Miguel Ángel Soto.
A propósito de las manifestaciones de los estudiantes universitarios chilenos, es importante indicar que los indignados no solo buscan la educación pública y gratuita que garantice el pleno acceso a los conocimientos científicos o técnico que la sociedad globalizada demanda. También buscan que esa vieja dicotomía entre la educación pública y privada desaparezca para contrarrestar la desigualdades económicas y sociales que hoy vive el país. Asimismo están planteando una nueva dimensión social de la educación en una sociedad cognitiva y globalizada, donde los valores agregados se miden sólo por el grado de conocimientos científicos y tecnológicos de sus habitantes, olvidando que el tránsito pedagógico entre el conocimiento técnico, científico y académico y los verdaderos saberes culturales no están reflejadas en las políticas gubernamentales de educación.
Ellos demandan al Estado chileno y a las universidades existentes en el país que se incluya los valores de la diversidad, la alteridad y la interculturalidad que son saberes que provienen desde lo local y desde la propia cosmovisión cultural chilena. Lamentablemente el Gobierno Chileno, a través del Ministerio de Educación, insiste en imponer el modelo privatizador educacional, sin entender que la lógica privada elimina estos saberes culturales, liquidando y despedazando el proyecto de los que ellos mismo llaman la unidad nacional; y es que el modelo privatizador discrimina a los chilenos, forjando racismos de todo tipo, clasismos y xenofobias que acaban finalmente expresándose en los propios establecimientos educativos y en la sociedad en general.
No hay que olvidar que la sociedad globalizada es un concepto ligado a la producción del mundo capitalista, donde la educación es una mercancía y al mismo tiempo es un puente ideológico que pretende alienar a cientos de millones de ciudadanos en el mundo. Los indignados chilenos están pensando en una educación que provenga desde lo local. Es decir, que respete las diversidades culturales existentes en el país, proporcionado las herramientas con las que el ser humano pueda enfrentarse a un mundo altamente tecnificado y diverso y así poder resolver cualquier situación que se le presente. Galeano planteaba que “la función más noble del arte es educar la mirada”[1], por lo tanto la educación debe ser liberadora y autocritica que permita desarrollarse y buscar una autentica democracia, que hoy Chile necesita y demanda, una educación basada en la ternura y la creatividad.
No se puede permitir que el individuo viva en un limbo moral, sin criterio, sin opinión, sin herramientas técnicas, sin capacidad de pronunciarse.
Finalmente, la sociedad que proponen los estudiantes es dinámica y cambiante en su estructura. Es una sociedad capaz de proporcionar herramientas para interpretar nuevos códigos y símbolos, sin permitir que estos sigan siendo apropiados por las clases de elite, que siempre han boicoteado constantemente “la educación para todos”. Será el momento en que la educación tenga una verdadera dimensión social.
Extraordinaria la propuesta de los indignados universitarios, bien por ellos y todos nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario