domingo, 1 de octubre de 2017

Actividades Centenario de Violeta Parra en Madrid


Concierto Centenario Violeta Parra


DESPUÉS DE 44 AÑOS REALIZAN FUNERAL DE DETENIDO DESAPARECIDO DE CALAMA

El sábado 30 de septiembre la familia de Jorge Carpanchai Choque dará sepelio oficial a fragmentos óseos de este obrero de Enaex que fue torturado y fusilado en octubre de 1973 por la caravana de la muerte y posteriormente dinamitado.
– Jorge Carpanchai fue asesinado a los 28 años, tenía esposa y cuatro pequeños hijos y era un reconocido deportista de la zona.

Luego de 44 años de sufrimiento y angustia, la cónyuge e hijos de Jerónimo Jorge Carpanchai Choque este sábado 30 de septiembre podrá brindar una digna sepultara a los restos de quien fue detenido, torturado y fusilado por militares en octubre de 1973.
Y es que después de 26 años de pericias y errores en la identificación de fragmentos óseos de 19 de las 26 víctimas asesinadas por la caravana de la muerte en Calama, este sábado la familia recibirá algunas partes identificadas del esternón y cráneo los cuales serán velados a contar de las 11 hrs en la parroquia Santa Rosa de Lima ubicada en avda. Angamos N°2651 de la población Santa Rosa de esta ciudad. Posteriormente a las 15 hrs se efectuará una misa y finalmente será traslado al cementerio municipal.
El 12 de octubre de 1973 a mediodía Jerónimo Carpanchai durante su colación en la empresa Enaex de Calama fue detenido y trasladado a la comisaría donde estuvo incomunicado cinco días, tiempo en que fue sometido a crueles interrogatorios y tormentosas torturas.
El 19 de octubre, encapuchado y maniatado fue trasladado con rumbo desconocido. Oficialmente se comunicó los llevaron al regimiento para prestar declaraciones. Sin embargo, al día siguiente la prensa informó que los 26 detenidos fueron muertos cuando los transportaban a la cárcel de Antofagasta. “Intentaron huir aprovechando un desperfecto del vehículo en que eran trasladados” dijo un capellán a su cónyuge Sabina Colquillo Colque cuando la visitó en su domicilio.
Nunca entregaron sus restos, sólo un certificado de defunción que indicaba lugar de la muerte Calama y como causa, fusilamiento, engañando a la familia ya que se comprometieron entregarían su cuerpo un año después.
Jerónimo Carpanchai tenía 28 años cuando fue ejecutado, era obrero de ENAEX, amante del atletismo y militante del Partido Socialista. Dejó una viuda y 4 hijos de entre 1 y 6 años.
Su hija Roxana Carpanchai Colquillo (50) recuerda “cuando ocurrió esta tragedia dejamos la comodidad de nuestra casa y todos nos fuimos por muchos años a vivir a una pieza, quedamos sumidos en la pobreza. Como no había cuerpo de mi papá velamos su ropa en silencio y con mucho miedo, unas tías nos acompañaron en ese velatorio simbólico, no pudimos poner su nombre en una tumba, mi padre pasó a ser nadie” “pensábamos que algún día golpearía nuestra puerta y lo veríamos llegar y que todo esto era un error o que estaban presos y luego lo soltarían y llorábamos todos juntos”.
Identificación de Jerónimo Carpanchai
En 1990 se ubican restos óseos en un área cercana al kilómetro 13 de la ruta Calama – San Pedro de Atacama conocido como “Quebrada del Buitre”. Se determinó que el lugar correspondió al sitio de inhumación de las 26 víctimas ya indicadas, las que fueron removidas ilegalmente en el contexto de la operación “Retiro de Televisores”.
Los fragmentos encontrados correspondieron a pequeños trozos óseos y piezas dentales aisladas. A través de pericias dactiloscópicas y antropológicas se logró la identificación de solo 14 víctimas, entre ellas figuraba un pedazo de clavícula izquierda asignado a Jerónimo Carpanchai, sin embargo, diez años más tarde por medio de nuevas pericias se comprobó que éste correspondía a otro ejecutado, José Saavedra.
Nuevos análisis antropológicos y genéticos a restos encontrados en el mismo sector y ahora también en la Quebrada Moctezuma, es decir, luego de 26 años de errores y peritajes finalmente se logró establecer fehacientemente la identificación positiva de Jorge Carpanchai, encontrándose específicamente, el manubrio esternal, un fragmento de hueso parietal y cinco fracciones de cráneo las que será sepultadas este sábado 30 de septiembre.
Santiago de Chile, 29 de septiembre 2017
Crónica Digital

