Amigas y amigos:
Quisiera antes de referirnos a lo que nos convoca, referirme a un
hecho que está relacionado también, a partir de lo que señalaba el doctor
Solimano a lo que hoy día nos convoca.
Porque esta Escuela de Salud Pública hoy día oficialmente ya toma el
nombre de Presidente Salvador Allende Gossens.
Y aquí nos encontramos justo un día después de que fueran
identificados los restos de 11 de sus colaboradores que fueran detenidos en
La Moneda y hechos desaparecer el 11 de septiembre de 1973. Y sé
perfectamente el impacto que debe haber provocado en sus familias revivir
este dolor casi 37 años después, entre otros, el doctor París y el doctor
Pincheira.
Y junto con hacerles llegar a todas sus familias nuestro cariño y
nuestra solidaridad, quiero reafirmar la trascendencia de que tienen que
continuar adelante los juicios sobre violaciones a los derechos humanos, y
la convicción que debemos tener todos de no recurrir a amnistías ni puntos
finales que impidan que la verdad se imponga y que la Justicia haga su
tarea.
Porque sólo con la verdad y sobre la verdad podremos seguir uniéndonos
como comunidad y como nación, garantizando la convivencia cívica,
indispensable en toda democracia, que es finalmente lo que sustenta,
garantiza y pone a recaudo los derechos de las personas.
Y preocuparnos de los derechos humanos es sin duda trabajar por
garantizar un derecho tan esencial como la salud para nuestros
conciudadanos.
Y por eso también es muy grato y esperanzador junto con ver antiguos y
experimentados salubristas y parte de esta comunidad, ver también nuevas
generaciones que se comprometen con su esfuerzo y su vocación para trabajar
por una mejor salud por el país.
Como médico, como una profesional de la salud a quien además le ha
tocado el honor de desempeñar las más altas funciones institucionales del
país, constituye una tremenda oportunidad el estar aquí con ustedes para
poder detenerme y mirar, con la perspectiva que otorga la experiencia, como
la experiencia de cada uno de nosotros, la trayectoria de tantos logros
sanitarios donde esta institución ha sido protagonista en sus más de seis
décadas de existencia.
Porque creo que es a partir de ese análisis que podemos delinear los
actuales y futuros desafíos que como país deberemos enfrentar.
La salud pública es de aquellas cuestiones centrales en la
configuración de un Estado que se pone al servicio de las personas, es uno
de los pilares de la noción de un Estado social y democrático de derecho.
Bien lo saben en esta Escuela de Salud Pública, que no sólo ha educado
y formado a tantos profesionales, sino que, al mismo tiempo, ha sido un
centro de pensamiento y de apoyo fundamental para el funcionamiento del
sistema de salud, tanto en Chile como en toda la América Latina.
Esta escuela lleva ahora merecidamente el nombre del doctor y
Presidente Salvador Allende Gossens. Y más allá del merecido reconocimiento,
y del cual han naturalmente hablado muy adecuadamente tanto el doctor
Solimano como la doctora Sepúlveda, en términos de su reconocimiento a su
inmenso aporte y entrega tanto a la salud pública como a la vida cívica de
nuestra patria, Salvador Allende tenía una concepción que guió su accionar,
que otorgaba la responsabilidad central del Estado en el cuidado y promoción
de la salud de todas las chilenas y chilenos.
Y a lo largo de décadas, otros como él, médicos y salubristas,
hicieron eco de la realidad que vivía gran parte de la población. Eran
tiempos en que el esfuerzo asistencial y la caridad, que era lo que había en
ese momento, no daban abasto para satisfacer la atención de millones de
chilenas y chilenos, para enfrentar los riesgos derivados de los problemas
de higiene, desnutrición, pobreza, enfermedades y, sin duda, muerte
temprana.
Los nuevos movimientos sociales demandaban respuestas, los
trabajadores, los campesinos, la emergente clase media, las madres y sus
hijos, clamaban por respuestas para enfrentar los problemas sanitarios del
siglo XX.
Era imperioso, entonces, hacerse cargo de este problema; porque el
desarrollo de Chile no podía, al igual que hoy, ser a costa de sus
ciudadanos. Y eso ponía como desafío optar por una estrategia de desarrollo
nacional que asumiera como uno de sus fundamentos el mejorar la calidad de
vida de las personas, especialmente de los más humildes, de los
trabajadores, de la clase media y de sus familias.
