ese grupo. Era un infiltrado de derecha…yo tenía buena opinión de él. El participaba de todo el movimiento que existía". A Calderón le complica explayarse porque teme que no se entienda el contexto. "Para qué me voy a referir, si era una autoridad (tiempo de gobernador). Uno es hijo de su tiempo y la persona que no es hija de su tiempo no sé que racionalidad política pueda tener. Depende de las condiciones existentes y eso es en base a los mismos principios que uno tiene. Por eso estas entrevistas poseen su problema. Porque tienen que verse en los contextos en que se dan las cosas. Uno actúa de acuerdo a la realidad o a lo que tiene de por medio..." Descarta igualmente haber sido el responsable máximo del campamento en el sur, "influí en ese proceso, pero no estaba a cargo de él. La gente que se preparó fue el GAP de Allende... Fui una vez a conversar, pero no dirigí ese proceso". Para seguir hablando, Calderón vuelve a que se tome en cuenta el contexto en que se vivía a finales de los '60 e inicio de los '70. "Por qué no ver que la radicalizació n del país era gigantesca. Por qué no ver que Tomic (Radomiro) tenía que hacer el mismo programa de Allende (candidatura presidencial) . Por qué no ver que sencillamente Frei antes tenía en su programa muchas cosas de radicalizació n absoluta, tanto que tuvo mártires. En la Reforma Agraria tuvo un mártir y las críticas que le hacían eran gigantescas. Incluso, un golpe de Estado". LOS ULTIMOS ESFUERZOS POR EL PLEBISCITO El 11 de septiembre de 1973 Calderón estaba enfermo, pero igual se levantó porque tenía contemplado hablar en el seno del consejo de la CUT sobre la necesidad imperiosa de publicitar el plebiscito y por el cual se había jugado hasta el último "porque de lo contrario iba a venir un golpe. Desangrarían a nuestro país", pero no alcanzó a concretar ese objetivo. "Había posturas duras, pero yo fui cordón por cordón discutiendo con la gente. Había que exigir a los partidos y convencer a la DC deque debería convocarse el plebiscito, para evitar el golpe militar". Pero era demasiado tarde. Por la radio se enteró del movimiento golpista. Luego recibió el llamado del propio Allende quien ya estaba en La Moneda. "Antes de las 08: 00 de las mañana me llama para decir que hay un golpe de Estado. Que se había sublevado la Marina. Luego me hace un segundo llamado. Me pregunta dónde estaba yo y me dijo -'qué van a hacer'- Le contesté que 'la decisión de la gente es que se tomarán las fábricas en defensa del Gobierno'. El me señala -'no hagan ni tal, porque los van a masacrar". Recuerda que en ese diálogo encontró a un Allende tranquilo. "Nada de quebrado. Muy posicionado en sus cosas". En su fuero interno, Calderón cree que el mandatario socialista "cometió el error en adelantar que iba a convocar el plebiscito. Esa era la salida para evitar el golpe". Tampoco cree la tesis que se fraguó con el tiempo que el detonante de la intervención militar fue el encendido discurso del secretario general del PS, Carlos Altamirano en el estadio Chile el 9 de septiembre. "El golpe venía no por el discurso de Altamirano, sino por las transformaciones profundas que se estaban realizando". EL MITO DE LA DEFENSA ARMADA Siempre se dijo que el Gobierno socialista de Salvador Allende repelería cualquiera intentona golpista con la defensa del 'pueblo' disperso en los cordones industriales. De hecho, los medios opositores de la época hablaban de la internación de armas y la instrucción que les entregaban a los pobladores. Sin embargo, tras la acción militar, nada de eso se concretó. Es más, el propio secretario general del Partido Socialista, Carlos Altamirano, reconoció en 1989 que ni él se explica que ocurrió el 11 de septiembre de 1973 en materia de seguridad. Calderón afirma que se efectuó una contracampaña, "porque no hubo nada en ninguna parte. Eso no existió. Lo que existieron fueron grupos de autodefensas de los partidos…Lo que se formó fueron cosas mínimas. Le vuelvo a decir, para autodefensa de los partidos y eso se hizo en diferentes partes del mundo… No existía nada, nadie tenía armas. No tenía el PS, ni el PC, ni el MIR. Si hubiera existido una preparación para oponerse a una acción de otro tipo, hubiese sido una cosa mucho más organizada. Yo tampoco tuve las casas de seguridad necesaria". La prensa de la época sindicaba a Calderón como uno de los responsables de la parte militar del