Por Victor Osorio: EL TE DEUM EVANGELICO Y LA MASACRE DE CHIHUÍO

En la Catedral Evangélica de Estación Central se realizó durante la mañana del domingo 10 de septiembre el Culto de Acción de Gracias que desarrollan habitualmente las entidades evangélicas y protestantes. En esta ocasión, estuvo caracterizado por los fuertes ataques contra la Presidenta Michelle Bachelet, quien ha efectuado una labor sin precedentes en sus dos Gobiernos en procura de ampliar la libertad religiosa y la igualdad de cultos. En cambio, Sebastián Piñera fue ovacionado, el mismo que faltó desembozadamente a la verdad al proclamar el 2009 treinta compromisos con el mundo evangélico, de los que prácticamente no cumplió ninguno durante su gestión.
Como estos hechos ocurrieron en la víspera de una nueva conmemoración del golpe de Estado en Chile, nuestra memoria se trasladó a un episodio que ha sido un gran ausente de todos los Te Deum evangélicos que se han realizado desde septiembre de 1975, cuando fue instaurado por el dictador Augusto Pinochet. Ese episodio es la matanza de campesinos de Chihuío ocurrida el 9 de octubre de 1973, en la comuna de Futrono, en las cercanías de Valdivia.
Según el Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación, ese día un convoy militar de los regimientos “Cazadores” y Maturana” de Valdivia “inició una caravana hacia el Sector Sur del Complejo Maderero Panguipulli”. El convoy estaba integrado por unos 90 hombres, entre tropa y oficiales, y siete vehículos. En las localidades de Chabranco, Curriñe, Llifén y Futrono los militares detuvieron desde sus domicilios o sus lugares de trabajo, o recibieron de manos de Carabineros, a un total de 17 trabajadores agrícolas.
Fueron golpeados hasta sangrar y en presencia de sus familias. Entre ellos, el menor de 17 años Fernando Adrián Mora Gutiérrez.
Según una amplia investigación sobre el caso que realizó la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU), la situación económica de las familias de los prisioneros “era mínima; vivían en humildes casitas de madera, en muchos casos sin piso y sin los servicios básicos; las casas disponían de un pequeño sitio con uno o dos árboles frutales y un pequeño pedazo de tierra donde sembraban algunas hortalizas”.
Del total de los ejecutados, 14 eran casados y tenían familias. En total tenían 69 hijos, cuyas edades fluctuaban entre pocos días de vida y los 23 años. Mirla Torres, cónyuge de Ricardo Ruiz, e Irma Carrasco, esposa de Rosamel Cortez Díaz, estaban embarazadas.
Indica que “quince de los campesinos eran evangélicos. En la ‘Iglesia del Señor’, iglesia evangélica de Arquilhue, predicaba Narciso García Cancino, y en la ‘Iglesia Cristiana de Jesucristo’ de Chabranco predicaba frecuentemente Rosendo Rebolledo Méndez”.
De acuerdo a un trabajo publicado por revista “Sendas”, la mayoría de los 15 campesinos evangélicos se congregaba en la Iglesia del Señor y dos eran adventistas.
Aparte de García y Rebolledo, el trabajo de CODEPU remite también a los casos de José Orlando Barriga Soto (su esposa Purísima de las Mercedes Martínez relató que “era evangélico, había sido bautizado en la Iglesia del Señor”); Daniel Méndez (cuya hermana e hija dijeron que “era evangélico, muy creyente, y participaba con muchas otras familias en las oraciones y alabanzas al Señor”) y Sebastián Mora Osses (su esposa Alterneriana Gutiérrez relató que “ambos éramos evangélicos y teníamos a todos nuestros hijos bautizados y presentados en el Evangelio del Señor en la Iglesia del Señor Jesucristo”).
Bajo una fuerte lluvia, llegaron en la noche del 9 de octubre a las cercanías de Chihuío. Los prisioneros venían golpeados y heridos, algunos sangrantes, amontonados en los camiones, los que daban tumbos por las irregularidades del camino rural. Cerca de su destino, los camiones se empantanaron en el barro. Los bajaron y los hicieron caminar a obscuras, bajo la lluvia, con las ropas empapadas y los cuerpos entumecidos, siempre custodiados por los militares con los fusiles apuntándoles.