Y pese a las distintas posiciones y perspectivas ideológicas de la
época, se fue coincidiendo en lo que debía ser una política de estado en
salud, una visión única y de construcción colectiva. Y esta visión
constituye hoy una visión compartida importante que es, o por lo menos
compartida por muchos, que es una de las principales fortalezas de nuestro
sistema de salud.
Y quiero referirme y citar las propias palabras del Presidente
Allende, en ese momento Senador de la República, el 6 de septiembre de 1951,
me impresionó porque fue 23 días antes de que yo naciera, entonces también
es bueno para ver en perspectiva lo que significa, y cuando justamente se
está discutiendo sobre la Ley que creó el Servicio de Seguro Social y el
Servicio Nacional de Salud, y creo que sus palabras son elocuentes y él
afirmaba en ese momento que tenía y voy a citar: "la íntima convicción de
que nosotros no alcanzamos a percibir la alta trascendencia de estas
iniciativas en toda su magnitud y que el tiempo les dará las proyecciones
que, a mi juicio, ellas tienen en la defensa de la raza, en la protección
del capital humano y en lo que se refiere a evitar las tremendas injusticias
que derivan de la existencia en el país de distintos estratos sociales".
Y eso aparece en el boletín de sesiones del Congreso Nacional, que
entre otras cosas nos sugería Giorgio Solimano que analizáramos,
discutiéramos para ver como siempre encontramos cuando leemos a grandes
hombres y grandes mujeres de nuestra historia que siguen teniendo tremenda
vigencia esas reflexiones y esos pensamientos, aunque probablemente en otro
estadio de desarrollo.
Y fue así como la visión de lo que implicaba mejorar la salud de las
personas pasó del sólo hecho de salvar vidas, a constituirse en un elemento
central de la estrategia de desarrollo del país, que necesitaba de hombres y
mujeres sanos y productivos.
Y esa necesidad imperiosa quedó grabada también en las palabras de
otro gran salubrista, el doctor Eduardo Cruz Coke, quien definió "la salud,
como el más importante factor que gobierna la economía humana".
Concepciones que siguen teniendo plena vigencia hoy en día.
Quisiera comentarles una pequeña anécdota, cuando me nombraron
ministra de Salud: yo había sido estudiante de medicina, había hecho la beca
de pediatría, y mi hermano me escribió desde Australia, y me dijo, para qué
un médico estudió tanto medicina para después dedicarse a la administració n,
que es lo que él entendía que era ser ministro, y yo le di la explicación
que me parecía más válida, pero cuánto me gustó cuando fui a Alemania y me
invitaron a la universidad de Berlín, de La Humboldt Universität donde yo
había estudiado en el exilio, y había en el salón principal una gran frase
de ese famoso patólogo alemán Bicho que decía, la medicina es esencialmente
una ciencia social, y qué es la política sino la medicina a gran escala. Así
que obviamente estamos todos felices con esto.
Lo digo a propósito de la vida y la historia del doctor Salvador
Allende Gossens, que sin duda no era casualidad, su opción por la medicina y
luego su carrera política en la misma mirada de curar a diversas heridas,
daños y problemas que la sociedad tiene.
Bueno, las políticas públicas en salud son ejes centrales de la
política social, sin duda, entendiendo que el crecimiento del país no se
alcanza si no se construyen condiciones de equidad sanitaria que permitan
derrotar las desigualdades. De hecho, hoy la inequidad es vista en sí misma
como un factor de riesgo para la salud.
Por lo tanto, creo que todos los aquí presentes coincidimos en que
crecimiento y protección social van de la mano. Y es indispensable, como yo
lo he señalado en otras ocasiones, crecer para incluir, incluir para crecer,
pero aplicado a lo que estamos hablando aquí yo diría proteger para crecer,
crecer para proteger, como un círculo virtuoso donde ambos elementos van de
la mano.
En mi gobierno nos propusimos abordar este desafío con un enfoque
moderno, centrado en la construcción de un Sistema de Protección Social que
garantice derechos a toda la ciudadanía. Y la salud, por cierto, constituye
un elemento central este sistema de protección social.
Y hoy en todas esas políticas sociales se habla de derechos que sean
garantizados jurídica y financieramente, porque no se trata de hablar de
derechos, se trata de asegurar derechos.