partido. En otras palabras, de que funcionara la defensa del Gobierno en caso de un golpe de Estado. "No, eso es un mito. Nunca estuve en la parte militar. Lo he repetido en algunas partes, no estuve nunca en eso. De manera que ahí hay una mentira histórica. Ahora, se basan en que yo, en los tiempos del Congreso de Chillán 1967 (de avanzar sin transar), planteaba y era de la tesis que las conquistas había que defenderlas, que en todas partes se daba. No hay que olvidar que todas las ganancias electorales progresistas fueron derrocadas por la fuerza (República Dominicana, Brasil). Yo estaba de acuerdo que lo fundamental era la gente. Entonces, utilizaban esas posiciones mías". Calderón sostiene que el gobierno de Allende era tremendamente popular y con un fuerte apoyo, "pero no en los sectores medios. La gran falla nuestra en ese sentido era que no fuimos capaces de sumar todas las fuerzas que ha-bían, pero no quiere decir que no íbamos creciendo, él siempre iba creciendo". Insiste igualmente en que es equivocado el planteamiento de la defensa que se podría realizar desde los cordones industriales. "Ese es un mito. Lo que existía era gente movilizada y gente que respaldaba a Allende". -¿Movilizada con armas? "No, sin armas, movilizada y las tesis que existían en esos temas es que era imposible defender de esa manera al Gobierno, porque no se puede defender frente a las fuerzas muy capacitadas y preparadas. Todo eso es un mito". Lo mismo piensa del denominado Plan Z, que supuestamente organizaba la izquierda. "Esa fue una invención para hacer aparecer lo que hicieron. Estando preso me preguntaban por las no sé cuantas metralletas que había en la central de trabajadores, pero yo les manifestaba 'por qué se miente .¿Qué metralletas? Ustedes saben que no existen'. Se hizo para justificar las cosas del golpe". EL ATENTADO QUE CAMBIÓ EL RUMBO En diciembre de 1973, Calderón era buscado intensamente por los militares. Había aparecido en el tercer bando. Logró asilarse en la embajada de Suecia, donde en la UP funcionó la delegación de Cuba. Parecía el lugar perfecto para estar a salvo. Sin embargo, el 19 de diciembre sufre un atentado que estuvo a punto de costarle la vida. Ese día se levantó temprano y caminó por el interior de la embajada. En un momento cruzó un diálogo con una secretaria sueca. En eso estaba cuando recibió una fuerte descarga desde el exterior. Una bala calibre 22 hacía blanco en su cabeza. De inmediato se activó un dispositivo para atenderlo. Se había pensado llevarlo al hospital El Salvador, pero después fue trasladado al Hospital Militar. Allí no sólo enfrentó su recuperación, también quedó preso. Durante este tiempo comenzó una particular relación con los militares que custodiaban el recinto. "Me trataron de asesinar y otros me defendieron, pero es un cuento largo". Por décadas este episodio lo mantuvo sólo en su memoria. Simplemente no quería hablar. "No me gusta vivir del pasado, sino del presente. Siempre fue así. Considero que muchos se dedicaron a hablar del pasado, pero yo no voy a vivir del pasado. De hecho, ahora estoy hablando desde otra óptica". Su caso tuvo una fuerte repercusión periodística. Incluso, en provincia. En el diario El Día fue portada durante varios días. Las informaciones eran confusas. Se hablaba de una purga entre socialistas y comunistas. Incluso, se publicó que el autor del disparo habría sido Max Marambio, el mismo que en la última campaña presidencial apoyó a Marco Enríquez Ominami y era el líder del GAP. Pero Calderón lo desmiente. "Teníamos una gran relación en ese tiempo. El era más cabro y yo eramuy amigo de su padre Joel Marambio. Ellos me apreciaban y querían". Pero siempre supo que los autores habían sido los militares. Rememora que en una oportunidad, estando en Italia, "determinados oficiales quisieron decir que me habían disparado y que querían verme, pero nunca me interesó. Sé quienes me dispararon, pero nunca me quise meter en ese tema". Su causa detonó un movimiento mundial a nivel sindical "Llegaron doctores a tratar de operarme, pero nunca lo permitieron. Me tenían preso y me presionaban. Me decían que dijera que yo apoyaba la 'tranquilidad y pacificación' (del Gobierno militar), pero les decía que no lo compartía. 