Un oficial les obligó a que cantaran. Uno comenzó a cantar una alabanza evangélica. El resto lo siguió.
El ex soldado Heriberto Omar Villegas Villanueva relató lo siguiente: “Me correspondió participar en el operativo a Chihuío. Recuerdo que después de detener a las personas en Chabranco y continuar viaje, el convoy no pudo seguir a causa de la lluvia y el barro. Los camiones quedaron atascados. Entonces los jefes hicieron bajar a los detenidos y los obligaron a continuar el viaje a pie. Además les ordenaron cantar y algunos de ellos, que eran evangélicos, entonaron alabanzas”.
Hernán Tejeda, otro conscripto, recordó: “Cuando los camiones ya no pudieron seguir, nos fuimos de ahí a patita, los soldados y prisioneros. En algún momento alguien dijo: ¿quién de los prisioneros sabe cantar? (…) Me acuerdo de uno que cantaba tan lindo, como Aceves Mejías. Cantaban como despidiéndose, parece que sabían que los iban a matar y había evangélicos que cantaban alabanzas”.
Llegaron a Chihuío. En el lugar amarraron de las muñecas con alambre a cada uno de los 17 campesinos. Los militares se dedicaron a comer y a beber gran cantidad de alcohol. Los detenidos tendidos en el piso, con hambre y congelados de frío, reanudaron los coros evangélicos y los cánticos de alabanzas.
La familia de apellido Arango que vivía cerca de ahí se encerró en su casa y por entre las maderas miró lo que ocurría: “Cortaron alambres para colgar ropa y con ellos amarraron a los detenidos. Durante toda la noche los campesinos clamaban a Dios, mientras tanto los militares junto con Américo González preparaban un asado. Don Américo puso el vino, oíamos sus risas y sus tallas junto al lamento de los campesinos”.
En la noche fueron acribillados. La mayoría fueron rematados en el suelo con los corvos. Los soldados que luego comparecieron a la investigación judicial recordaron que los gritos eran desgarradores.
Orlando Garnica Hurtado, un habitante del lugar, contó: “Al día siguiente, 10 de octubre, los militares iniciaron su descenso hacia Valdivia. Yo empecé a buscar el lugar donde habían dejado los cuerpos y los encontré (…) Estaban a ras del suelo, totalmente desnudos (…) Tenían heridas de armas cortantes. Algunas de las extremidades estaban cortadizas, dedos y manos estaban separados cerca de los cuerpos. Durante varios días no subí al lugar. Estaba horrorizado”.
El Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación consigna: “Al día siguiente, esto es, el 10 de octubre de 1973, un testigo reconoció en ese lugar a varias de las víctimas y pudo percibir que la mayoría los cuerpos tenían cortes en las manos, en los dedos, en el estómago e incluso algunos se encontraban degollados y con sus testículos cercenados, sin poder observar huellas de impactos de bala en los restos. Los cadáveres de los ejecutados permanecieron en el lugar de su ejecución durante varios días, cubiertos tan sólo con algunas ramas y troncos. Aproximadamente 15 días después de la ejecución, fueron enterrados por efectivos militares en fosas de diferentes dimensiones”.
A fines de 1978 o principios de 1979, dentro de la “Operación Retiro de Televisores”, llegaron militares de civil a exhumar los restos. Los desenterraron y lanzaron los cuerpos al mar. A esas alturas, ya habían ocurrido cuatro Te Deum en la Catedral Evangélica de Estación Central, a los que concurrió Augusto Pinochet y su esposa Lucía, los miembros de la Junta Militar y otras autoridades de la tiranía. Nadie les gritó “asesinos”, más bien fueron ovacionados. Nadie les reprendió desde el púlpito, más bien dijeron que el golpe de Estado y la dictadura eran una “respuesta a nuestras oraciones” y una bendición para la patria. Pinochet fue llamado nada menos que “siervo de Dios”.
Y por cierto que nadie dijo ni una sola palabra respecto de los hermanos de Chihuío que fueron acribillados por la soldadesca mientras entonaban alabanzas al Señor.
Por Víctor Osorio Reyes
Periodista
Santiago de Chile, 11 de septiembre 2017
Crónica Digital