Muy agitado, hasta excitado… Así describe una periodista española la actitud del dueño de El Mercurio el 11 de septiembre de 1973. Ese día, ambos compartieron en una cena en Barcelona, pero Edwards estuvo “todo el tiempo de la mesa al teléfono, del teléfono a la mesa”. Su interlocutor era “mi amigo el almirante Merino”, según les confesó a los comensales a quienes invitó a brindar con “champán” francés tras enterarse del fin de la UP. Edwards fue interrogado por el juez Mario Carroza en la investigación sobre los instigadores del golpe. A la luz de ese proceso, publicamos esa entrevista que da pistas de su conocimiento concreto en la conspiración militar contra Allende.
por Patricio Zamorano - Foto: Archivo La Nación
Agustín Edwards, dueño del diario El Mercurio y la cadena de periódicos que gira en torno a ese medio de comunicación, nunca imaginó que unbrindis un 11 de septiembre de 1973 saldría de las sombras de la historia para demostrar su vínculo directo con el golpe de Estado que derrocó al gobierno del Presidente Salvador Allende.
La periodista española Josefina Vidal fue testigo durante una cena en un elegante restorán de Barcelona ese mismo día sobre cómo Edwards se comunicaba directamente con el almirante José Toribio Merino por teléfono desde España, en los mismos momentos en que se atacaba el Palacio de La Moneda, y habría sido informado personalmente de los detalles y avances de la asonada, Hasta "brindó con champán" a la hora en que se confirmaba la muerte del Presidente Allende y la toma del Palacio de La Moneda.
Un extracto de esta entrevista fue publicada have una década por el desaparecido medio Plan B. Sin embargo, a la luz del proceso judicial en Chile que lleva adelante el juez Mario Carroza sobre los preparativos clandestinos que derivaron en el Golpe de Estado de 1973, publicamos la entrevista completa a esta testigo de las comunicaciones directas del empresario con los golpistas.El magistrado (en la foto) ya interrogó a Edwards el 26 de septiembre pasado.
"Fue una coincidencia que creo es bastante trágica ¿no?, porque aquel día 11 de septiembre (de 1973) había una cena de ejecutivos de PepsiCo. En aquella época yo estaba casada con una persona que era director financiero de la compañía en España", me comenta Josefina con serenidad tres décadas después en la ciudad de Los Angeles, California.
Edwards en su autoexilio luego del triunfo de Allende, es empleado en PepsiCo. Era directivo en Nueva York y viajaba a España con regularidad, especialmente a Barcelona, por motivos de negocios. Su vínculo con esa empresa no era coincidencia. La periodista chilena Patricia Verdugo señaló en una entrevista a propósito de su libro "Salvador Allende: Cómo la Casa Blanca provocó su muerte", que "(Donald) Kendall (presidente de PepsiCo) había financiado a Nixon luego de un fracaso político en California, hasta que llegó a la presidencia. Nixon se ve cercado por Kissinger, que le plantea actuar en Chile porque Allende constituye un peligro para la seguridad de Estados Unidos, y por Kendall, que lleva de la mano a su amigo chileno y dueño de la cadena El Mercurio, Agustín Edwards".
Continúa Josefina Vidal: "Había una cena en un restaurante bastante lujoso de la ciudad. Cuando nosotros llegamos, que era entre las 8:30 PM y las 9 PM. Agustín Edwards de El Mercurio ya estaba allí. En aquel entonces él era un directivo de la compañía en Nueva York, que ellos tienen la sede, creo en Purchase. Le dieron ese puesto cuando él salió de Chile. Entonces él viajaba a menudo a Barcelona por motivos del negocio, como que coordinaba, supervisaba, etcétera".
-¿Recuerda el nombre del restaurante?
-Sí, era el Vía Veneto, me acuerdo bien. Y él estaba ya en un estado de agitación extraordinaria. Vino a la mesa donde todo el mundo estaba sentado y ordenó "¡champán francés para todos!". Nos quedamos así un poco asombrados. Dice "sí, mi amigo el almirante Merino ya se ha hecho cargo de la situación". En fin, claro, fue una sorpresa. Y "pues nada, pues ya saben, pidan lo que quieran, porque él es mi amigo...", etcétera. Estuvo así, recuerdo, muy entusiasmado haciendo panegírico de lo que se suponía.
