DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE,  
COMPAÑERO OSVALDO ANDRADE  LARA,
AL ASUMIR SU MANDATO.
Primer Pleno del Comité Central período 2010 –  2012
Santiago, 21 de agosto de 2010
Camaradas
No es posible iniciar estas palabras  sin un reconocimiento a los 33 trabajadores que se encuentran atrapados en la  mina San José de la  Región de Atacama.  Ellos representan con crudeza este Chile  tan contradictorio. En la actividad que mayor rentabilidad y ganancias produce,  se cometen los peores abusos contra precisamente los que generan, con sus manos  y sudor, esta riqueza.  Es la  codicia, eso que muchos señalan como el motor activador del mercado, ese afán de  riqueza descontrolada que no teme poner en riesgo la vida de los que viven de un  salario para obtener ganancias más allá de lo razonable. Esperamos que pronto se  pueda llegar donde están y que esta agonía termine. Nuestra solidaridad con sus  familias y con todos los trabajadores mineros de Chile.
Queridos compañeros y  compañeras,
Hoy,  estamos nuevamente concluyendo una larga  jornada, llena de sentidos y razones.  Hoy, hemos reiterado nuestra condición de  socialistas; hoy hemos dicho: esto es lo que somos!!, esto es lo que queremos  ser!!.  Hoy, hemos encontrado, otra  vez, el sentido de nuestras luchas, de nuestras banderas.  Hemos encontrado, así como lo hicimos en  las épocas más duras para Chile, la fuerza que pusiera Salvador Allende en  nuestras manos y hemos sido responsables, cuando, en el seno de nuestros propios  miedos y temores, avanzamos con la cronología de la historia.  
Siempre hemos sabido, que nuestra  tarea fundamental, consiste en transformar una sociedad que estructuralmente es  desigual.  Hemos buscado las  herramientas teóricas que permitan nuestro despliegue práctico, nuestra acción,  nuestro compromiso. En el pasado, nuestras luchas confluyeron en el objetivo  esencial de detener las fuerzas conservadoras del Chile de los años `30;  fuimos capaces de conformar una alianza  con las fuerzas mayoritarias de la izquierda para derrotar a Jorge Alessandri,   y fuimos parte constitutiva, con  aciertos y errores, de la Unidad Popular.  Fuimos protagonistas y testigos de un  régimen inédito en la historia de Chile, que atentó contra el sentido más  profundo de la  humanidad; vimos  como nuestros compañeros y compañeras, fueron detenidos, torturados, expulsados,  ejecutados y desaparecidos y, sin embargo, luchamos todos esos largos años por  conquistar  la justicia y la  democracia. 
Hoy, estamos nuevamente acá, queridos  compañeros y compañeras, porque hemos hecho nuestra la esperanza y el anhelo de  continuar transformando la sociedad.  Hemos sido Gobierno porque hemos  entendido el instrumento, la idea y el concepto de esa transformación; porque  hemos tomado en nuestras manos  el  propósito que guiara los pasos de Eugenio Matte Hurtado: el simple propósito de  hacer felices a los demás. Por eso somos socialistas!  Por eso estamos acá!  Por eso sentimos orgullo de lo que hemos  hecho, del legado del presidente Allende y la propuesta de los presidentes Lagos  y Bachelet y de la fuerza que nos siguen entregando, miles y miles de  socialistas, que nos dan ahora la tarea de articular la oposición, lugar en el  cual nos colocó el pueblo de Chile.
Este acto eleccionario, propio por  cierto, de la cultura socialista, reafirma nuestra vocación democrática. Quiero  reconocer el esfuerzo, la dedicación y el compromiso de todas las fuerzas  internas, de todas las corrientes de opinión, de todos aquellos y aquellas  militantes que expresaron una idea, que fueron miembros de los Tribunales  comunales y regionales, de los que fueron apoderados y apoderadas de sus  respectivas listas, de los candidatos y candidatas, y de los más de 25 mil  militantes, hombres y mujeres, que concurrieron a las urnas a expresar su  voluntad.  El socialismo se ha hecho  desde la diferencia, y desde la diferencia hemos sido capaces de construir y de  soñar; esa diferencia que nos enriquece, que nos agrupa, que nos fortalece.   Pese a la inclemencia y la fuerza  de la naturaleza, que azotó amargamente la zona centro-sur del país,  nuestros compañeros se organizaron, se  movilizaron, se comprometieron. Fueron capaces de sobreponer el interés general,  a la tragedia, el sentido y las razones de nuestras luchas colectivas, a las  necesidades y deficiencias individuales.  Quiero agradecer en particular, a mi hijo  Carlos por su dedicación y esfuerzo en mi campaña.