Y ese es el legado de mi gobierno que más me enorgullece y que el país
tiene que seguir profundizando.
Y la muestra más clara de este enfoque de protección social en salud
es el Plan AUGE, mediante el cual hemos reforzado la lógica de que no basta
con hablar del acceso a ciertos beneficios, sino que es necesario generar
derechos garantizados en salud. Y en este sentido, es una herramienta de
equidad, que establece garantías de acceso, de oportunidad, de calidad y de
protección financiera.
Y que a partir de este año, el Plan AUGE pasará de las 56 patologías
cubiertas a 66.
Ciertamente sabemos todos muy bien que el AUGE no resuelve todos los
problemas de salud. Su implementació n ha dejado en evidencia lo que siempre
ha sido muy claro para nosotros, y es que cualquier política de salud que se
desee llevar adelante requiere siempre de un fortalecimiento de las redes de
servicios de salud, y por ciento teniendo como base, la base que es la
atención primaria.
Por eso, que hemos invertido recursos importantes en ello, tanto en la
reposición y construcción de nuevos centros de atención primaria, como en la
modernización de su equipamiento y de sus recursos humanos.
La salud primaria es, soy harto primarista en realidad, porque me
encanta y entiendo la lógica y lo fundamental, es la puerta de entrada al
sistema de salud y, como tal, su eficiencia y respuesta oportuna es clave. Y
es ahí donde están en juego los determinantes de salud, donde las
intervenciones permiten mejorar la calidad de vida de las personas y donde
los diferentes programas logran acompañar el desarrollo de la infancia, la
adolescencia, la familia y las también de las personas mayores.
Y la atención primaria también es la puerta de entrada para otras
iniciativas de primera importancia para el gobierno del Sistema de
Protección Social a la Infancia, el así llamado Chile Cree Contigo.
Por su puesto que en Chile siempre hemos tenido control del niño sano
y atención a la infancia, eso tiene toda la historia de lo que es el
desarrollo de la salud pública, pero nos pareció que era necesario dar un
paso más adelante.
Y desde el primer control de embarazo, las madres y sus futuros hijos
e hijas pasan a formar parte de esta gran red, que busca promover acciones
concretas para estimular el desarrollo a pequeños, detectar posibles rezagos
y problemas y ofrecer alternativas para subsanarlos.
Sabemos que no da lo mismo en Chile aún, lamentablemente, donde uno
nace, sabemos que hay aún en nuestro país desigualdad de origen y eso no es
admisible, eso no es tolerable, y tenemos que seguir poniendo toda nuestra
energía para corregir estas profundas inequidades de origen.
Para lograrlo, parte de lo que hemos hecho es justamente buscar cómo
desde la salud y de otro ámbito podemos disminuir estas inequidades y
generar más oportunidades.
Para eso hemos reforzado la atención de salud a las madres
embarazadas, a los más pequeños, se han puesto en marcha mecanismos
innovadores para acompañar el desarrollo de los más pequeños y, por cierto,
hemos hecho una inversión histórica en la habilitación de salas cuna y
jardines infantiles, y en el caso de las salas cuna, gratuitas, públicas
naturalmente, hemos llegando a sextuplicar la oferta existente cuando asumí
mi mandato.
Los desafíos derivados del envejecimiento, de los estilos de vida y de
los actuales modelos de desarrollo requieren, sin duda, un sistema de salud
integrado y eficiente, pero además inmerso en la realidad local y familiar.
Y por ello, el modelo de salud familiar es una apuesta concreta y
necesaria. Dejar de lado la sola mirada sobre la persona enferma, para
concentrarse en el entorno, en las condiciones de vida y en cómo las
familias se desarrollan en su propio medio, son sin duda elementos cruciales
para la prevención y promoción de conductas más saludables.
Y en este sentido, la innovación que han significado los centros
comunitarios y de salud familiar, es fundamental al ofrecer a un grupo más
reducido de personas, en su barrio, un equipo de cabecera que responde a
requerimientos de salud, pero que por sobre todas las cosas conoce a las
personas y a su entorno, al entorno de las personas que se atiende y inserta
en la vida cotidiana de ellas, estimulando la participación y la toma de
mayor conciencia y de mayor protagonismo en su propia salud de las familias.