Vidal señala que Edwards estuvo muy poco preocupado de la comida. "Entonces yo diría que no probó bocado esa noche porque anduvo todo el tiempo de la mesa al teléfono, del teléfono a la mesa, o sea que estaba continuamente en comunicación. Piensa que esa era la época en que no había teléfonos móviles, no se usaban", acota Josefina.
-En el transcurso de la cena, estaban cenando y se paraba y volvía...
-Todo el tiempo. Yo recuerdo bien, estábamos ahí y él iba con su esposa, una mujer muy distinguida y amable. Empecé a hablar con ella de Neruda, precisamente, y ella dijo que le gustaba mucho la poesía de Neruda. Nadie sabía entonces el trágico fin que también le esperaba al poeta, ¿no?
-¿Y ella no hizo allusion al carácter comunista de Neruda?
-En absoluto, ella fue muy discreta, y no dijo nada más. Pero la verdad es que él no estuvo sentado mucho tiempo, como digo, ¿no? porque andaba muy... Y nosotros en Barcelona habíamos seguido el desarrollo de los acontecimientos, todo el mundo estaba muy pendiente, había una gran simpatía y solidaridad con los chilenos y Allende. Yo recuerdo los periódicos, que a cada momento pensabas pues "ya va a pasar algo, ya va a pasar algo". La gente tenía la impresión que se aguantaba por un hilo. Y claro, fue una coincidencia, ¿no?, estar aquella noche con alguien que estaba muy vinculado al régimen.
-¿Usted sabía quién era Agustín Edwards?
-Sí, yo sabía que él era el dueño de El Mercurio (en la imagen, su edificio histórico) y sabía que había salido de allí. Precisamente mi ex marido había estado en su casa en las afueras de Nueva York, como digo en Purchase o White Plains, un par de días cuando fue en uno de sus viajes de negocios. Ya él me había hablado de él. Pero claro, en aquel momento no sabíamos hasta qué punto él estaba involucrado. Y todo eso pues se hizo bastante claro esa noche tan trágica cuando él lo celebró con ese entusiasmo, ¿no? de brindar con champán francés.
-Por el cálculo de hora entre Chile y España, las llamadas telefónicas con Merino deben haber ocurrido alrededor de las 3 PM en Chile, más o menos a la hora de ratificación del Golpe y la muerte de Allende...
-Él en realidad ya había llegado cuando nosotros llegamos al restorán Vía Veneto, Agustín Edwards ya estaba allí.
-¿Y se notaba nervioso, angustiado?
-Muy agitado, angustiado yo no diría. Muy entusiasmado, muy emocionado, ¿no?
-Con buen humor...
-¡Uy sí! Pero completamente, dijéramos... No sé si alegre, no sería la palabra alegre, pero realmente excitado, ¿no?
Sabemos que el empresario periodístico ya estaba en el restaurante y que Josefina y su esposo llegan a las 08:30 PM-9 PM. España en época de verano boreal está adelantada 6 horas respecto a Chile. Si el brindis en que Edwards revela la confirmación de Merino sobre "la situación controlada" respecto del golpe se produjo aproximadamente dentro de la hora siguiente a la llegada de los testigos al exclusivo local, implica que la comunicación entre Merino y Edwards debe haber acontecido en el rango inmediato previo o posterior de las 2:30 PM ó 3 PM de Chile. Es decir, fue más o menos alrededor de la hora de la toma final de La Moneda por las tropas militares y la confirmación de la muerte del Presidente Allende (alrededor de las 2:40 PM hora de Chile).
Es decir, existía una comunicación tal, de tanta fluidez y confianza, que Merino habría informado a Edwards personalmente en forma casi simultánea sobre los delicados hechos acaecidos en Chile, en una época en que las llamadas transoceánicas entre Europa y el extremo sur de América no eran logísticamente fáciles de concretar. "Mi amigo el almirante Merino ya se ha hecho cargo de la situación", para recordar las palabras de Edwards.
Según se desprende de lo declarado por Vidal, no fue una llamada aislada. Edwards se mantuvo en contacto permanente esa noche de Barcelona: "Estaba muy ocupado, ¿no?, porque piensa que a cada momento le avisaban al teléfono o se levantaba él a llamar. O sea, que a mí me chocó el hecho que él estuvo tan poco tiempo sentado en la mesa, ¿no? Claro, tenía asuntos importantes que atender, ya me doy cuenta", explica Josefina Vidal, durante la entrevista:
-Cuando él comunica la idea que su amigo Merino acaba de llamarlo...
