Michelle Bachelet: “No veo un giro a la derecha”
La presidenta Michelle Bachelet hace un repaso a la elección municipal, que registró una abstención de 66%. Asegura que no es momento de celebrar para ningún sector y frente a los cantos de sirena que prevén un uso electoral de las platas fiscales, dice que no es populista y que no abrirá la billetera en su último año de gobierno. De paso, desmiente a Andrónico Luksic: “El país no se está cayendo a pedazos”.
Por: Antonieta de la Fuente y Natalia Saavedra
Fotos: Verónica Ortíz
Fotos: Verónica Ortíz
La agenda es estrecha, como todos los días. Llega a las siete y media de la mañana, como lo hace desde hace dos años y medio, y no se va hasta pasadas las nueve de la noche. Antes, lee la prensa, en donde suele encontrarse con sentencias lapidarias, como le acaba de ocurrir con los titulares que post elecciones hablaron de su derrota, de lunes negro, del peor resultado eleccionario en una municipal desde el retorno de la democracia.
Es martes en la mañana, post elecciones, y los ánimos están caldeados: la noche anterior, la Democracia Cristiana anunció su decisión de cortar relaciones con el gobierno y restarse del comité político en señal de protesta, y los rumores a la hora que recibe a Capital hablan de un inminente ajuste de gabinete.
Pero la agenda de la presidenta se mantiene intacta. A las 8:45 AM, Michelle Bachelet anuncia que Mario Marcel ocupará la presidencia del Banco Central, luego promulga una ley que permite que personas con discapacidad puedan ser nombrados jueces o notarios y se prepara para la celebración del Día de las Iglesias Evangélicas.
La presidenta parece no afectarse por las celebraciones de la derecha tras las municipales, que, según los análisis, anticipan el buen pie en que queda su candidato para las presidenciales. La mandataria se ve inmutable, incluso de buen humor. Imposible sacarle la palabra derrota. Para ella, los resultados de las elecciones a alcaldes y concejales, en las cuales la Nueva Mayoría perdió varias comunas emblemáticas, es más bien un llamado a hacer un análisis global y reconocer que la política no está escuchando a los ciudadanos. No se trata de izquierda o derecha, de Nueva Mayoría o de Chile Vamos. Es otra la pelea, dice: se está perdiendo el aprecio por la democracia.
-¿Anticipaban un resultado tan adverso?
-El CEP, en el artículo Elecciones Municipales en frío, decía que si la Nueva Mayoría bajaba de 39% en la elección de concejales era una derrota, y sacó 47,1% de los concejales, versus 49% de la elección municipal anterior. La verdad es que el resultado es bastante mejor de lo que algunos vaticinaron, todos los pronósticos avizoraban una cosa peor. Los concejales expresan a los partidos y, en eso, la Nueva Mayoría ganó. Lo que sí sucedió es que se cayó en número de alcaldes.
-Y en comunas emblemáticas…
-En algunas comunas emblemáticas, pero hay otras que se recuperaron y nadie las menciona, como Cerro Navia, Renca, Alto Hospicio. En la Región Metropolitana, en la presidencial perdí en dos distritos: Ñuñoa, Providencia y, obviamente, Las Condes-Vitacura. Entonces, aquí uno se pregunta si se perdió o es que en verdad son distritos donde el electorado no es pro Nueva Mayoría.
-Aun así, los analistas de lado y lado dicen que es el peor resultado de la Nueva Mayoría desde el regreso de la democracia. ¿Qué análisis hace de eso?
-Ha pasado en todos los gobiernos. El gobierno del presidente Lagos tenía alta aprobación y, sin embargo, en una de las elecciones municipales los resultados no fueron buenos. En el del presidente Piñera, en las elecciones de 2012, no le fue bien. Es decir, hay momentos en que, independiente del desempeño del gobierno, puede haber buen o mal resultado desde el punto de vista municipal. Hay que hacer un análisis más profundo. Unos dicen que la gente quiere renovación de liderazgos, pero ayer me junté con varios alcaldes, algunos que llevan todos los períodos desde que se empezó a elegir democráticamente. Más allá de cuánto sacó la Nueva Mayoría y Chile Vamos, creo que la gran pregunta, o más bien de lo que tenemos que ocuparnos, es de la alta abstención, porque un 66% es mucho, pero en algunas comunas llegó a más de 80%. Eso tiene que preocuparnos, porque debilita la democracia.
-¿La pone en riesgo? Se señalaba que bajo el 37%, el umbral era peligroso para la representatividad.