Esa participación es crucial para los objetivos sanitarios que van a
regir la próxima década, que contemplan, y que estamos trabajando en esto, y
contempla un intenso proceso de consulta y participación de la ciudadanía a
lo largo del país, considerando que la realidad de salud de una familia del
norte, no es la misma que la de una del sur.
Quedan desafíos importantes, tanto en política pública como en el
desarrollo de la investigación y de la academia.
Trabajar para la introducción de indicadores de salud como medidores
del éxito de las políticas y planes dirigidos a promover el desarrollo de
los grupos más vulnerables y la movilidad social, es hoy un tema fundamental
de la salud pública.
También lo es el estudio de la evidencia que sustente intervenciones
regulatorias y programas especiales efectivos frente a cada uno de los daños
que buscamos prevenir.
Necesitamos una mayor masa crítica de investigadores en esta
disciplina, ya que es clave fortalecer los vínculos entre el Ministerio de
Salud, las universidades, los centros de estudios e invertir fuertemente en
investigación del más alto nivel.
Hay mucho trabajo por hacer y tengo la certeza de que, como siempre,
la preocupación prioritaria por el ser humano, por nuestra gente debe ser la
que esté en el centro de nuestras políticas, y sin duda, en el centro de la
salud pública.
Como Estado debemos garantizar el derecho a salud de todos los
chilenos y chilenas, pero además una salud de mayor calidad, preventiva, que
mejore de manera concreta la vida de las personas.
Y hay que hacerse cargo de todos los elementos, porque entendemos que
una mejor salud no se trata sólo de las intervenciones que en dicha área
podamos hacer, sino en la influencia que todos los determinantes sociales
tienen también en la salud de las personas.
Como yo sé que todo esto que les he dicho es lo que a ustedes los guía
y los motiva diariamente, quiero que sigamos haciendo honor a este hombre
que desde hoy día honra a la Escuela de Salud Pública con su nombre, el
doctor Salvador Allende Gossens y los invito a que sigamos trabajando con
toda fuerza y entrega por la salud de Chile, de todos los chilenos y de
todas las chilenas, porque esto sin duda va en la dirección de hacer de este
un país más justo, más solidario, pero por sobre todas las cosas más humano
que es por lo mismo que vivió, soñó y murió el Presidente Allende.
Muchas gracias.
Quisiera antes de referirnos a lo que nos convoca, referirme a un
hecho que está relacionado también, a partir de lo que señalaba el doctor
Solimano a lo que hoy día nos convoca.
Porque esta Escuela de Salud Pública hoy día oficialmente ya toma el
nombre de Presidente Salvador Allende Gossens.
Y aquí nos encontramos justo un día después de que fueran
identificados los restos de 11 de sus colaboradores que fueran detenidos en
La Moneda y hechos desaparecer el 11 de septiembre de 1973. Y sé
perfectamente el impacto que debe haber provocado en sus familias revivir
este dolor casi 37 años después, entre otros, el doctor París y el doctor
Pincheira.
Y junto con hacerles llegar a todas sus familias nuestro cariño y
nuestra solidaridad, quiero reafirmar la trascendencia de que tienen que
continuar adelante los juicios sobre violaciones a los derechos humanos, y
la convicción que debemos tener todos de no recurrir a amnistías ni puntos
finales que impidan que la verdad se imponga y que la Justicia haga su
tarea.
Porque sólo con la verdad y sobre la verdad podremos seguir uniéndonos
como comunidad y como nación, garantizando la convivencia cívica,
indispensable en toda democracia, que es finalmente lo que sustenta,
garantiza y pone a recaudo los derechos de las personas.
Y preocuparnos de los derechos humanos es sin duda trabajar por
garantizar un derecho tan esencial como la salud para nuestros
conciudadanos.
Y por eso también es muy grato y esperanzador junto con ver antiguos y
experimentados salubristas y parte de esta comunidad, ver también nuevas
generaciones que se comprometen con su esfuerzo y su vocación para trabajar
por una mejor salud por el país.
Como médico, como una profesional de la salud a quien además le ha
tocado el honor de desempeñar las más altas funciones institucionales del
país, constituye una tremenda oportunidad el estar aquí con ustedes para
poder detenerme y mirar, con la perspectiva que otorga la experiencia, como
la experiencia de cada uno de nosotros, la trayectoria de tantos logros
sanitarios donde esta institución ha sido protagonista en sus más de seis
décadas de existencia.