-"Mi amigo el almirante Merino", ¡eso me he acordado, con esas palabras!
-¿...Siguió haciendo alusiones al proceso político, habló de Allende?
-Más bien diría que no mucho, que él lo daba como algo que se entendía, o sea sobrentendido de lo que estaba hablando. Pero piensa que, con excepción creo de mi esposo y yo, los demás todas eran personas de Estados Unidos.
-Y en el resto de los comensales, ¿cuál fue la reacción?
-Bueno, la reacción principal fue de asombro. Más bien también hubo cierto silencio, ¿no? A mí personalmente me afectó y me sentí muy mal de estar ahí en aquel momento porque me di cuenta. No sabíamos hasta qué punto qué había sucedido con el Presidente Allende, qué había ocurrido con todo eso. No sabíamos que el Palacio de La Moneda estaba en llamas, ¿no? No conocíamos los hechos. Esto no lo supimos sino hasta después.
-¿Y cómo se sintió después con todos los antecedentes, con las fotos?
-Me sentí horrible, de haber tenido que estar compartiendo aquellos momentos que eran tan trágicos para el pueblo chileno y para el Presidente Allende, con alguien que no diría que fuera responsable, pero que realmente se sentía completamente identificado con los que habían llevado a cabo el golpe. Fue muy triste.
-¿Fue la única vez que conversó con Edwards?
-Sí, en realidad sí. Me parece que lo había visto en algún otro acontecimiento, pero eran, imagínate, estas cenas así de negocios, donde todo es muy superficial, se habla del tiempo. Y él no estaba permanente en Barcelona ni en España. Él viajaba bastante. Y después del golpe ya él dejó su cargo en PepsiCo y regresó a Chile. O sea que ellos salieron cuando Allende salió elegido, ¿no?
-Entonces termina la cena, y siguieron hablando de banalidades...
-Sí, sí. De los negocios y de todo.
-Y él muy alegre todavía, ¿no?
-Él más que alegre estaba muy ocupado, ¿no?, porque piensa que a cada momento le avisaban al teléfono o se levantaba él a llamar. Me chocó el hecho que él estuvo tan poco tiempo sentado en la mesa, ¿no? Claro, tenía asuntos importantes que atender, ya me doy cuenta... Pero sí recuerdo la conversación agradable que tuve con su esposa comentando la poesía de Neruda, y se le veía una persona muy preparada, muy fina. Me causó buena impresión.
-Las contradicciones de la historia...
-Así es la vida, ¿no? Pues ésta fue la trágica historia a nivel personal que conservo de un 11 de septiembre.
Muchos periodistas e investigadores han puesto orden a los documentos desclasificados por el Gobierno de Estados Unidos. Está, por ejemplo, el trabajo completísimo de Peter Kornbluh sobre el papel que Edwards jugó en convencer al régimen de Nixon sobre la necesidad de centrar esfuerzos contra el Gobierno democráticamente elegido de la Unidad Popular (consultar "The El Mercurio File", publicado en el Columbia Journalism Review, en septiembre-octubre de 2003).
En el reporte, se señala que "en una reunión de 15 minutos en la Oficina Oval (de la Casa Blanca) en la tarde del 15 de septiembre (de 1970), Nixon emitió su ahora famosa orden a (Richard) Helms (director de la CIA) para fomentar una iniciativa militar en Chile para evitar que Allende llegara al poder (...) Helms más tarde testificó ante la Comisión Church que 'tengo la impresión de que el Presidente convocó a esta reunión en la que tomé mis notas debido a la presencia de Edwards en Washington y lo que (...) Edwards estaba diciendo sobre las condiciones en Chile'".
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LA NACION
El dueño de la cadena El Mercurio, Agustín Edwards Eastman (86), admitió en su declaración ante el ministro en visita Mario Carroza que mantuvo contactos con la CIA en Washington después de la elección de Salvador Allende en 1970. En todo caso, negó que fuera un encuentro con propósitos golpistas.