-Esas cifras tienen más que ver con el juego político, pero efectivamente debilitan la democracia, porque la participación de los ciudadanos es fundamental. He leído muchos análisis de distintos sociólogos y analistas políticos, y la abstención electoral es un fenómeno que estamos viendo en las sociedades modernas. Algunos dicen que en estas sociedades las personas sienten que su vida la conducen gracias a su esfuerzo personal y no gracias a los partidos políticos, entonces empiezan a no darles importancia a las elecciones. Hay otras tesis que dicen que la gente está desafectada porque ha visto todo lo que ha pasado, los escándalos, y siente que no los representan adecuadamente. Pero más que suponer, como presidenta me toca mirar qué puedo hacer para que la gente entienda lo importante de expresarse a través de un sistema democrático con una votación y elección de sus representantes.
¿Habrá cambio de gabinete? “Sin duda, hay varias personas con aspiraciones. Hemos estado conversando y preguntando en este tiempo quién quiere ir de candidato y hay personas que quieren ser candidatos”.
-¿Hay un mea culpa?
-En todas partes del mundo ha aumentado la abstención. Pero, mal de muchos, consuelo de tontos. Es un fenómeno que va aumentando y eso nos tiene que hacer pensar qué es lo que está pasando, por qué los ciudadanos no se sienten cómodos. En Chile, pero también en otras partes del mundo, conversas con otros mandatarios y te dicen “nos está pasando lo mismo, la gente está descontenta, hay malestar”. Hay algunos que se sienten marginados, que escuchan por muchos años que Chile es un país moderno, que tenemos crecimiento económico, pero sus vidas no mejoran con eso. Se crean grandes expectativas y la gente se frustra, se desilusiona, se desalienta y, además, ven a la política preocupada de otras cosas, discutiendo, peleando, no siendo capaces de poner en el centro a las personas.
-¿Qué pueden hacer?
-Como gobierno hemos estado mirando y analizando en qué podemos ser responsables. Hay que hacerse las autocríticas a tiempo. Yo soy bastante autocrítica, me sale fácil. Le he pedido a los ministros que hagamos un análisis de quiénes son los que se están absteniendo. ¿Son los más jóvenes, son los hombres, las mujeres? Lo que hemos visto y lo que escuché de los vocales y presidentes de mesa, es que los adultos mayores llegaban como podían a votar. Hay un tema de educación cívica en la generación mayor que entendemos, y aprendimos el valor de las instituciones. Y tengo la esperanza de que como parte de la reforma educacional, se incentive la educación cívica y la formación ciudadana.
-¿Se podría avanzar hacia el voto electrónico?
-Hay mucha gente que está proponiendo voto electrónico. Sin embargo, quiero mirar los resultados. Vale decir, si eso ha funcionado bien o no. Hay preocupación de la seguridad que ello implica, que el voto no pueda ser hackeado. Vamos a investigarlo, pero también, hay que facilitar el proceso de votación. En algunos países, por ejemplo, el transporte es gratis. Hay que ver cómo facilitamos el proceso para que la gente pueda votar.
El castigo
-¿Cree que si hubiera habido menos abstención hubiera sido mejor el resultado de la Nueva Mayoría?
-Lo que importa es que la gente dé a conocer su opinión y que vote. Cómo le habría ido a los distintos pactos con menos abstención, no lo sé. Es un error sacar cuentas alegres. En Providencia, cuando la Pepa Errázuriz ganó, lo hizo con 34 mil votos y Labbé sacó 29 mil votos. Ahora, Evelyn Matthei ganó con 29 mil votos, vale decir, no es que haya crecido Chile Vamos. Y, en general, en todas partes vemos eso. La Nueva Mayoría perdió votantes, pero uno no ve que haya habido un incremento de las votaciones de Chile Vamos. Por eso, insisto, hay que analizarlo bien.
-¿No ve entonces un giro a la derecha?
-No, no veo un giro a la derecha. Un diario ayer decía “Giro a la derecha en América Latina” y lo interpretaba como tal, pero creo que más bien es desafección de la ciudadanía con la política. Y eso me preocupa, no sólo en mi gobierno, sino en general. Cómo aseguramos un país donde la democracia sea más fuerte, qué hemos estado haciendo mal todos estos años para que la gente se haya desafectado de esta manera.
-¿Ve un castigo a la Nueva Mayoría en esta votación?
-¡Por supuesto que hay un castigo! Que de alguna manera es a la política, no sólo a la Nueva Mayoría.
-Usted hizo un llamado a evitar los liderazgos negativos, los personalismos. ¿Fue un tirón de orejas para la coalición de gobierno?