Hoy, estamos constituidos en el nuevo  Comité Central del Partido Socialista de Chile, que conducirá los pasos del  socialismo por los próximos dos años.  Este es el Comité Central del  Bicentenario de la  República, donde el pueblo de Chile nos ha puesto nuevamente en  la oposición. 
Nuestras luchas, queridos compañeros  y compañeras, en los dos tercios de nuestra vida institucional, las hemos  enfrentado en la oposición, o fuera del Gobierno.  Ser oposición no es algo nuevo para el  socialismo, tampoco es algo dramático; es la condición que debemos enfrentar,  críticamente, pero con firmeza y decisión, con la convicción de volver a ser  mayoría. 
Compañeras y  compañeros
Entre diciembre y enero  perdimos la elección presidencial y,  aunque a muchos ha costado en demasía entender el “por qué perdimos”, más les ha  costado a otros entender que nuestro deber es ser oposición.  En cualquiera de los casos, siempre he  dicho que es necesaria la autocrítica.  No hoy, sino siempre.  Siempre compañeros, pues la  crítica es consustancial a nuestra condición de socialistas, pues el socialismo  nació como una crítica al sistema capitalista, pues el socialismo es una crítica a esta sociedad desigual.   Sin embargo, me han parecido  oportunistas los discursos que pretenden hoy día, presentarse como la  salvaguarda moral de lo que somos, sin haber movido un dedo en el propósito de  derrotar a la derecha, y que incluso facilitaron con sus acciones este triunfo.  
Creo, como cualquier militante o  ciudadano, que cometimos más de un error.  Qué duda cabe. Luego de haber sido  capaces de construir un sistema democrático que aún mantiene inmensos desafíos,  creo que la sociedad dejó de ser indulgente con sus gobernantes.  Cuando asumimos el año `90, el pueblo de  Chile tuvo la madurez política para comprender que los cambios y  transformaciones debían tener un decurso paulatino pero efectivo, y que, por  tanto, debíamos acelerar nuestras políticas en la medida de los tiempos. Pero la  sociedad chilena avanzó mucho más rápido que la clase política.  Nos quedamos atrás. Y, a pesar  del exitoso Gobierno de la Presidenta Bachelet, hemos asumido nuestra  condición de estar en la  oposición.
Varios fueron los factores que  contribuyeron a ese resultado.
Perdimos la vocación de  ganar, antes de  perder la elección. 
-           Perdimos  las ganas de ganar, esa vocación de poder que es propia de la política, cuando  en nuestra propia coalición, aparecieron las agendas personales y los proyectos  individuales, cuando  se hizo más  rentable un momento de pantalla, un minuto de fama o de aplauso, que cumplir con  nuestra responsabilidad política de respaldar el Gobierno en todas las  circunstancias, sobre todo en las más complejas y difíciles. 
-           Perdimos  las ganas de ganar, cuando algunos creyeron que conducir el país era una fiesta,  y cuando pensamos que las circunstancias se bastaban a sí mismas.  Que el país debía entender nuestros  tropiezos y considerar más nuestros avances.  Cuando al pueblo se le acabó la  indulgencia y cuando nosotros empezamos a ser indulgentes con los nuestros, y  dejamos de exigirles compromiso. 
-           Perdimos  las ganas de ganar, cuando de nuestras filas se apoderó la soberbia y la  desidia;  cuando creímos que la meta  era más importante que el camino, y que, con la habilitación ética que nos  entregaba nuestra lucha frente a la dictadura, podía resultar imposible que  ganaran esencialmente los mismos que en el pasado nos habían perseguido.