La declaración de Edwards fue publicada en extenso este jueves por el portal El Mostrador y en ella el empresario, que está querellado por presuntos delitos cometidos en la preparación del golpe y su eventual participación en la Operación Colombo, también afirmó que el gobierno militar “me salvó la vida”.
Edwards partió señalando que “es efectivo que viajé a Estados Unidos, y ello ocurre al día siguiente de la elección del 4 de septiembre de 1970”, pero negó haberse reunido con Richard Helms, director de la CIA, en el Hotel Madison de Washington. Sin embargo, más adelante en su declaración, señaló que sí se reunió con Helms, pero sin especificar el lugar. También negó haberse reunido con Richard Nixon.
Consultado si es efectivo que en septiembre de 1970 ya mantenía una relación con la central de inteligencia estadounidense, Edwards respondió que “no tenía contactos con la CIA en Chile, pero sí las tuve cuando estuve en Washington”.Además, indicó que no le consta que otro director de la CIA, Vernon Walters, haya dicho que él “era el principal recurso de la CIA en toda América Latina”. También desmintió haber recibido dineros de la CIA.
Al respecto, dijo que “reitero que tuve una reunión en Washington con Kissinger y con Helms. Además esta reunión se efectuó días después de la elección de Salvador Allende oportunidad donde se comentó las circunstancias de haber salido un presidente comunista en un país democrático, pero en ningún caso se pensaba en un Golpe de Estado o algo parecido, ni menos de un financiamiento hacia el diario El Mercurio”.
También declaró que “la razón por la que me fui del país es porque durante el periodo de elecciones es que recibí yo y mi familia amenazas, lo que tornó difícil la vida en el país. De hecho, para el día de las elecciones, mi familia justamente por razones de seguridad se encontraba en Argentina, ya que se habían montado puestos de vigilancia cercanos a la casa en Isidora Goyenechea”.
Consultado si efectivamente El Mercurio “jamás consignó en sus páginas, alguna renuncia relativa a las graves violaciones a los Derechos Humanos que se cometían en el país”, Edwards señaló que “debo indicar que el Gobierno Militar a mí me salvó la vida. Tal como lo afirmé yo no tenía injerencia en el control de las informaciones que eran entregadas por el diario, y en ese sentido no es efectivo que haya dado una orden acerca que determinada información sobre Derechos Humanos fuera o no publicada. Acerca del Informe Rettig, supe con posterioridad de su existencia”.
Añadió que “a su pregunta en relación a la Operación Colombo, declaro que no tengo antecedentes sobre esos hechos. Preguntado sobre la querella de la causa Rol Nº 205-2012 del 34º Juzgado del Crimen de Santiago, seguida por el delito de Homicidio de 119 personas y donde se me atribuye responsabilidad en calidad de autor, debo indicar que no tengo antecedentes sobre los hechos que se me relatan, los desconozco y reitero que no tuve injerencia en los titulares de la prensa de la época ni en la información que se entregaba públicamente”.
Además, Agustín Edwards afirmó que “jamás hubo contacto entre El Mercurio y la CNI. Debo reiterar que El Mercurio no recibió aportes de Estados Unidos, ni hubo una relación estrecha entre El Mercurio y la CIA, más que lo que ya he declarado; no manejé información sobre las actuaciones de los Servicios de Inteligencia en Chile, ni antes ni después del año 1975; en la actualidad soy accionista de El Mercurio y pertenezco a su directorio, pero ni ahora ni antes he tenido influencia en la línea editorial de éste”.
Finalmente, el dueño de El Mercurio señaló que “a su pregunta, en el sentido que de acuerdo a algunos textos se me cita como una persona que pudo haber influido en el Golpe de Estado, debo responder que para dicha época yo no me encontraba en el país, y a su consulta acerca de un grupo o Cofradía Náutica debo responder que éste empezó mucho antes, y su creación y objetivos son muy diversos de los fines políticos que se les han pretendido dar”.
Un extracto de esta entrevista fue publicada have una década por el desaparecido medio Plan B. Sin embargo, a la luz del proceso judicial en Chile que lleva adelante el juez Mario Carroza sobre los preparativos clandestinos que derivaron en el Golpe de Estado de 1973, publicamos la entrevista completa a esta testigo de las comunicaciones directas del empresario con los golpistas.El magistrado (en la foto) ya interrogó a Edwards el 26 de septiembre pasado.