-Sí, pero para todo el mundo en la política. Lo que te dicen en terreno es que no les gusta ver la falta de unidad y tampoco que la oposición no tenga una postura más constructiva. Algunas estimaciones indicaban que iban a salir como 26 o 30 alcaldes independientes, y salieron 56. Yo diría que la gente, en general, está molesta con el mundo en la política, más allá de que obviamente hay un cierto castigo, porque existe un porcentaje de chilenos que está descontento con el gobierno, que no les parece cómo están las cosas, eso es cierto, es parte de esto, pero mi impresión es que hay un malestar con la política en general.
-También se ha mencionado que hubo una pasada de cuenta por la manera en que se han llevado adelante las reformas. Lo dijo el mismo Camilo Escalona, ¿hay un mea culpa?
-Siempre cuando hay reformas, cambios que no sean maquillajes, sino que transformaciones más profundas, se generan incertidumbres. Quienes están en contra de las reformas, muchas veces tienen más acceso a comunicar sus pensamientos y logran instalar una percepción no siempre con la información correcta. Lo hemos visto en las encuestas, donde las reformas parten con alto grado de aprobación hasta que empieza la discusión por los medios entre los distintos sectores políticos. También se generan historias que no son reales. Que con la reforma a usted no le van a permitir que elija el colegio, y la gente se asusta y dice “yo no quiero eso”. Pero no era verdad. Efectivamente, las reformas generan incertidumbre mientras uno no vea los resultados concretos.
“Lo que veo es que a veces se busca, más que resolver el problema, que el gobierno pague el costo político de los problemas. Y eso no le hace bien al país”.
-Usted dice que le sale fácil la autocrítica. ¿Por dónde va ese análisis?
-Nosotros no intervenimos para decidir si había que tener primarias o no, entendimos que ésa era una tarea de los partidos políticos. La autocrítica no está vinculada tan sólo a las elecciones, ésta es una autocrítica general que hemos conversado en el comité político, con los partidos, de que tenemos que mejorar cómo hacemos las cosas, mejorar la gestión y mejorar el “delivery”, que la gente reciba todo aquello a lo que nos hemos comprometido y que obviamente tenemos que comunicar mejor. Me sorprende lo poco que conoce la gente la cantidad de cosas que estamos haciendo. Hay muy poca información y ahí tenemos un problema importante. Son desafíos grandes y han significado, probablemente, parte importante de los grados de desaprobación.
Presidenciales
-¿Se ve más afectado el ambiente cuando se pelean las políticas en la puerta de La Moneda y cuando se habla de candidatos presidenciales?
-Nosotros sabíamos que después de las municipales esto se iba a desatar.
-Pero esto empezó antes de las municipales.
-Fue antes, pero muchos de los precandidatos, que ya son casi candidatos, han señalado que después de las municipales iban a tomar decisiones de cómo van a trabajar sus candidaturas. Esto es parte de la democracia y parte de la vida.
-¿Fue imprudente la discusión tan anticipada de los presidenciables?
-Hay presidenciables desde 2014 y ahora van a empezar a verse con más fuerza. Entonces, hay un panorama de movimientos en el mundo de la política: están los parlamentarios que quieren ser reelectos y los que quieren entrar al Parlamento y si, finalmente, logramos que haya elecciones de intendente el próximo año, algunos querrán postular a intendentes. El mundo de la política va a estar bastante movido, pero creo que dentro de cauces tranquilos, normales. Eso es parte de la democracia.
-¿Va a haber cambio de gabinete producto de esas pretensiones?
-Sin duda, hay varias personas con aspiraciones. Hemos estado conversando y preguntando en este tiempo quién quiere ir de candidato, y hay personas que quieren ser candidatos.
-¿Hay un plazo?
-Sí, hay un plazo que es pronto, durante noviembre.
-¿Es decir, se viene un nuevo cambio de gabinete?
-Hay personas que quieren ser candidatos en distintos cargos de gobierno y en esos casos tendremos que reemplazarlos por otros.
-El cambio de gabinete de la semana pasada causó harto revuelo, sobre todo por la salida de Máximo Pacheco a apoyar la candidatura de Ricardo Lagos. ¿Fue un espaldarazo del gobierno a Lagos darle el pase a Pacheco?
-El gobierno no tiene ningún candidato o candidata. Son los partidos políticos los que tienen que definir. Algunos quieren ir a primarias, otros a primera vuelta, pero eso es un tema que la Nueva Mayoría tendrá que definir. Como gobierno, hacemos nuestro trabajo, que es estar con y para la gente. Pero si un ministro señala que considera indispensable, para apoyar la continuidad de los procesos, ir a trabajar con determinado candidato, la verdad es que uno tiene que aceptarlo.
