Con estupor, asombro e indignación, nos hemos
impuesto de la condena que la injusticia española ha impuesto al noble luchador
por la justicia y los derechos humanos, el juez don Baltasar Garzón.
Su notable ejecutoria no sólo se levantó en
su patria, la España posfranquista, sino también contra varios dictadores,
capataces impuestos por el imperio en otras latitudes, consolidando con ello la
naciente legislación internacional en lo que a derechos humanos se refiere.
La conducta de la justicia se ha traducido en
la tradicional impunidad de los delincuentes de crímenes de estado, entre ellos
el de Augusto Pinochet Ugarte, que escapó de la acción legal y de la condena en
España e Inglaterra, gracias a la vergonzosa gestión diplomática y política del
gobierno chileno.
No es necesario avocarse a la revisión de las
obscuras vertientes legaloides que han permitido esta oprobiosa condena al juez
Garzón, pero sí hay que señalar que el aparato burocrático de la justicia
debería comenzar por considerar su propia conducta, que ha sido reiterada en
solapar y permitir la tortura, prisión y exilio de miles de personas, así como
los crímenes cometidos durante las varias dictaduras en el poder, tanto en
España como en América Latina.
La relevante actividad del Juez Baltasar
Garzón en favor de la legalidad internacional, que permitiera sancionar los
crímenes de lesa humanidad y que daría fin a la impunidad, ha retrocedido. No
obstante, el catálogo de agravios ha sobrevivido y sobrevivirá en la memoria de sus connacionales y
de los miles y miles de seres humanos de conciencia libre de todo el mundo.
Por todo lo anterior será preciso levantar
una gran movilización internacional solidaria con quien lo ha sido antes con
nuestros pueblos. Acción que nos queda como tarea y un deber de libertad y
justicia.
Ernesto Navarro Guzmán
Angel Hoces Salas
Juan Eduardo Esquivel Larrondo
Secretariado Comunal México
Partido Socialista de Chile
Rogelio de la Fuente Gaete
Militante de la Comunal México
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