Champán francés
Josefina Vidal, periodista, tuvo un chispazo de la historia chilena en sus manos una tarde de verano boreal, en Barcelona, un 11 de septiembre de 1973. Edwards se da un caro lujo y expone públicamente un hecho histórico delicado frente a una concurrida mesa."Fue una coincidencia que creo es bastante trágica ¿no?, porque aquel día 11 de septiembre (de 1973) había una cena de ejecutivos de PepsiCo. En aquella época yo estaba casada con una persona que era director financiero de la compañía en España", me comenta Josefina con serenidad tres décadas después en la ciudad de Los Angeles, California.
Edwards en su autoexilio luego del triunfo de Allende, es empleado en PepsiCo. Era directivo en Nueva York y viajaba a España con regularidad, especialmente a Barcelona, por motivos de negocios. Su vínculo con esa empresa no era coincidencia. La periodista chilena Patricia Verdugo señaló en una entrevista a propósito de su libro "Salvador Allende: Cómo la Casa Blanca provocó su muerte", que "(Donald) Kendall (presidente de PepsiCo) había financiado a Nixon luego de un fracaso político en California, hasta que llegó a la presidencia. Nixon se ve cercado por Kissinger, que le plantea actuar en Chile porque Allende constituye un peligro para la seguridad de Estados Unidos, y por Kendall, que lleva de la mano a su amigo chileno y dueño de la cadena El Mercurio, Agustín Edwards".
Continúa Josefina Vidal: "Había una cena en un restaurante bastante lujoso de la ciudad. Cuando nosotros llegamos, que era entre las 8:30 PM y las 9 PM. Agustín Edwards de El Mercurio ya estaba allí. En aquel entonces él era un directivo de la compañía en Nueva York, que ellos tienen la sede, creo en Purchase. Le dieron ese puesto cuando él salió de Chile. Entonces él viajaba a menudo a Barcelona por motivos del negocio, como que coordinaba, supervisaba, etcétera".
-¿Recuerda el nombre del restaurante?
-Sí, era el Vía Veneto, me acuerdo bien. Y él estaba ya en un estado de agitación extraordinaria. Vino a la mesa donde todo el mundo estaba sentado y ordenó "¡champán francés para todos!". Nos quedamos así un poco asombrados. Dice "sí, mi amigo el almirante Merino ya se ha hecho cargo de la situación". En fin, claro, fue una sorpresa. Y "pues nada, pues ya saben, pidan lo que quieran, porque él es mi amigo...", etcétera. Estuvo así, recuerdo, muy entusiasmado haciendo panegírico de lo que se suponía.
Vidal señala que Edwards estuvo muy poco preocupado de la comida. "Entonces yo diría que no probó bocado esa noche porque anduvo todo el tiempo de la mesa al teléfono, del teléfono a la mesa, o sea que estaba continuamente en comunicación. Piensa que esa era la época en que no había teléfonos móviles, no se usaban", acota Josefina.
-En el transcurso de la cena, estaban cenando y se paraba y volvía...
-Todo el tiempo. Yo recuerdo bien, estábamos ahí y él iba con su esposa, una mujer muy distinguida y amable. Empecé a hablar con ella de Neruda, precisamente, y ella dijo que le gustaba mucho la poesía de Neruda. Nadie sabía entonces el trágico fin que también le esperaba al poeta, ¿no?
-¿Y ella no hizo allusion al carácter comunista de Neruda?
-En absoluto, ella fue muy discreta, y no dijo nada más. Pero la verdad es que él no estuvo sentado mucho tiempo, como digo, ¿no? porque andaba muy... Y nosotros en Barcelona habíamos seguido el desarrollo de los acontecimientos, todo el mundo estaba muy pendiente, había una gran simpatía y solidaridad con los chilenos y Allende. Yo recuerdo los periódicos, que a cada momento pensabas pues "ya va a pasar algo, ya va a pasar algo". La gente tenía la impresión que se aguantaba por un hilo. Y claro, fue una coincidencia, ¿no?, estar aquella noche con alguien que estaba muy vinculado al régimen.
-¿Usted sabía quién era Agustín Edwards?