Porque creo que es a partir de ese análisis que podemos delinear los
actuales y futuros desafíos que como país deberemos enfrentar.
La salud pública es de aquellas cuestiones centrales en la
configuración de un Estado que se pone al servicio de las personas, es uno
de los pilares de la noción de un Estado social y democrático de derecho.
Bien lo saben en esta Escuela de Salud Pública, que no sólo ha educado
y formado a tantos profesionales, sino que, al mismo tiempo, ha sido un
centro de pensamiento y de apoyo fundamental para el funcionamiento del
sistema de salud, tanto en Chile como en toda la América Latina.
Esta escuela lleva ahora merecidamente el nombre del doctor y
Presidente Salvador Allende Gossens. Y más allá del merecido reconocimiento,
y del cual han naturalmente hablado muy adecuadamente tanto el doctor
Solimano como la doctora Sepúlveda, en términos de su reconocimiento a su
inmenso aporte y entrega tanto a la salud pública como a la vida cívica de
nuestra patria, Salvador Allende tenía una concepción que guió su accionar,
que otorgaba la responsabilidad central del Estado en el cuidado y promoción
de la salud de todas las chilenas y chilenos.
Y a lo largo de décadas, otros como él, médicos y salubristas,
hicieron eco de la realidad que vivía gran parte de la población. Eran
tiempos en que el esfuerzo asistencial y la caridad, que era lo que había en
ese momento, no daban abasto para satisfacer la atención de millones de
chilenas y chilenos, para enfrentar los riesgos derivados de los problemas
de higiene, desnutrición, pobreza, enfermedades y, sin duda, muerte
temprana.
Los nuevos movimientos sociales demandaban respuestas, los
trabajadores, los campesinos, la emergente clase media, las madres y sus
hijos, clamaban por respuestas para enfrentar los problemas sanitarios del
siglo XX.
Era imperioso, entonces, hacerse cargo de este problema; porque el
desarrollo de Chile no podía, al igual que hoy, ser a costa de sus
ciudadanos. Y eso ponía como desafío optar por una estrategia de desarrollo
nacional que asumiera como uno de sus fundamentos el mejorar la calidad de
vida de las personas, especialmente de los más humildes, de los
trabajadores, de la clase media y de sus familias.
Y pese a las distintas posiciones y perspectivas ideológicas de la
época, se fue coincidiendo en lo que debía ser una política de estado en
salud, una visión única y de construcción colectiva. Y esta visión
constituye hoy una visión compartida importante que es, o por lo menos
compartida por muchos, que es una de las principales fortalezas de nuestro
sistema de salud.
Y quiero referirme y citar las propias palabras del Presidente
Allende, en ese momento Senador de la República, el 6 de septiembre de 1951,
me impresionó porque fue 23 días antes de que yo naciera, entonces también
es bueno para ver en perspectiva lo que significa, y cuando justamente se
está discutiendo sobre la Ley que creó el Servicio de Seguro Social y el
Servicio Nacional de Salud, y creo que sus palabras son elocuentes y él
afirmaba en ese momento que tenía y voy a citar: "la íntima convicción de
que nosotros no alcanzamos a percibir la alta trascendencia de estas
iniciativas en toda su magnitud y que el tiempo les dará las proyecciones
que, a mi juicio, ellas tienen en la defensa de la raza, en la protección
del capital humano y en lo que se refiere a evitar las tremendas injusticias
que derivan de la existencia en el país de distintos estratos sociales".
Y eso aparece en el boletín de sesiones del Congreso Nacional, que
entre otras cosas nos sugería Giorgio Solimano que analizáramos,
discutiéramos para ver como siempre encontramos cuando leemos a grandes
hombres y grandes mujeres de nuestra historia que siguen teniendo tremenda
vigencia esas reflexiones y esos pensamientos, aunque probablemente en otro
estadio de desarrollo.
Y fue así como la visión de lo que implicaba mejorar la salud de las
personas pasó del sólo hecho de salvar vidas, a constituirse en un elemento
central de la estrategia de desarrollo del país, que necesitaba de hombres y
mujeres sanos y productivos.
Y esa necesidad imperiosa quedó grabada también en las palabras de
otro gran salubrista, el doctor Eduardo Cruz Coke, quien definió "la salud,
como el más importante factor que gobierna la economía humana".
Concepciones que siguen teniendo plena vigencia hoy en día.