'Te operamos si dices tal cosa', pero nunca acepté". Fue tal el revuelo que generó su situación que en un momento circuló la información que lo visitaría Augusto Pinochet Ugarte. "Yo contestaba, 'que venga'. Me preparaba para ser duro con él y si me mataban, bien. Era posible que, como iba a ser duro con él, me mataran ahí, ". Al final no llegó Pinochet, pero sí concurrió Sergio Arellano Stark. El mismo que había liderado hacía pocos meses (octubre de 1973) la trágica caravana de la Muerte. "Me preguntó 'Cómo está'. Le señalé que no tenía ninguna libertad. 'Aquí me tienen todos los días custodiado e incomunicado. Ni siquiera puedo escuchar música'. 'No, me dijo- usted no está incomunicado' - '¿Como que no?, le respondí, 'acá no puedo hacer nada. Día y noche estoy presionado militarmente' . Entonces, me consultó -'usted, por qué quiere irse'- le respondí que no concebía eso (dictadura). En un momento me insistió que 'cómo se va a ir a Suecia', le respondí que 'ahí se vivía en democracia'. Entonces, me replicó, -'nosotros no tenemos nada en contra de usted- así será, pero yo no coincido contigo (general Arellano)". Pero el diálogo no terminó ahí. También Arellano se refirió a un tema aún más sensible. Los responsables del atentado. "Me dijo, 'nosotros no le disparamos'. Pero yo le indique, 'sí, ustedes me dispararon. 'No le disparamos' -me insistió- 'porque resulta que usted fue herido por una bala especial calibre 22 y nosotros no usamos esa bala especial'. Le repliqué, 'mire ese fusil que tiene ese militar (lo apunta), qué calibre tiene' y hasta ahí quedó. Había precisamente entre la gente que lo acompañaba una persona que tenía un fusil calibre 22 con mira telescópica. Pero, me insistió, 'nosotros no te hemos disparado'". Arellano cambió el giro de la conversación y le preguntó directamente lo que deseaba. Calderón respondió claro: "Que me den la oportunidad de salir del país. -'Lo voy a hacer', me contestó. Nosotros no tenemos nada contra usted". -¿Le creyó a Arellano Stark? "Lo hicieron después". -¿Se explicó por qué lo hicieron? "Porque era demócrata cristiano y su familia era democratacristiana. Y fue presionado enormemente por su familia y muchos democratacristianos del hospital militar me apoyaron muchas veces. Se producía un problema entre los militares". Pese a que dice estar consciente de los horrores que provocó el paso de la Caravana de la Muerte, reconoce que "la conducta conmigo fue otra. Además , una persona que envió él me dijo: 'hemos salvado a Raúl Ampuero, Pascual Barraza, Aniceto Rodríguez, porque eran personas íntegras. Y a usted lo vamos a salvar porque es una persona íntegra. Una persona que no se ha enriquecido de la política. Y lo único que haremos es hablar con los servicios para que no lo repriman'. Después me permitieron salir por la presión internacional" . Durante su estada en el Hospital, muchos militares le enrostraban su dureza en el trato. Esa actitud era interpretada como una osadía y una afrenta para las Fuerzas Armadas. "Cuando estuve preso con los militares siempre les decía 'ustedes no van a poder gobernar. Con qué van a gobernar'". Su actuar era desafiante. "Lo hacía cuando venían los cambios de guardia, pero tenía que hacerlo. Les decía, 'a mí no me vengan a presionar, no le tengo miedo al fusil y no me anden pasando las balas. Conozco esas cosas'. No me dejaban dormir, me amenazaban y me corrían las balas. Me decían que tenían que sacarme las esquirlas (alojadas en el cerebro producto de la bala). Todas presiones. Cuando ya terminó todo eso me manifestaron que 'lo único que le pedimos es que cuando ya termine todo esto y ustedes lleguen a acuerdo (retorno a la democracia), tengan la misma deferencia que hemos tenido con usted'". -¿En los '90 la tuvo? ¿se acordó de eso? "Con esa gente sí, con militares especiales". Cuando se reveló que el ex Presidente demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva fue asesinadoal interior del hospital mientras fue sometido a una operación de rutina, Calderón no se sorprendió con ladevastadora noticia. Esto porque confesó que esta misma forma buscaron los militares para eliminarlo a él. "Intentaron hacer eso y me salvaron determinados militares. Me colocaron algo especial, pero una guardia observó que estaba morado y paralizado y rompieron el propio cerco de los militares y llegaron ahí porque veía que me moría y paralizaba. Cuando eso ocurre intervienen otros inuniformados porque yo estaba absolutamente incomunicado y otros doctores rompen la incomunicació n y me recuperan". Tras la