-Sí, yo sabía que él era el dueño de El Mercurio (en la imagen, su edificio histórico) y sabía que había salido de allí. Precisamente mi ex marido había estado en su casa en las afueras de Nueva York, como digo en Purchase o White Plains, un par de días cuando fue en uno de sus viajes de negocios. Ya él me había hablado de él. Pero claro, en aquel momento no sabíamos hasta qué punto él estaba involucrado. Y todo eso pues se hizo bastante claro esa noche tan trágica cuando él lo celebró con ese entusiasmo, ¿no? de brindar con champán francés.
-Por el cálculo de hora entre Chile y España, las llamadas telefónicas con Merino deben haber ocurrido alrededor de las 3 PM en Chile, más o menos a la hora de ratificación del Golpe y la muerte de Allende...
-Él en realidad ya había llegado cuando nosotros llegamos al restorán Vía Veneto, Agustín Edwards ya estaba allí.
-¿Y se notaba nervioso, angustiado?
-Muy agitado, angustiado yo no diría. Muy entusiasmado, muy emocionado, ¿no?
-Con buen humor...
-¡Uy sí! Pero completamente, dijéramos... No sé si alegre, no sería la palabra alegre, pero realmente excitado, ¿no?
CONFIRMACIÓN CASI SIMULTÁNEA
Un dato vital: ¿a qué hora el almirante Merino, artífice del golpe interno en el alto mando de la Armada e identificado como uno de los principales gestores de los movimientos conspirativos contra Allende, se contacta con Edwards?Sabemos que el empresario periodístico ya estaba en el restaurante y que Josefina y su esposo llegan a las 08:30 PM-9 PM. España en época de verano boreal está adelantada 6 horas respecto a Chile. Si el brindis en que Edwards revela la confirmación de Merino sobre "la situación controlada" respecto del golpe se produjo aproximadamente dentro de la hora siguiente a la llegada de los testigos al exclusivo local, implica que la comunicación entre Merino y Edwards debe haber acontecido en el rango inmediato previo o posterior de las 2:30 PM ó 3 PM de Chile. Es decir, fue más o menos alrededor de la hora de la toma final de La Moneda por las tropas militares y la confirmación de la muerte del Presidente Allende (alrededor de las 2:40 PM hora de Chile).
Es decir, existía una comunicación tal, de tanta fluidez y confianza, que Merino habría informado a Edwards personalmente en forma casi simultánea sobre los delicados hechos acaecidos en Chile, en una época en que las llamadas transoceánicas entre Europa y el extremo sur de América no eran logísticamente fáciles de concretar. "Mi amigo el almirante Merino ya se ha hecho cargo de la situación", para recordar las palabras de Edwards.
Según se desprende de lo declarado por Vidal, no fue una llamada aislada. Edwards se mantuvo en contacto permanente esa noche de Barcelona: "Estaba muy ocupado, ¿no?, porque piensa que a cada momento le avisaban al teléfono o se levantaba él a llamar. O sea, que a mí me chocó el hecho que él estuvo tan poco tiempo sentado en la mesa, ¿no? Claro, tenía asuntos importantes que atender, ya me doy cuenta", explica Josefina Vidal, durante la entrevista:
-Cuando él comunica la idea que su amigo Merino acaba de llamarlo...
-"Mi amigo el almirante Merino", ¡eso me he acordado, con esas palabras!
-¿...Siguió haciendo alusiones al proceso político, habló de Allende?
-Más bien diría que no mucho, que él lo daba como algo que se entendía, o sea sobrentendido de lo que estaba hablando. Pero piensa que, con excepción creo de mi esposo y yo, los demás todas eran personas de Estados Unidos.
-Y en el resto de los comensales, ¿cuál fue la reacción?
-Bueno, la reacción principal fue de asombro. Más bien también hubo cierto silencio, ¿no? A mí personalmente me afectó y me sentí muy mal de estar ahí en aquel momento porque me di cuenta. No sabíamos hasta qué punto qué había sucedido con el Presidente Allende, qué había ocurrido con todo eso. No sabíamos que el Palacio de La Moneda estaba en llamas, ¿no? No conocíamos los hechos. Esto no lo supimos sino hasta después.
-¿Y cómo se sintió después con todos los antecedentes, con las fotos?
-Me sentí horrible, de haber tenido que estar compartiendo aquellos momentos que eran tan trágicos para el pueblo chileno y para el Presidente Allende, con alguien que no diría que fuera responsable, pero que realmente se sentía completamente identificado con los que habían llevado a cabo el golpe. Fue muy triste.