Quisiera comentarles una pequeña anécdota, cuando me nombraron
ministra de Salud: yo había sido estudiante de medicina, había hecho la beca
de pediatría, y mi hermano me escribió desde Australia, y me dijo, para qué
un médico estudió tanto medicina para después dedicarse a la administració n,
que es lo que él entendía que era ser ministro, y yo le di la explicación
que me parecía más válida, pero cuánto me gustó cuando fui a Alemania y me
invitaron a la universidad de Berlín, de La Humboldt Universität donde yo
había estudiado en el exilio, y había en el salón principal una gran frase
de ese famoso patólogo alemán Bicho que decía, la medicina es esencialmente
una ciencia social, y qué es la política sino la medicina a gran escala. Así
que obviamente estamos todos felices con esto.
Lo digo a propósito de la vida y la historia del doctor Salvador
Allende Gossens, que sin duda no era casualidad, su opción por la medicina y
luego su carrera política en la misma mirada de curar a diversas heridas,
daños y problemas que la sociedad tiene.
Bueno, las políticas públicas en salud son ejes centrales de la
política social, sin duda, entendiendo que el crecimiento del país no se
alcanza si no se construyen condiciones de equidad sanitaria que permitan
derrotar las desigualdades. De hecho, hoy la inequidad es vista en sí misma
como un factor de riesgo para la salud.
Por lo tanto, creo que todos los aquí presentes coincidimos en que
crecimiento y protección social van de la mano. Y es indispensable, como yo
lo he señalado en otras ocasiones, crecer para incluir, incluir para crecer,
pero aplicado a lo que estamos hablando aquí yo diría proteger para crecer,
crecer para proteger, como un círculo virtuoso donde ambos elementos van de
la mano.
En mi gobierno nos propusimos abordar este desafío con un enfoque
moderno, centrado en la construcción de un Sistema de Protección Social que
garantice derechos a toda la ciudadanía. Y la salud, por cierto, constituye
un elemento central este sistema de protección social.
Y hoy en todas esas políticas sociales se habla de derechos que sean
garantizados jurídica y financieramente, porque no se trata de hablar de
derechos, se trata de asegurar derechos.
Y ese es el legado de mi gobierno que más me enorgullece y que el país
tiene que seguir profundizando.
Y la muestra más clara de este enfoque de protección social en salud
es el Plan AUGE, mediante el cual hemos reforzado la lógica de que no basta
con hablar del acceso a ciertos beneficios, sino que es necesario generar
derechos garantizados en salud. Y en este sentido, es una herramienta de
equidad, que establece garantías de acceso, de oportunidad, de calidad y de
protección financiera.
Y que a partir de este año, el Plan AUGE pasará de las 56 patologías
cubiertas a 66.
Ciertamente sabemos todos muy bien que el AUGE no resuelve todos los
problemas de salud. Su implementació n ha dejado en evidencia lo que siempre
ha sido muy claro para nosotros, y es que cualquier política de salud que se
desee llevar adelante requiere siempre de un fortalecimiento de las redes de
servicios de salud, y por ciento teniendo como base, la base que es la
atención primaria.
Por eso, que hemos invertido recursos importantes en ello, tanto en la
reposición y construcción de nuevos centros de atención primaria, como en la
modernización de su equipamiento y de sus recursos humanos.
La salud primaria es, soy harto primarista en realidad, porque me
encanta y entiendo la lógica y lo fundamental, es la puerta de entrada al
sistema de salud y, como tal, su eficiencia y respuesta oportuna es clave. Y
es ahí donde están en juego los determinantes de salud, donde las
intervenciones permiten mejorar la calidad de vida de las personas y donde
los diferentes programas logran acompañar el desarrollo de la infancia, la
adolescencia, la familia y las también de las personas mayores.
Y la atención primaria también es la puerta de entrada para otras
iniciativas de primera importancia para el gobierno del Sistema de
Protección Social a la Infancia, el así llamado Chile Cree Contigo.
Por su puesto que en Chile siempre hemos tenido control del niño sano
y atención a la infancia, eso tiene toda la historia de lo que es el
desarrollo de la salud pública, pero nos pareció que era necesario dar un
paso más adelante.
Y desde el primer control de embarazo, las madres y sus futuros hijos
e hijas pasan a formar parte de esta gran red, que busca promover acciones
concretas para estimular el desarrollo a pequeños, detectar posibles rezagos
y problemas y ofrecer alternativas para subsanarlos.