operación, Calderón quedó con secuelas. Aún carga con lo que significa tener esquirlas alojadas en una parte de la cabeza. "Fui operado muchas veces. Quedaron restos de esquirlas todavía. Es por ello que no puedo hacerme una resonancia magnética". EXILIO Le cuesta hablar del exilio. Pudo quedarse en Cuba. Sin embargo, optó por aceptar el apoyo de Suecia y también se trasladó a Alemania y Francia. A finales de los '80 estuvo en Argentina. Desde allí trabajó para lograr buscar la salida del plebiscito del Sí y el No. Admite que con el tiempo hubo fuertes diferencias de cómo enfrentar el tema del trabajo partidario. "A veces se querían imponer las direcciones desde el exilio sobre la gente que estaba en el interior (Chile). Yo fui uno de los que colocó en el seno del partido que lo central era que deberían determinar los que estaban en el país. Por muy capacitados que estuvieran los dirigentes en el exilio, ellos no podían tomar la conducción y dirección del movimiento". Fue en ese periodo y proceso que desafiando la dictadura y el poder militar, ingresó dos veces a Chile en forma clandestina. Asegura no arrepentirse. "Eso tiene que ver con las convicciones, además que desde muy joven me enfrenté a los temas a riesgo de cualquier cosa". Calderón evita hacer un mea culpa por las responsabilidades que tuvo la alianza de la Unidad Popular en la debacle del Gobierno de Allende. Prefiere utilizar el término reflexiones. "Falló un proceso que tenía raíces profundas, históricas y de un ascenso a la democracia profunda y que se cometieron errores de no afianzar una alianza con la DC". De la misma forma no da crédito a la tesis que bajo la UP en Chile se intentó instalar la dictadura del proletariado. "Qué sentido tiene todo eso si el líder de ese movimiento era Allende. El era respetuoso de la institucionalidad, de las organizaciones sociales, de las luchas estudiantiles, del parlamento. Llegó a ser Presidente del Senado. Por qué se trata de colocarlo en un sentido de que fueron solamente errores de Allende lo que llevaron a lo que llevaron (golpe), no. Acaso no están reconocidos los documentos de Kissinger, la CIA". Calderón reconoce que algunos sectores del Partido socialista se radicalizaron, pero también afirma que los acuerdos del último Congreso del PS de 1971 "no fueron los mismos de Chillán. Desde luego que hubo un cambio profundo. Hay que ver los cambios en el periodo histórico y en ese periodo histórico toda la gente se colocó al lado de Allende. Las fuerzas que disputaron Chillán se colocaron al lado de Allende". PINOCHET Para Calderón, la figura de Augusto Pinochet Ugarte no era desconocida. Durante la UP habían coincidido en más de una oportunidad. De hecho estuvo al tanto cuando el propio general Carlos Prats lo propuso como su sucesor al propio Allende. "Pinochet en ese tiempo jugaba a democrático. Lo ví varias veces en la propia casa del Presidente Allende. Pinochet tuvo conversaciones con nosotros para ayudar al proceso del Gobierno popular". Pero el 11 de septiembre de 1973 conoció su accionar en propiedad. "Pensé que era un embaucador y un traidor. Nunca hay que perder de vista que fue precisamente Prats (Carlos) el que lo recomendó. Allende confiaba en Prats y él le propuso precisamente a Pinochet, pero él escondía sus posiciones". En 1998 se volvieron a reencontrar. Fue en un ascensor en el Congreso en Valparaíso. Pinochet revisaba las instalaciones donde aterrizaría como senador designado tras dejar la Comandancia en Jefe del Ejército. "Un ex ministro del Trabajo de Frei Montalva (William Thayer) me dice. -' senador ¿usted lo conoce?, es el senador Pinochet'. Entonces le dije, 'sí, lo conozco' y paré la cuestión, porque él quería que nos saludáramos. Y se generó una cosa tensa". GABINETE En noviembre de 1972 Allende realizó un nuevo cambio de gabinete. Estuvo caracterizado por ser cívico militar. En Interior se eligió al Comandante en Jefe del Ejército, Carlos Prats, mientras que Rolando Calderón asumía en Agricultura. Ambos había coincidido en el Gobierno de Eduardo Frei Montalva. "Lo conocí cuando hubo un intentó de golpe en contra de Frei Montalva (Eduardo) y fui a conversar con Prats porque nosotros nos oponíamos a un golpe en contra de Frei. Hubo un diálogo". Algunas editoriales de diarios de la época criticaron el arribo al ministerio, sobre todo por su “pasado” en conflictos de tenencia de la tierra. |