-           Perdimos  las ganas de ganar, cuando la Concertación enfrentó dividida eventos electorales  y fuimos indolentes “al ir por fuera”.
-           Perdimos  las ganas de ganar, cuando nos pareció indiferente el mundo popular; sus  exigencias de mayor igualdad y de participación efectiva en las decisiones que  afectaban sus vidas. Cuando llegamos a creer que ese mundo ya no era necesario,  que los desafíos hoy estaban en otro lugar, en otro lado; cuando nos pareció  prescindible un dirigente sindical, un dirigente vecinal o poblacional; cuando  los movimientos sociales pasaron a formar parte del paisaje y no eran parte de  la construcción de nuestra democracia. Cuando pensamos que la acción política  sólo se hacía desde la burocracia y no desde la gente. 
-           Perdimos  las ganas de ganar, cuando dejamos que las decisiones las tomaran los “técnicos”  y no  los políticos. 
Sin embargo, compañeros y compañeras,  yo no soy de los que se sientan a llorar.  Soy de los que luchan.  Por eso fui candidato y por eso estamos  asumiendo esta tarea el día de hoy.
Ya lo he dicho reiteradamente. Somos  oposición pura y simplemente;  sin  apellidos, sin dobleces, sin matices.  Es nuestra tarea, nuestra función  principal, y, como naturalmente lo entendemos, debemos cumplir con nuestro deber  y permanecer el menos tiempo posible en esta condición. Mientras los  “académicos” piensan Chile, nosotros debemos transformarlo.  Sigue siendo nuestro tiempo y nuestra  hora; siguen siendo nuestros sueños los sueños de millones de chilenos y  chilenas, de las mayorías desposeídas de nuestro país; siguen siendo los sueños  de los trabajadores, los que aun esperan, los que aún luchan, los que aún  persisten.  Ser oposición es hacer oposición.   Ser oposición es ser alternativa de  Gobierno.
Los socialistas sabemos servir al  pueblo de Chile desde todos los espacios, desde todas las condiciones. Las  condiciones que engendraron el socialismo chileno aún subyacen en las capas de  la estructura social, por ello el socialismo sigue en pie, sigue en la lucha.   Este nuevo proceso que comenzamos a  vivir nos impone nuevas responsabilidades y nuevos desafíos.  Este Comité Central será el responsable  de dar la conducción política necesaria para hacer del Partido Socialista de  Chile el eje de la nueva oposición, y   ser intérpretes comprometidos de los desafíos que el país nos demanda.  
Compañeras y  compañeros
Somos testigos del regocijo de la  derecha, en tanto se han hecho del  país, tomando el control económico, de  los medios de comunicación, y el control político, no trepidan  en asegurar el enriquecimiento de unos  pocos en desmedro de  muchos.  
Es la misma derecha de siempre, que  desprecia la política, que no admite la diversidad, que no tolera la disidencia,  que sabe mandar pero no gobernar, que le reconoce al mercado un poder absoluto y  que sólo aspira a su despliegue incontrarrestable, que rechaza lo colectivo, que  cree en la predestinación, que reconoce al consumidor y no al ciudadano, que  entiende el desarrollo sólo desde el crecimiento y no en la distribución  equitativa de la riqueza, que cree en la caridad del empresario y no en la  negociación colectiva, que cree en los beneficios y no en los derechos sociales,  que cree que la persona está en el mundo para competir y no para colaborar. Que  entienden que los responsables de la situación de los mineros atrapados en la  mina San José son los fiscalizadores y no los dueños de la empresa, expresión  máxima de la codicia sin límite, y del abuso a los trabajadores. Dónde está la  SONAMI que nos deleitaba el año antepasado con la propaganda televisiva de “los  mineros de Chile”, ¿¿la recuerdan??. ¿¿Dónde está la C.P.C.,  siempre orgullosa del empresariado  nacional??  ¿¿Por qué no  denuncian  a los infractores si  ellos los conocen mejor que nadie??