-¿Fue la única vez que conversó con Edwards?
-Sí, en realidad sí. Me parece que lo había visto en algún otro acontecimiento, pero eran, imagínate, estas cenas así de negocios, donde todo es muy superficial, se habla del tiempo. Y él no estaba permanente en Barcelona ni en España. Él viajaba bastante. Y después del golpe ya él dejó su cargo en PepsiCo y regresó a Chile. O sea que ellos salieron cuando Allende salió elegido, ¿no?
-Entonces termina la cena, y siguieron hablando de banalidades...
-Sí, sí. De los negocios y de todo.
-Y él muy alegre todavía, ¿no?
-Él más que alegre estaba muy ocupado, ¿no?, porque piensa que a cada momento le avisaban al teléfono o se levantaba él a llamar. Me chocó el hecho que él estuvo tan poco tiempo sentado en la mesa, ¿no? Claro, tenía asuntos importantes que atender, ya me doy cuenta... Pero sí recuerdo la conversación agradable que tuve con su esposa comentando la poesía de Neruda, y se le veía una persona muy preparada, muy fina. Me causó buena impresión.
-Las contradicciones de la historia...
-Así es la vida, ¿no? Pues ésta fue la trágica historia a nivel personal que conservo de un 11 de septiembre.
EL ROL MERCURIAL
Especialmente gracias a fuentes oficiales estadounidenses, ya está largamente documentado el papel del diario El Mercurio en el proceso de desestabilización del gobierno de la Unidad Popular. Se sabe que la cadena recibió de la CIA por lo menos un millón y medio de dólares para alimentar la contracampaña y la guerra comunicacional contra el gobierno socialista, según múltiples investigaciones, incluida el reporte de la Comisión Church, realizada en los 70 por el Senado de Estados Unidos. Se sabe que Edwards tuvo acceso privilegiado a las oficinas del presidente Richard Nixon y su asesor Henry Kissinger, y que su voz se hizo oír fuerte para centrar el miedo anticomunista en el país de Sudamérica.Muchos periodistas e investigadores han puesto orden a los documentos desclasificados por el Gobierno de Estados Unidos. Está, por ejemplo, el trabajo completísimo de Peter Kornbluh sobre el papel que Edwards jugó en convencer al régimen de Nixon sobre la necesidad de centrar esfuerzos contra el Gobierno democráticamente elegido de la Unidad Popular (consultar "The El Mercurio File", publicado en el Columbia Journalism Review, en septiembre-octubre de 2003).
En el reporte, se señala que "en una reunión de 15 minutos en la Oficina Oval (de la Casa Blanca) en la tarde del 15 de septiembre (de 1970), Nixon emitió su ahora famosa orden a (Richard) Helms (director de la CIA) para fomentar una iniciativa militar en Chile para evitar que Allende llegara al poder (...) Helms más tarde testificó ante la Comisión Church que 'tengo la impresión de que el Presidente convocó a esta reunión en la que tomé mis notas debido a la presencia de Edwards en Washington y lo que (...) Edwards estaba diciendo sobre las condiciones en Chile'".
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LA NACION
03/10/2013 |
Agustín Edwards admitió contactos con la CIA tras elección de Allende
En su declaración prestada el miércoles 25 de septiembre pasado ante el ministro Mario Carroza, el dueño de El Mercurio reconoció reuniones con el ex secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, y el ex director de la CIA, Richard Helms, en septiembre de 1970, pero sin propósitos golpistas.
Jueves 3 de octubre de 2013 | por Nacion.cl - Foto: Archivo La Nación
La declaración de Edwards fue publicada en extenso este jueves por el portal El Mostrador y en ella el empresario, que está querellado por presuntos delitos cometidos en la preparación del golpe y su eventual participación en la Operación Colombo, también afirmó que el gobierno militar “me salvó la vida”.
Edwards partió señalando que “es efectivo que viajé a Estados Unidos, y ello ocurre al día siguiente de la elección del 4 de septiembre de 1970”, pero negó haberse reunido con Richard Helms, director de la CIA, en el Hotel Madison de Washington. Sin embargo, más adelante en su declaración, señaló que sí se reunió con Helms, pero sin especificar el lugar. También negó haberse reunido con Richard Nixon.