-¿Cree usted que Ricardo Lagos puede dar continuidad a lo que usted ha hecho?
-No he visto los programas de los partidos ni de los candidatos. Lo dijo Carolina Goic: más allá de la discusión de los candidatos o candidatas, lo que importa, y lo que debiera definir cada partido o cada bloque, es qué van a hacer en el próximo gobierno.
-¿Le preocupa lo que pueda ocurrir con las reformas de su gobierno? Sebastián Piñera ha dicho que si llega al gobierno, tendrá que reconstruir el país…
-Bueno, por cierto que yo preferiría que ganara un gobierno que continuara, con su propia mirada y perspectivas, en la dirección de hacer de Chile un país más justo y más solidario.
-Volviendo al cambio de gabinete, otra de las cosas que se mencionan, es por qué sacó a la ministra Blanco cuando la cabeza que se pedía era la de Nicolás Eyzaguirre. Hay gente que no entendió esa decisión.
-Yo acepté la renuncia de Javiera, a quien le tengo un tremendo afecto. Es matea, trabajadora, comprometida. Hizo su pega de la mejor manera posible, pero le acepté la renuncia por distintas razones. Y veía una encuesta ayer, donde el 69% estaba de acuerdo con que yo hubiera aceptado su renuncia. ¿No habrá una cierta disociación, nuevamente, entre el mundo de la elite política y la ciudadanía? Porque la verdad es que a Javiera le estaban dando duro por varias cosas.
-¿Está dolida con Jorge Burgos? Ha sido altamente opinante del gobierno desde fuera.
-Bueno, Jorge siempre ha sido un hombre político, por tanto, yo nunca imaginé que se fuera a ir a retiro, de ninguna manera. Él tiene todo el derecho y la legitimidad de dar sus opiniones. Tengo una buena relación con él. La otra vez nos encontramos en el partido de fútbol, donde ganamos, y nos dimos un gran abrazo.
Membrillo colegial
-Se critica de su gobierno que se partió con un discurso alejado de los acuerdos. ¿Cree que eso también le pasó la cuenta?
-Más allá de frases que una u otra persona pueda decir, la verdad es que la reforma tributaria que hicimos en el primer año de gobierno se aprobó prácticamente en forma unánime. Por lo tanto, eso contradice la tesis de que no se buscan acuerdos. Los hemos buscado, pero éstos no pueden significar paralizar un gobierno. Hay que seguir avanzando en la ruta de lo que uno le dijo a la ciudadanía y por lo cual la gente votó.
A propósito del problema del padrón electoral, por ejemplo, también tratamos de buscar una solución (el acuerdo), porque el Servel dijo que por vía administrativa no podían resolverlo y nos entregaron una propuesta de proyecto de ley. Tomamos esa propuesta y la enviamos al Parlamento. Finalmente, no hubo voluntad política. Lo que veo es que a veces se busca, más que resolver el problema, que el gobierno pague el costo político de los problemas. Y eso no le hace bien al país.
“Es un error (para la oposición) sacar cuentas alegres… La Nueva Mayoría perdió votantes, pero uno no ve que haya habido un incremento de las votaciones de Chile Vamos”.
-¿La decisión de la DC de restarse del comité político busca eso, que el gobierno pague el costo?
-Tengo la impresión de que hay ciertas decisiones que se tomaron que generaron preocupación en la DC, pero entiendo que ha habido una conversación entre el ministro del Interior y su partido al respecto.
-¿Va a decantar esa molestia, cree usted?
-Estamos viviendo momentos complejos para los partidos, en que tienen que tomar decisiones complicadas. Algunos pudieron haber entendido que el hecho de que Máximo Pacheco se hubiera ido, implicaba que el gobierno estaba apoyando a uno u otro candidato. Nada de eso es efectivo, pero genera un clima de inquietud, donde los partidos a veces dicen “saben qué, necesitamos reflexionar, sentarnos a pensar cómo seguimos adelante”. Hay personas del Partido Demócrata Cristiano que creen, y los he leido en la prensa, que se debiera llegar a primera vuelta como primaria. Entonces, cada partido debe ver cómo va a enfrentar los desafíos políticos en adelante y como coalición también.
-¿Ha sido éste un mandato duro, solitario?
-Arturo Alessandri decía que La Moneda era “la casa donde tanto se sufre”. Siempre es solitario en el sentido de que, si bien hay definiciones que toman los ministros, y yo les doy bastante holgura, también hay decisiones que uno tiene que tomar más sola, como por ejemplo el cambio de una persona.