Por otra parte, le pedimos al Gobierno seriedad.   El país no es un teatro, y  La Moneda no es  un escenario. La altura de Estado a la cual nos acostumbraron  nuestros Ex–Presidentes, seguramente remarca aún más la diferencia, y mientras  la derecha aún se revuelca en el barro de su felicidad, de volver a  La Moneda  después de 20 años, y después de prácticamente 50 años, democráticamente,  nosotros sabremos cumplir con nuestro deber. 
Le pedimos al Gobierno que cumpla con  sus obligaciones, que se dedique a gobernar, que no sólo se limite a anuncios  sonoros, que se haga cargo de cumplir lo prometido. Le exigimos que cumpla con  la Ley, que nos  entregue el plan de reconstrucción pues el plazo legal está próximo a  cumplirse.
Le pedimos al gobierno que exponga su  agenda, que no se oculte tras el terremoto, que no siga mirando al pasado para  encubrir sus incompetencias.
Le pedimos al Presidente que resuelva  sus problemas de intereses, que aclare estas situaciones, que se libere de sus  rezagos y asuma sus pendientes. Que ha pasado mucho tiempo para esto y  que las explicaciones ya no son  razonables, ni siquiera para el sentido común.
Le pedimos al Presidente que de una  vez por todos se dedique a gobernar.
El liderazgo de la Presidenta  Bachelet hace temblar a la derecha.   Pues claro, si todo lo que hoy es  la Presidenta  Bachelet, es precisamente, lo que no es la derecha.  Su cercanía con la gente, su llegada; su  condición de mujer luchadora, su vocación por los más débiles, por los más  pobres; y sobre todo, por la impronta, el sentido y la dirección de su Gobierno  que instauró un sistema de protección social robusto y poderoso.  
Seguramente, hoy la gente se  olvida.  Pero existió un Chile sin  seguro de cesantía. El seguro de cesantía no es perfecto, claro está, pero el  hecho es que antes no existía.  La  derecha se opuso, y hoy dicen estar de acuerdo con perfeccionar el  instrumento.  Existió un país sin  Plan Auge, y estamos de acuerdo que no es perfecto y que debemos mejorarlo, pero  recordemos que en Chile no existían tales garantías de salud. La derecha se  opuso, y hoy bregan por incluir más patologías. Existió un país que no protegía  a su gente: hoy tenemos un sistema de protección social. Una reforma previsional  que garantiza pensiones aun cuando la trayectoria laboral no admita  contribuciones.
La derecha ha llegado atrasada 20  años siempre a todos estos debates. Luego de que ya lo hicimos, ahora les parece  razonable.  Es correcto, otra cosa  no podemos esperar del mundo conservador y confesional.  Así son, así han sido siempre.  Son los herederos de Pinochet y  aunque hagan todo lo posible, no pueden  ocultarlo.
Compañeras,  compañeros
Estas diferencias, nos empujan a  pasar de lo que somos a lo que debemos ser.  Bien sabemos que el mundo y Chile han  cambiado; que hemos sido testigos y protagonistas de importantes  transformaciones sociales y culturales. Porque hemos avanzado, enfrentamos  nuevos retos. 
Hoy vivimos un Chile cuya democracia  ha permitido la emergencia de todo -o casi todo-. Hemos sido parte de esa  construcción y estamos orgullosos de ello.  
Queremos un Chile que respete la  diferencia, que sepa escuchar al más débil, que lo defienda, que lo proteja.  Queremos un Chile que defienda con gallardía sus fronteras, pero que sea capaz  de derribarlas si así es necesario.  
Hoy, los invito de nuevo a soñar.  El país nos convoca, el país nos  requiere, el país nos llama. El pueblo nos interpela. Todos son bienvenidos en  la construcción socialista, los que se fueron y los que aún requieren una señal,  o una muestra.  Pues esto es, aquí  estamos de pie, con nuestros símbolos y nuestras banderas. Aquí estamos de  nuevo; desde lo que somos les hablamos a los jóvenes, a las mujeres, a los  trabajadores, a las grandes mayorías desposeídas de nuestro país.  