Sabemos que no da lo mismo en Chile aún, lamentablemente, donde uno
nace, sabemos que hay aún en nuestro país desigualdad de origen y eso no es
admisible, eso no es tolerable, y tenemos que seguir poniendo toda nuestra
energía para corregir estas profundas inequidades de origen.
Para lograrlo, parte de lo que hemos hecho es justamente buscar cómo
desde la salud y de otro ámbito podemos disminuir estas inequidades y
generar más oportunidades.
Para eso hemos reforzado la atención de salud a las madres
embarazadas, a los más pequeños, se han puesto en marcha mecanismos
innovadores para acompañar el desarrollo de los más pequeños y, por cierto,
hemos hecho una inversión histórica en la habilitación de salas cuna y
jardines infantiles, y en el caso de las salas cuna, gratuitas, públicas
naturalmente, hemos llegando a sextuplicar la oferta existente cuando asumí
mi mandato.
Los desafíos derivados del envejecimiento, de los estilos de vida y de
los actuales modelos de desarrollo requieren, sin duda, un sistema de salud
integrado y eficiente, pero además inmerso en la realidad local y familiar.
Y por ello, el modelo de salud familiar es una apuesta concreta y
necesaria. Dejar de lado la sola mirada sobre la persona enferma, para
concentrarse en el entorno, en las condiciones de vida y en cómo las
familias se desarrollan en su propio medio, son sin duda elementos cruciales
para la prevención y promoción de conductas más saludables.
Y en este sentido, la innovación que han significado los centros
comunitarios y de salud familiar, es fundamental al ofrecer a un grupo más
reducido de personas, en su barrio, un equipo de cabecera que responde a
requerimientos de salud, pero que por sobre todas las cosas conoce a las
personas y a su entorno, al entorno de las personas que se atiende y inserta
en la vida cotidiana de ellas, estimulando la participación y la toma de
mayor conciencia y de mayor protagonismo en su propia salud de las familias.
Esa participación es crucial para los objetivos sanitarios que van a
regir la próxima década, que contemplan, y que estamos trabajando en esto, y
contempla un intenso proceso de consulta y participación de la ciudadanía a
lo largo del país, considerando que la realidad de salud de una familia del
norte, no es la misma que la de una del sur.
Quedan desafíos importantes, tanto en política pública como en el
desarrollo de la investigación y de la academia.
Trabajar para la introducción de indicadores de salud como medidores
del éxito de las políticas y planes dirigidos a promover el desarrollo de
los grupos más vulnerables y la movilidad social, es hoy un tema fundamental
de la salud pública.
También lo es el estudio de la evidencia que sustente intervenciones
regulatorias y programas especiales efectivos frente a cada uno de los daños
que buscamos prevenir.
Necesitamos una mayor masa crítica de investigadores en esta
disciplina, ya que es clave fortalecer los vínculos entre el Ministerio de
Salud, las universidades, los centros de estudios e invertir fuertemente en
investigación del más alto nivel.
Hay mucho trabajo por hacer y tengo la certeza de que, como siempre,
la preocupación prioritaria por el ser humano, por nuestra gente debe ser la
que esté en el centro de nuestras políticas, y sin duda, en el centro de la
salud pública.
Como Estado debemos garantizar el derecho a salud de todos los
chilenos y chilenas, pero además una salud de mayor calidad, preventiva, que
mejore de manera concreta la vida de las personas.
Y hay que hacerse cargo de todos los elementos, porque entendemos que
una mejor salud no se trata sólo de las intervenciones que en dicha área
podamos hacer, sino en la influencia que todos los determinantes sociales
tienen también en la salud de las personas.
Como yo sé que todo esto que les he dicho es lo que a ustedes los guía
y los motiva diariamente, quiero que sigamos haciendo honor a este hombre
que desde hoy día honra a la Escuela de Salud Pública con su nombre, el
doctor Salvador Allende Gossens y los invito a que sigamos trabajando con
toda fuerza y entrega por la salud de Chile, de todos los chilenos y de
todas las chilenas, porque esto sin duda va en la dirección de hacer de este
un país más justo, más solidario, pero por sobre todas las cosas más humano
que es por lo mismo que vivió, soñó y murió el Presidente Allende.
Muchas gracias.