-¿Cómo enfrenta la agresividad de la opinión pública?
-Es una tendencia de la sociedad. Las redes sociales tienen impunidad. Y he visto estudios que ha hecho Marta Lagos, donde dice que la figura presidencial tenía bastante buena evaluación hasta 2010. Y luego durante el gobierno del presidente Piñera empiezan a viralizarse asuntos como las piñericosas y caracterizaciones en las redes sociales que han continuado. Todo el mundo empieza a pensar que puede hablar del presidente y decir cualquier cosa. Estoy como membrillo colegial, pero la verdad es que es parte del trabajo. Sin embargo, también creo que no nos hace bien como país perder el respeto entre las personas. Los presidentes no son dioses y podemos cometer errores como cualquiera. Pero no respetar ninguna institución debilita la democracia.
-¿Habría hecho algo distinto?
-No sé si habría hecho algo distinto. Porque una cosa es la intención y otra cosa es cómo resultan las cosas finalmente. Me he juntado con la oposición todas las veces que lo he considerado necesario. Me he juntado con la Nueva Mayoría, hemos hablado francamente, hemos buscado puntos de acuerdo. Y, por lo tanto, lo más probable es que preferiría hacer ese comentario cuando termine el gobierno y mirar el balance de los cuatro años. •••
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“No comparto la opinión de Andrónico Luksic, el país no se cae a pedazos”
-Cuando empresarios como Andrónico Luksic dicen que Chile se cae a pedazos, ¿qué piensa usted?
-Bueno, yo no comparto esa opinión de Andrónico Luksic. El país no se está cayendo a pedazos, no estamos en crisis económica, sino que la economía se ha desacelerado y ha disminuido la inversión. Ahora, yo creo que aquí sería súper importante que el sector privado tuviera una actitud constructiva, propositiva y, en ese sentido, en torno a la definición del año de la productividad se ha podido avanzar. E insisto que depende del sector donde uno vaya. Yo participo como lo hacen todos los presidentes, en las cenas de los distintos sectores. Si usted va a la cena del turismo o de la energía, a ellos les ha ido bien.
-¿Y este año va a ir a la cena de la Sofofa?
-Entiendo que sí, si es que estoy en Santiago, porque a veces hay viajes.
-¿Porque no asistir es una señal que puede ser tomada como un quiebre?
-Bueno, hay años en que uno no puede asistir.
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“No soy populista y no voy, en el último año, a abrir la billetera”
-Una de las críticas a su gobierno es que se ha sacrificado crecimiento, en favor de políticas que buscan una sociedad más igualitaria. ¿Son incompatibles?
-Es injusto decir eso, porque no es cierto. Llegando al gobierno desarrollamos la agenda de productividad, crecimiento e innovación que ha ido funcionando y que hemos ido cumpliendo. Generamos un comité económico que se reúne mensualmente, donde miramos los distintos parámetros, cómo va creciendo la economía, el empleo o desempleo que se genera, y hemos definido este año como el año de la productividad. Hemos identificado ejes estratégicos que se han plasmado en una coordinación público-privada en áreas fundamentales de Chile. Y hay resultados que incluso son reconocidos fuera de Chile, como es el ámbito de la energía solar, de los alimentos saludables, del turismo sustentable. La economía ha estado lenta en algunas áreas. La minería ha estado impactada con los bajos precios del cobre y la disminución del crecimiento de China, que era nuestro principal comprador. Pero hemos visto crecimientos importantes en áreas como la energética y el turismo. No el que quisiéramos, yo quisiera que la economía creciera mucho más, sin duda. Y no me atrevo a decir que hay brotes verdes, pero el Imacec fue mucho mejor de lo que se había anticipado y el desempleo no ha crecido.
-Pero se está aprobando el presupuesto más austero de los últimos 14 años.
-Porque somos súper serios y, además, somos responsables.
-Claro, pero a la vez, se le exige un mayor gasto fiscal.
-Sí, pero no soy populista y no voy, en el último año, a abrir la billetera y después dejar al país en un déficit. No. Tenemos compromisos fiscales de ir reduciendo nuestros déficits. Fíjese que si usted mira los cuatros países de la Alianza del Pacífico, tanto México como Colombia bajaron fuertemente el gasto fiscal. Nosotros lo incrementamos en 2,7% para el próximo año, Perú lo hizo en 1,8%, o sea, mucho menos. Todos los países de la región que estamos viviendo una desaceleración económica –algunos mucho más, algunos están en franca recesión y algunos en desaceleración– han hecho un ajuste fiscal importante para, justamente, no generar un déficit mayor en el futuro.
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