Hoy, vamos a seguir insistiendo en el  fortalecimiento de la democracia. Por eso, tal como en el pasado eliminamos los  senadores designados, hoy queremos  cambiar el sistema binominal por uno proporcional y el voto para todos los  chilenos, por cierto a los que viven fuera de nuestras fronteras, sin  condiciones.  Porque creemos que el voto es un derecho  y también un deber.  Por eso, creemos necesaria una amplia y  profunda reflexión respecto de la Constitución  Política que necesita Chile.  Por eso, no le tememos a la voz del  pueblo, y creemos necesario instaurar primarias reales, ciudadanas y vinculantes  para definir nuestros candidatos, en todos los niveles  Por eso, aunque suene aún complejo y  difícil, debemos trabajar por el tránsito de una democracia representativa a una  democracia participativa. A una auténtica descentralización y desconcentración  del poder. Al plebiscito, a la iniciativa popular de Ley, a la revocación.  Por eso, y justamente por eso, estamos  convencidos de que el pueblo sabrá comprender el profundo alcance de nuestra  política.
Pero debemos enfrentar otro flagelo.  La pobreza nos interpela brutalmente. No se sostiene un país, no se cautela la  democracia, no se logra la paz social, si no se superan las profundas brechas de  desigualdad que aún persisten, especialmente respecto de los jóvenes y las  mujeres. Los socialistas no podemos aceptar como un hecho inevitable que el  sistema económico genere desigualdades y las políticas sociales se hagan cargo  de los postergados. Sólo se enfrenta la pobreza desde la dignidad del trabajo.  Sólo se sale de la pobreza con un trabajo decente y con un salario justo. El 64%  de los pobres son asalariados. 
Por esto, una verdadera  reforma laboral, con centralidad en la  sindicalización y la negociación colectiva, una reforma tributaria para que los  que más tienen contribuyan más, una educación pública de calidad que genere  auténticas oportunidades y un sistema de protección social que garantice  derechos esenciales, constituyen los pilares de la propuesta socialista para  enfrentar la pobreza y disminuir las desigualdades vergonzantes que aún  persisten en Chile.
Más democracia y más justicia social  son  los ejes ordenadores del  proyecto socialista, hoy más vigentes que nunca.
Camaradas de tantas  luchas
Hoy, estamos aquí, para rescatar la política.  No es tiempo para reproches, ni para  tibias declaraciones.  Es la  política la que nos permite avanzar; es la política la que nos entrega las  herramientas;  es la política la que  nos permite construir desde la diferencia.  No se trata, queridos compañeros y  compañeras, a propósito de un debate bizantino, de si somos de las nuevas o de  las viejas generaciones: se trata de nuestras ideas, de nuestros sueños, de  nuestros ideales.  La atalaya desde  donde hoy miramos el país, los incluye a todos y a todas.  Reitero,  a todos y a todas.  
Vamos a seguir bregando por el  fortalecimiento de la  Concertación, por la necesidad de sus ideas, por la exigencia  de su expansión.  Vamos a seguir  insistiendo en recuperar la vocación para ganar, vamos a seguir creyendo que en  la alianza entre el centro y la izquierda se larva todavía la posibilidad de  nuestra victoria, y que nuestras convicciones se encuentran plenamente  vigentes.
Es por eso, que nuestras tareas son  variadas y profundas, y debemos saber siempre diferenciar lo urgente de lo  importante. 
1.              Debemos  hacer oposición como corresponde a nuestra cultura democrática.  La cultura democrática que pertenece al  patrimonio de la  Concertación, por lo que luchamos, por lo que nuestros  compañeros y compañeras dieron la vida.  Por ello, somos y seguiremos siendo  políticamente responsables e intelectualmente audaces. 
2.              No debemos  volver a perder la vocación para ganar.  La Concertación es una  alianza que une el centro político con la izquierda, y sigue siendo el  instrumento necesario para ganarle a la derecha.  Clodomiro Almeyda decía que la consigna  avanzar sin transar era una consigna  esencialmente antipolítica, puesto que evitaba la idea de que la política era el  ejercicio de articular las diferencias, y construir una posición común.  La  Concertación requiere reforzar su identidad desde la  diferencia, y debemos entender que nuestro objetivo es derrotar a la derecha;   que nuestros adversarios están allá, y no en la Concertación.  Del mismo modo será nuestra tarea  ampliar esta convocatoria para configurar una mayoría nacional, social y  política que considere a todos aquellos que tienen como propósito común  desplazar a la derecha del Gobierno.