Consultado si es efectivo que en septiembre de 1970 ya mantenía una relación con la central de inteligencia estadounidense, Edwards respondió que “no tenía contactos con la CIA en Chile, pero sí las tuve cuando estuve en Washington”.Además, indicó que no le consta que otro director de la CIA, Vernon Walters, haya dicho que él “era el principal recurso de la CIA en toda América Latina”. También desmintió haber recibido dineros de la CIA.
DESMINTIÓ ARCHIVOS DESCLASIFICADOS
En cuanto a los archivos desclasificados de la CIA y del informe Church que informaron que en un reunión de Edwards con Henry Kissinger y el presidente Nixon se acordaron los “ejes para la desestabilización del gobierno del presidente Allende lo que contemplaba la variante de un golpe militar y junto con esto el financiamiento del diario El Mercurio como principal medio de propaganda y difusión de las ideas y posiciones contrarias al gobierno y proclives a un golpe de Estado”, el empresario contestó que “no es efectivo”.Al respecto, dijo que “reitero que tuve una reunión en Washington con Kissinger y con Helms. Además esta reunión se efectuó días después de la elección de Salvador Allende oportunidad donde se comentó las circunstancias de haber salido un presidente comunista en un país democrático, pero en ningún caso se pensaba en un Golpe de Estado o algo parecido, ni menos de un financiamiento hacia el diario El Mercurio”.
También declaró que “la razón por la que me fui del país es porque durante el periodo de elecciones es que recibí yo y mi familia amenazas, lo que tornó difícil la vida en el país. De hecho, para el día de las elecciones, mi familia justamente por razones de seguridad se encontraba en Argentina, ya que se habían montado puestos de vigilancia cercanos a la casa en Isidora Goyenechea”.
Consultado si efectivamente El Mercurio “jamás consignó en sus páginas, alguna renuncia relativa a las graves violaciones a los Derechos Humanos que se cometían en el país”, Edwards señaló que “debo indicar que el Gobierno Militar a mí me salvó la vida. Tal como lo afirmé yo no tenía injerencia en el control de las informaciones que eran entregadas por el diario, y en ese sentido no es efectivo que haya dado una orden acerca que determinada información sobre Derechos Humanos fuera o no publicada. Acerca del Informe Rettig, supe con posterioridad de su existencia”.
EL POLÉMICO TITULAR DE LA SEGUNDA
Y acerca del polémico título “EXTERMINADOS COMO RATONES” de La Segunda del 24 de julio de 1975, ligado al montaje conocido como Operación Colombo, y el hallazgo de una mujer ejecutada por la DINA y que fue presentada como víctima de un crimen pasional, Edwards contestó que “me remito a lo expuesto en el sentido que eran otras las personas que estaban a cargo de la línea editorial de El Mercurio, sin que yo tuviera injerencia en ellos”.Añadió que “a su pregunta en relación a la Operación Colombo, declaro que no tengo antecedentes sobre esos hechos. Preguntado sobre la querella de la causa Rol Nº 205-2012 del 34º Juzgado del Crimen de Santiago, seguida por el delito de Homicidio de 119 personas y donde se me atribuye responsabilidad en calidad de autor, debo indicar que no tengo antecedentes sobre los hechos que se me relatan, los desconozco y reitero que no tuve injerencia en los titulares de la prensa de la época ni en la información que se entregaba públicamente”.
Además, Agustín Edwards afirmó que “jamás hubo contacto entre El Mercurio y la CNI. Debo reiterar que El Mercurio no recibió aportes de Estados Unidos, ni hubo una relación estrecha entre El Mercurio y la CIA, más que lo que ya he declarado; no manejé información sobre las actuaciones de los Servicios de Inteligencia en Chile, ni antes ni después del año 1975; en la actualidad soy accionista de El Mercurio y pertenezco a su directorio, pero ni ahora ni antes he tenido influencia en la línea editorial de éste”.
Finalmente, el dueño de El Mercurio señaló que “a su pregunta, en el sentido que de acuerdo a algunos textos se me cita como una persona que pudo haber influido en el Golpe de Estado, debo responder que para dicha época yo no me encontraba en el país, y a su consulta acerca de un grupo o Cofradía Náutica debo responder que éste empezó mucho antes, y su creación y objetivos son muy diversos de los fines políticos que se les han pretendido dar”.
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