3.              Debemos  volver a conectar al Partido Socialista con el mundo popular.  De ahí es de dónde venimos, eso es lo que  somos, eso es lo que representamos. Debemos seguir siendo la hebra que une las  demandas sociales en una posición política, en una mirada de mundo, de sociedad.  No queremos el poder por el mero propósito de administrar sus recursos o sus  instituciones; queremos el poder para transformar, queremos el poder porque  sabemos que somos el crisol donde se funden las esperanzas de miles y miles de  chilenos, queremos el poder porque sabemos que nuestras ideas siguen siendo eco  de las grandes ideas de justicia social, de igualdad. 
4.              Nuestra  tarea es derribar los personalismos que pretenden relucir por sobre la tarea  colectiva. Ya lo vimos durante el Gobierno de la Presidenta  Bachelet, como algunos compañeros empeñaron sus pasos en la  tarea chica, pequeña; en la rencilla, en la pantalla y, finalmente, en la  descalificación de aquel que pensaba distinto. Nosotros fuimos leales a  la Presidenta  Bachelet, trabajamos por ella, trabajamos con ella.  Ella representó un anhelo insustituible  de la razón socialista, y sigue  siendo una llama, un clamor, un futuro. 
5.              De ahí que  nuestros objetivos prácticos dicen relación con el proyecto municipal,  parlamentario y presidencial.  Debemos corregir los errores que  contribuyeron a la derrota de Diciembre y Enero.  Nuestra vocación requiere la conexión con  la ciudadanía; necesitamos un nuevo impulso, una nueva idea.  Más candidatas mujeres! Más candidatos  jóvenes! Más política en los desafíos que tenemos, compañeros y  compañeras!!!
Queridos compañeros y  compañeras,
¿Qué Partido queremos? ¿Qué Partido  estamos dispuestos a construir? Tenemos el desafío de hacer el Congreso que el  Partido requiere, donde tengamos el espacio de discusión, reflexión y  deliberación, democrático y fraterno, tan necesario e importante para nuestra  organización. Tenemos desafíos internos, orgánicos y estatutarios,  indudablemente. Todo ello encuentra su sentido fundamental en las tareas  políticas que nos corresponde asumir y son el vehículo para la política: la  reflexión ideológica, la discusión programática y de proyecto que nos ordene, la  estructura territorial, el tribunal supremo, las funciones administrativas, las  reglas y los procedimientos, la valorización del COMUNAL como el actor central  de nuestra política, el controvertido padrón, en fin tantos temas. El Congreso  del Partido es una oportunidad a la vez que un instrumento, no es la solución  general a nuestros problemas, como algunos creen. 
El Congreso debe ser también una  oportunidad de escuchar a los ciudadanos. Los congresos comunales deben ser una  oportunidad de escuchar a dirigentes sociales, estudiantiles, sindicales, de  mujeres, es decir de escuchar, por crudo que sea, a todos aquellos que tienen  algo que decirnos y que mucho nos ha faltado oír.
El Congreso es la oportunidad de  retejer esa vieja relación que caracterizó a los socialistas con el mundo  popular, con los trabajadores y con las nuevas expresiones de asociación, tan  diversas en nuestro país pero tan ricas en activismo y  lucha.
Compañeras y  compañeros
Hoy, nos encontramos nuevamente con  nuestra propia historia.  Puedo  mirar el futuro con optimismo, porque puedo saber que cuento con el Comité  Central del Partido Socialista, que me ha dado su respaldo, para enfrentar los  nuevos desafíos que el país nos impone.  Somos más que ayer; tenemos que ser  mejores. 
Gracias, queridos compañeros, gracias  queridas compañeras. Hoy empieza una nueva etapa. Sé, que desde hoy, represento  a todos los socialistas; a los que votaron y a los que no votaron.  Entiendo la responsabilidad que recae  sobre mí. Seguiré luchando por Chile, como lo he hecho toda mi  vida.
¡¡¡Viva el Partido Socialista de  Chile. Vivan los trabajadores!!!  
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